Las calles más envejecidas de Valladolid: «Cuando la gente deja de venir, se ha ido a la residencia o ha muerto»
Más de la mitad de los vecinos de Tórtola, Pelícano y la calle de la Salud han superado los 65 años
MIRIAM CONDE
Valladolid
Domingo, 9 de febrero 2020, 08:14
Salir a la calle con el carro de la compra en una mano y la cachava en la otra, asomarse a la ventana y conocer ... a todos los vecinos, hablar con ese comerciante al que compras cada día o disfrutar de la soleada mañana junto a los compañeros de paseo es algo habitual para los residentes de los barrios más envejecidos de la ciudad. Se observan muchas tiendas cerradas, pero otras que resisten gracias a «los de toda la vida», resalta Pilar Revenga, comerciante del estanco situado en la calle Águila esquina con Pelícano, en el barrio de Pajarillos. Esta vía, junto a un tramo de Tórtola y de la calle de la Salud, es la más envejecida de la capital:la mitad de sus vecinos tiene más de 65 años. «Cuando la gente deja de venir es porque se han ido a residencias o han fallecido», asegura. Sin embargo, percibe un «relevo generacional» en los clientes. «Hay mucho extranjero en este entorno, pero también los hijos de los que han venido siempre», asume.
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Los bancos son su punto de encuentro. «¡Qué bien se está al sol!», exclama un anciano sentado en uno de los bancos de la calle Cigüeña. Ya sea con su andador, muleta o cayado, nada les impide continuar con sus quehaceres. Josefa Tornera viene junto a su hermana cada mañana con el carrito de la compra desde Pilarica hasta Pajarillos para visitar los comercios de cercanía. «Allí echamos en falta más tiendas y, como nos cuesta pasar la vía, pues aprovechamos para caminar y además llevar la compra hecha», cuenta esta octogenaria. También les gustaría que hubiese más gente joven, pero «como tienen coche y las casas son más caras en el centro y los barrios, yo creo que por eso deciden apostar por las afueras». Francisco Javier Sanz y Félix Montero son dos amigos que llevan «casi cincuenta años viviendo en Pajarillos».
El primero reside en la calle Cigüeña, y el segundo, en Gallo. Salen cada mañana a dar un paseo por la zona y hacer así un poco de ejercicio. Les «encanta» su barrio. «Tiene muy buena conexión en autobús y un centro de mayores con muchas actividades», afirma Sanz, quien es partidario que construir «zonas de diversión» para atraer a la gente joven y que no se vaya la que hay actualmente. Ellos compraron su piso en los años 70, cuando la mayoría eran casas molineras y poca edificación en vertical. «Recuerdo ver desde mi ventana los fuegos artificiales y ahora me han quitado las vistas», lamenta Montero. Ninguno de ellos cambiaría su actual residencia, donde «viven muy tranquilos». Atrás quedan esos «insoportables ruidos» del mercado central, que «gracias a Bolaños desaparecieron y dieron gran calidad de vida al barrio», recuerdan estos vecinos.
Carnicerías, pescaderías, supermercados, quioscos, bazares, paradas de taxi y autobús..., servicios que los residentes «agradecen», como Nieves Martínez, vecina de la calle de la Salud desde hace 35 años. Siente que «el mayor problema que tiene la ciudad es la vía de tren, que excluye a la gente de los barrios». «Llevo toda la vida aquí y creo que me moriré sin ver el soterramiento».
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