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El Campo Grande de Valladolid pasa por el quirófano para eliminar el riesgo de caída de árboles
Operarios especializados podan, afianzan y someten a pruebas de estrés a más de un millar de ejemplares, de los seis mil del parque, para «sanear y alargar su vida útil»
«No sabéis lo que tenéis aquí», destaca el ingeniero forestal Samuel Álvarez antes de concretar que el Campo Grande «es uno de los ... bosques urbanos más valiosos de toda Europa que no tiene parangón debido a su particular estructura e historia» desde su creación entre los siglos XVIII y XIX. El especialista, junto a dos compañeros (Oriol y Haya), comenzaron el pasado lunes la mayor intervención de consolidación del arbolado del parque «para eliminar riesgos de caídas de árboles y ramas, sanear y alargar la vida útil de ejemplares que en algún casos son más que centenarios», resume el responsable de unos trabajos que se prolongarán, al menos, durante las próximas dos semanas y que mantienen desde el lunes acordonado el picón situado entre los paseos del Príncipe –la arteria central del Campo Grande–, de Filipinos y de Zorrilla (al borde de la pérgola).
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Intervención «milimétrica»
Los trabajos, ejecutados por la empresa especializada Doctor Árbol (los tres operarios son especialistas no solo en ingeniería forestal sino también en escalada), se centran en esta primera fase en las labores de poda y saneamiento de en torno a 1.300 de los 6.000 ejemplares del parque. «La mayoría están en buen estado, aunque es cierto que ya detectamos en el estudio elaborado hace un año, que en torno a un 22% sí precisaban de una intervención, mínima en algunos casos, y más compleja en otros», apunta el experto, antes de concretar que esta operación de cirugía forestal no se limitará solo al interior sino que también se va a realizar «una poda milimétrica de los plátanos que sobresalen hacia la acera del Paseo de Zorrilla con el fin de sanearlos y eliminar a la vez el riesgo de que puedan sufrir daños cuando sean sacudidos por el viento».
Las obras para recuperar la gruta, cerrada hace treinta años, comenzarán en verano
El Ayuntamiento adjudicó el pasado martes las esperadas obras de rehabilitación de la gruta del Campo Grande, en las que se invertirán en torno a 200.000 euros con el fin de recuperar uno de los espacios más queridos por los vallisoletanos de mayor edad (si se tiene en cuenta que lleva treinta años cerrada debido a su mal estado) e históricos del parque. La gruta, situada sobre el estanque, fue construida en 1879 a propuesta de El Norte de Castilla para añadir precisamente un aliciente más al recién inaugurado estanque en forma de cascada y pasadizo artificial adornado con estalactitas naturales traídas de Atapuerca (Burgos).
La obra tuvo que superar numerosas vicisitudes, con polémica incluida por las estalactitas, aunque finalmente fue abierta al público en 1880. Y así estuvo hasta hace treinta años, cuando su mal estado aconsejó clausurarla. «Los trabajos de recuperación de la gruta están adjudicados y la idea es que comiencen cuanto antes (este mismo verano)» con un plazo de ejecución de dos meses, anticipa la concejala de Medio Ambiente, María Sánchez.
La recuperación de la gruta, que volverá a ser visitable, se suma a las intervenciones llevadas a cabo entre los años 2007 y 2012, cuando se rehabilitaron las fuentes, la pajarera o los caminos con una inversión global de 1,8 millones de euros.
Los trabajos, que cuentan con un presupuesto que ronda los 300.000 euros –incluida la futura recuperación de la gruta y la reforma de la fuente de las ranas–, fueron aprobados hace un año a raíz de las sucesivas caídas de ramas, y de algún árbol, registradas durante los vendavales que en los últimos dos años (incluido el pasado invierno) han obligado a cerrar el Campo Grande al público ante el riesgo evidente para los usuarios.
«Solo en los casos más extremos, si detectamos un riesgo insalvable, se realizará una tala»
El estudio previo estimó que en torno a 1.300 árboles necesitaban de una cirugía, si bien apenas 150 de ellos presentan un «riesgo real» de caída. «Lo que pretendemos es eliminar ese riesgo, sobre todo, en los ejemplares que se encuentran en las zonas de paso, sobre los bancos o en el área de juegos infantiles», incide el ingeniero forestal antes de concretar que en esta primera fase «llevaremos a cabo las podas en altura tanto desde plataformas como a mano –escalando por el tronco–» con pequeñas motosierras y serruchos con el fin de «mantener la fisonomía de esta joya forestal urbana y realizar acciones puntuales par conservar también la fauna, especialmente las aves, que la habitan».
Sensores y test de tracción
Las labores de saneamiento de los ejemplares darán paso a una segunda fase en las que «colocaremos sustentaciones artificiales a medida, en principio, solo en cuatro ejemplares más antiguos (abetos, pinos...)». Y, por último, en una tercera fase, los operarios tirarán de nuevas tecnologías para realizar un examen más exhaustivo de los árboles más veteranos. «Colocaremos sensores en la base de los árboles para realizar test de tracción, que consisten en aplicarles una cierta fuerza para estudiar el comportamiento del cepellón y prevenir y controlar el riesgo de caídas», anticipa Samuel Álvarez, quien aclara que «solo en los casos más extremos, cuando detectemos un riesgo insalvable de caída, se realizará una tala».
Pero su objetivo, insiste, «es estirar la vida útil de los ejemplares más longevos, originarios de las primeras plantaciones (1787), para después continuar controlando su evolución». El ingeniero considera que «el miedo es libre y muchas veces se cortan directamente los árboles simplemente por miedo, pero aquí se trata de mantener la fisonomía del Campo Grande sin apenas tocar lo que ahora disfrutan los vallisoletanos». Para ello, en algunos puntos concretos, también se colocarán «cuerdas prácticamente invisibles de sujeción que no se verán desde fuera».
La familia de cisnes crece
La familia de cisnes del Campo Grande acaba de ampliarse y los dos polluelos, que ayer cuidaba su madre en los jardines de la entrada de la pérgola, atrajeron la mirada de decenas de curiosos, que quisieron inmortalizar el momento, bajo la atenta mirada protectora de 'mamá oca'.
El especialista destaca la importancia a su vez de «mantener el círculo de la vida» del parque con acciones como «dejar restos de madera muerta sin retirar para que luego atraigan a los picapinos y a otras aves que después vendrán a comerse los gusanos y así se mantendrá la fauna».
La intervención se irá realizando por cuadrante y alcanzará a las 11,5 hectáreas de terrenos por las que se extiende el pulmón del corazón de la capital. Una joya, incide el ingeniero forestal, que «tiene la particularidad de ser prácticamente irrepetible, ya que se va regenerando ella misma, con árboles que se mueren y otros que van naciendo hasta crear este bosque urbano fruto también de un cierto abandono a lo largo de los años (por su disposición interior) que ha creado esta maravilla que permite que en días como estos, de muchísimo calor, aquí tengas cinco grados menos que fuera».
La operación quirúrgica del arbolado del Campo Grande viene a completar las labores diarias de mantenimiento que realiza una cuadrilla de nueve operarios municipales dedicados en exclusiva a este cometido.
Los usuarios que estos días se adentren en el parque en busca de sombra se encontrarán con caminos y entradas cortadas puntualmente para facilitar las labores de poda.
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