Borrar
Niebla, sentado en una silla en la iglesia del Salvador, durante la bendición de San Antón.

Ver fotos

Niebla, sentado en una silla en la iglesia del Salvador, durante la bendición de San Antón. ALBERTO MINGUEZA

Cada amén es un guau: así han celebrado San Antón los gatos y perros de Valladolid

Decenas de fieles acuden con sus mascotas a la iglesia del Salvador para recibir la bendición del patrón de los animales

Víctor Vela

Valladolid

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Viernes, 17 de enero 2020, 21:23

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Es esta mañana de viernes cada amén un guau en la iglesia del Salvador, cada oremos un trino, un miau el podéis ir en paz. Decenas de fieles, acompañados por sus más fieles mascotas, se acercaron hasta el templo para recibir la tradicional bendición de San Antón, patrón de los animales. Hay gatos en brazos, perros en regazos, agapornis en hombros. Hay canes más rebeldes que no soportan la tranquilidad del banco y prefieren corretear (cuan larga sea la correa) por los pasillos de la iglesia. Como Chocolate, un perro de diez años que desde los cuatro meses –cuando lo adoptaron en la protectora Scooby– acompaña en su vida a Alejandra Rodríguez. «Venimos por una promesa. Chocolate ha sufrido mucho los últimos meses.Le detectaron un linfoma y tuvo una hernia discal. Nos dijeron que podía quedarse paralítico. Pero todo ha salido muy bien. Dije que, si se recuperaba, vendría con él», asegura Alejandra. Y aquí están juntos, Alejandra y Chocolate, celebrando la recuperación.

La medicina para Pilar Valles ha sido Nora, 18 meses. «Estoy jubilada por enfermedad y Nora me ha ayudado mucho, mucho en los peores momentos. Gracias a ella salgo a la calle, no paramos. A veces me agota, pero me hace muy feliz cuando más lo necesito», asegura Pilar. También Elvira Coca ha hallado en Nikolás, su gato, un inmejorable compañero de viaje. «Yo no sé vivir sin animales. Hace tres meses se murió Pancho Dos (antes tuve otro Pancho). Lo pasé muy mal. Perdí a alguien de mi familia. Y Nikolás se ha convertido en uno de mis mayores apoyos. Estoy muy mimosa. Le cojo a todas horas. Yél lo nota. Nota que me pasa algo, porque no se separa de mí». Cuenta Elvira que encontró a Nikolás en la calle, abandonado junto al paseo del Cauce. «Era tan pequeñito y lo vi tan solo, tan desamparado...¿Cómo es posible que todavía haya gente que maltrata, que mata, que abandona a los animales?Los perros no vienen a ti, tú vas al perro. Y si no lo vas a querer, hay que pensárselo con tiempo. A todos estos que tratan tan mal a los animales, a esta gentuza, les aplicaría lo más duro del código penal», defiende.

En la primera fila de la iglesia, atenta a las palabras del sacerdote, está Rosa Elvira. En su hombro izquierdo, Martín. En una jaula, Antonio. Dos agapurnis. «Tuve otros dos, Clara y Marta, que se me escaparon. Lo pasé muy mal, fatal. Los quería como quiero a la gente de mi familia», dice Rosa Elvira. «Es que son uno más», añaden Mari Carmen Redondo y Braulio Blanco, junto a Laika, cinco años, «muy cariñosa con los que acoge, aunque de entrada un poco miedosa».

La enseñanza de los animales

«Los animales aparecen en numerosos pasajes de la Biblia», evidencia Pepe Heras, párroco de Santiago y del Salvador, durante la homilía. Recuerda la salvación en el Arca de Noé, el cordero pascual de la liberación de Egipto, los saltamontes con los que se alimentó Juan Bautista, el milagro de los panes y los peces... «La sociedad actual padece dos grandes virus que tenemos que combatir. El primero es el virus contra la naturaleza, contra la casa común. El mundo está lleno de heridas (la basura, los residuos, la contaminación).Y esa destrucción afecta también a los animales». El segundo virus, explica Heras, «es el de todas esas personas a las que la sociedad descarta y que viven solas. Hay demasiada soledad en nuestros días. Pensemos en todas esas personas mayores que mueren solas en su casa. Y para muchos, los animales son su gran compañía».

«Si yo no tuviera a Yuma, ¿qué haría?Pues posiblemente estar en el bar. Ahora nos levantamos ya las nueve y media ya estamos de paseo, por el puente del Cabildo hasta la Michelin», explica Tomás Ucero. También María Elena González sale a pasear «sin pereza» con Maxi, que ayer cumplió diez meses. Juan Antonio Mellado ha engalanado a Lana, once años, con lazos rojos para asistir a la celebración. «Yo es que ya no me imagino la vida sin ella». Por eso, como tantos otros vallisoletanos, ha solicitado la bendición de San Antón, para que cuide de uno más de la familia. Y ahora, podéis ir en miau.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios