Las barcas de alquiler regresan a la histórica caseta de El Catarro tres lustros después
El buzo Javier Marqués recupera el tradicional negocio junto al embarcadero y añade rutas guiadas e hidrobicis a la flotilla del Pisuerga
«Soy un apasionado del agua y hace dos años decidí embarcarme en esta aventura con la idea de añadir un atractivo más a un ... río increíble como el Pisuerga», recuerda Javier Marqués, un buzo profesional que, después de sufrir los avatares del confinamiento, acaba de recuperar el tradicional negocio de alquiler de barcas, con alguna sorpresa más, tres lustros después de su cierre a raíz del fallecimiento del último de los Catarros, Lucio Martín, cuya histórica caseta, situada entre el embarcadero y el puente de Isabel la Católica, recuerda ahora a la saga familiar y acoge el punto de alquiler que permitirá a los vallisoletanos recuperar los paseos perdidos por las aguas del Pisuerga. El negocio pudo abrir finalmente sus puertas el pasado viernes y «poco a poco está comenzando a despegar con la intención de mantenerlo abierto entre los meses de mayo y octubre».
La nueva flotilla del Pisuerga está compuesta por once embarcaciones con la novedad, inédita en aguas del Pisuerga, de la incorporación de seis bicicletas flotantes, o hidrobicicletas, que permitirán a los usuarios «pedalear por el río sin mojarse e, incluso, llevar a dos personas en los kayak que llevan a acoplados dos de ellas», resume el responsable del negocio, bautizado como 'Green River', quien añade que también ofrece en alquiler tres barcas tradicionales de remos y dos más con motor eléctrico. «No es necesario ser un experto ni nada de eso y cualquiera, con las debidas precauciones y siempre equipados con chalecos salvavidas, puede montar y navegar en cualquiera de las embarcaciones».
En dique seco desde 2006
El alquiler de barcas e, incluso, de pedaletas llegó a ser un negocio muy popular en torno a los años setenta y ochenta en la margen izquierda del río, en el entorno de la playa y de la desaparecida piscina Samoa. Tanto es así que en su momento, en los ochenta, llegaron a ser cinco las casetas de alquiler de embarcaciones, que superaron el centenar. Pero la gente dejó de «bajar al río», según reconocía en 2003 el último heredero de aquellos negocios, Lucio Martín, 'El Catarro', que llegó a tener dieciséis barcas de remos y que entonces tan solo contaba ya con nueve. Su muerte tres años después, el 24 de marzo de 2006, puso fin al alquiler de barcas. Hasta ahora, quince años después, cuando Javier Marqués decidió retomar esta tradición «con un toque de modernidad» en lo que a las embarcaciones se refiere y a los servicios de alquiler. «Creo que son las primeras hidrobicis de aguas interiores y las barcas también son modernas y muy seguras», aclara antes de concretar que los usuarios no solo pueden alquilar las embarcaciones para paseos en grupo o individuales, por entre seis y dieciocho euros en franjas de treinta minutos o una hora de miércoles a domingo, sino que ofrece también «rutas guiadas para conocer los puntos más singulares que rodean nuestro río».
La caseta de alquiler, que ahora luce tonos blanquivioletas, muestra en un lateral sus orígenes. Allí puede leerse: 'Caseta histórica del Catarro'. Un homenaje a una saga familiar, que aún continúa con los paseos en barca por el Campo Grande y a la que la ciudad ya rindió homenaje en 2005, cuando bautizó la bajada hacia Las Moreras como paseo de Marcelino Martín, 'El Catarro', el padre de Lucio, el penúltimo titular de un negocio de alquiler de barcas en el Pisuerga.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión