Valladolid
Cae el primer bolardo para evitar cabezazos contra las farolas de la miniacera del viaducto de Arco de LadrilloLas estrecheces de la acera y la obligación de aparcar «marcha atrás» en la parada de taxis causó su ruptura durante dicha maniobra por la falta de espacio
«Era cuestión de tiempo...», suspiran los taxistas que utilizan habitualmente las plazas reservadas para ellos en el lateral del viaducto de Arco de Ladrillo, ... del lado de la estación de autobuses, en alusión a la reciente ruptura de uno de los singulares bolardos colocados en la acera que rodea el paso elevado. Y es que los chóferes, y los conductores que utilizan las plazas de zona azul situadas a continuación, están obligados a aparcar «marcha atrás», tal y como indica una señal colocada precisamente ante dichos bolardos, destinados a evitar que los peatones se golpeen en la cabeza contra las bases de las farolas que sobresalen del tablero.
El caso es que, dada la estrechez de la acera en este punto (apenas medio metro) y la cercanía al bordillo de los citados bolardos de plástico, todo apunta a que un conductor derribó uno de ellos al realizar la pertinente maniobra hacia atrás para estacionar su vehículo. «La verdad es que no hay hueco», reconocían los propios profesionales sin saber concretar cuando se produjo al 'bolardazo'.
Las estrecheces de la acera en torno a la reserva de taxis, que cuenta con dos plazas en paralelo al inicio y cuatro, después de la señal de «marcha atrás», en batería vinieron motivas por la necesidad de acoplar a la base del estribo del viaducto esta suerte de miniacera de hormigón, que va creciendo hasta rondar los tres metros de ancho hacia Recondo, al sobresalir tanto el borde del ampliado tablero como, sobre todo, las bases de las farolas acopladas al mismo. Esta misma intervención, y también con bolardos para proteger de golpes a los peatones, se realizó al otro lado del paso elevado, donde se redujo la calzada de dos a un solo carril de salida hacia los paseos del Hospital Militar y Filipinos para evitar también que los autobuses se chocaran contra los salientes de las farolas. Fue 'a posteriori' cuando se colocaron los bolardos en torno a sus bases al ver que también los viandantes podían 'chocar' contra ellos.
Y allí, al borde de la parada de taxis, permanece ahora uno de estos elementos de plástico, habitualmente utilizados en la calzada y destinados a vehículos, tumbado sobre la miniacera de hormigón.
El resto de bolardos, otras nueve en torno a las cinco bases de las farolas que invaden las aceras a uno y otro lado de la vía por los laterales del viaducto, permanecen por ahora en pie sin que conste que se hayan registrado golpes de viandantes contras las peanas.
Estos elementos metálicos, en forma de cuña, tienen una base que ronda los treinta centímetros por cada lado y se encuentran a distintas alturas. Tres de ellos, el de la parada de taxis, el situado a la misma altura por el lado de la vía de servicio hacia Filipinos y un tercero que se encuentra (en la otra margen del lecho ferroviario) frente a la plaza de los Ferroviarios, están a alturas que oscilan entre 1,5 y 1,8 metros, es decir, la justa para golpearse en la cabeza contra ellas.
Y las otras dos bases protegidas con farolas están casi a ras de suelo al inicio del tablero del lado del paseo del Hospital Militar y, en el otro extremo (Ciudad de la Comunicación y Cuarteles), al comienzo del mismo hacia Arco de Ladrillo.
Los diez bolardos de las aceras (ahora nueve) fueron colocados con posterioridad a la finalización de las obras de reurbanización de la parte inferior del paso elevado en agosto.
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