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Cinco claves para leer un cuadro: panorámica de Isidoro Moreno

Pinceladas de Valladolid ·

El pintor y restaurador vallisoletano interpreta su propia obra, un óleo de 81 por 100 centímetros en el que atrapa el pulso colectivo y nebuloso de la ciudad

Jesús Bombín

Valladolid

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Domingo, 20 de octubre 2019

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De la vista panorámica de una ciudad desaparecen las personas, engullidas por masas de pisos, puentes, torres de iglesias, monumentos y un run run lejano de motores con semáforos a la batuta. Desde el Cerro de las Contiendas se percibe esa atmósfera de apartamiento cercano, enfrentada a una masa de edificios de ladrillo que cobijan a vecinos durante varias generaciones, ventanales, tejados y antenas, paisaje sobre el que se imponen la torre de la Catedral, las 23 plantas del Duque de Lerma y una difusa trama callejera. Desde allí atrapó en este óleo de 81 por 100 centímetros Isidoro Moreno López (Valladolid, 1975) el pulso colectivo y nebuloso de su ciudad más allá de los rincones particulares que le confieren historia y singularidad.

Al pintar, el silencio se revela como aliado capital para este restaurador de lienzos y esculturas, 16 años recuperando piezas en la sede de Las Edades del Hombre en Valbuena de Duero, eliminando alteraciones, repintados, poniendo coto al deterioro obras maestras de artistas con siglos a cuestas hasta que apostó en firme por su pintura entre los márgenes del realismo y el expresionismo. «La labor del restaurador es científica, requiere conocimientos físicos, paciencia, rigor, respeto; cuando salía del cuadro que restauraba, me encerraba en mi estudio y hacía lo contrario: si allí pasaba ocho horas raspando con un bisturí, aquí tomaba una brocha y removía y restregaba colores sin miedo».

Isidoro López Moreno retoca el óleo. Henar Sastre

De la naturaleza al refugio en su estudio

Entre Las Edades del Hombre y su academia. En 2018 dejó su oficio de restaurador de obras de arte en la sede de Las Edades del Hombre en Valbuena para abrir su estudio de la calle Perú. Allí imparte clases de dibujo y pintura este licenciado en Bellas Artes, participante en un taller de CreArt dirigido por Antonio López y Cristóbal Toral en 2013 y premio Acor Castilla y León en 2005 y 2011, ochenta premios de pintura rápida y una quinena de exposiciones.

A esta ciudad ensamblada le ha añadido materia, pegotes de óleo, grumos cromáticos al servicio de un paisaje en primer plano con la ciudad coronada al fondo por un cielo arañado con dos estelas de avión que reequilibran la composición. «Me gusta llenar mis cuadros de materia y volúmenes porque dirigen las formas, busco cierto carácter escultórico a la pintura», remarca este artista con tendencia a incorporar rugosidades y materia.

Desde las alturas, Valladolid desprende un halo de calma y ensimismamiento mundano, cualidades que con la música clásica –preferentemente Rachmaninov– a Isidoro Moreno se le antojan esenciales para atrapar desde el pincel un alma de la urbe como ningún dron es capaz.

El cuadro, en cinco detalles

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    Escena en tres planos.

La composición del cuadro se estructura en un primer plano marcado por la masa de árboles, una segunda línea con protagonismo para los edificios y, como trasfondo, los cerros y la línea de cielo.

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    Dos recursos visuales sobre el cielo.

Con el edificio Duque de Lerma a la izquierda de la escena, el pintor añadió dos estelas de aviones sobre el firmamento con el propósito de que la mirada fluya en diagonal entre ambos puntos ampliando la perspectiva

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    Con el tubo de pintura.

Amante de dar a sus óleos apariencia de bajorrelieves, en esta ocasión el artista se decantó por realzar la verticalidad de los cipreses confiriéndoles más volumen directamente con el tubo de pintura.

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    Contraste de texturas

En la zona superior, Isidoro López Moreno ha optado por utilizar más empaste de color con la idea de realzar los cerros tras los edificios, pintados con una textura más disuelta.

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    Pérdida de rigidez

Gusta el artista de dar a sus obras una idea de movimiento constante rehaciendo detalles, pasando la espátula y el pincel sobre lo ya pintado.

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