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La sombra de Pedro Sánchez es alargada. Tanto, que el líder de Ciudadanos y candidato de la formación naranja a la presidencia del Gobierno, Albert Rivera, dirigió el discurso de su principal acto en la comunidad, celebrado este miércoles en la Cúpula del Milenio de la capital, hacia el dirigente socialista. «Tenemos un presidente del Gobierno que hay que enviar al rincón de pensar», alentó entre los gritos de «presidente, presidente» de los más de 1.200 asistentes al evento, según cifraron los organizadores. Para Rivera, mandar al presidente a la oposición es una cuestión de extrema necesidad. «Es una urgencia nacional. Sé que no voy a gobernar solo, pero entre todos tenemos que construir una España moderna y liberal, que mire al futuro y deje atrás el pasado».
El presidente del Gobierno fue el denominador común de los mitin de Soraya Rodríguez, candidata al Parlamento Europeo, y Soraya Mayo y Edmundo Bal, aspirantes al Congreso de los Diputados por Valladolid y Madrid, respectivamente. Pero no estuvo solo. Compartió protagonismo con el «golpe institucional» que el «nacionalismo sectario e identitario» dio el 1 de octubre de 2017 en Cataluña. «Somos muy democráticos, pero ya basta de hacer el tonto. Respeto a los independentistas, pero lo que no respeto es que se carguen nuestro país y nuestra nación».
Tenía «muchas ganas» Rivera de pisar suelo castellano y leonés, esa tierra «tan importante para España» pero, a la vez, abandonada a merced del secesionismo. «Esta comunidad merece ser escuchada, volver a ocupar el lugar que se merece». Castilla y León es, en opinión del líder de Ciudadanos, un «ejemplo lealtad a la nación, a pesar de las carencias estructurales que tiene». «Es una tierra que siempre pide lo mismo: igualdad, nunca privilegios. En la próxima legislatura hay que hacer más caso a Castilla y menos a Torra», sentenció.
Una de las medidas de Rivera, en caso de llegar a la Moncloa, es «sentar a todos los líderes políticos» durante los primeros cien días de mandato para fijar un «pacto contra la despoblación». «¿Por qué se van de esta maravillosa tierra? ¿No será que no tienen ni empleo ni servicios?», se cuestionó.
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La Cúpula del Milenio de la capital estaba «a reventar». Rivera, tras escuchar los discursos de Rodríguez, Mayo y Bal, «nuestro equipazo», no cabía en sí de orgullo. «He engordado dos o tres kilos del orgullo de escuchar a nuestros candidatos. Tenemos al mejor equipo y vamos a salir a ganar». Este domingo, en las elecciones generales, quieren «dar la campanada». «Ser la sorpresa electoral». Creen los «valores y principios» de sus candidatos pueden declinar la balanza hacia el naranja. «Hay ganas. Valladolid huele a cambio».
Rivera lo tiene claro: su partido es la «casa común del constitucionalismo y la igualdad». No importan ni la ideología ni el partido político del que procedan sus candidatos. Ni oír hablar de tránsfugas. Por encima de todo «están las personas». Así, puso como ejemplo la trayectoria de Soraya Rodríguez, «que cojea más hacia la izquierda, como yo», como lo catalogó el abogado del Estado y candidato del partido al Congreso por Madrid, Edmundo Bal, durante su intervención. «Siento admiración por Soraya. Se fue del PSOE porque no se sentía identificada con sus valores, y la realidad es que antes de ser socialista es ciudadana», aseguró Rivera.
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