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el abrazo del oso

el abrazo del oso

Ahora los periodos de campaña son más decisivos que nunca. Conviene recordar que un sondeo no es una profecía, sino un diagnóstico

Ángel Ortiz

Valladolid

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Domingo, 17 de marzo 2019, 10:11

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EL sondeo de intención de voto para Valladolid que publicamos este domingo muestra algunas realidades. Vaya por delante que hablamos de un sondeo, es decir, de una aproximación a lo que en estos momentos podría ocurrir en el caso de que esta semana se celebrasen las elecciones municipales, no el 26 de mayo, dentro de dos meses. A pesar de que el estudio está hecho por profesionales –de GAD3, una empresa de contrastado prestigio– mediante técnicas y métodos con base científica, existen pequeños márgenes de error que podrían ampliarse en diferentes sentidos conforme avance la campaña electoral. Más aún si tenemos en cuenta que en poco más de un mes votaremos en unas generales. Dicho lo cual, continuemos con las realidades. Como digo, a día de hoy.

La primera es que Óscar Puente ha conseguido en este mandato captar unos cuantos miles de votos que no tenía. Del entorno de unos 20.000, si tomamos como referencia los resultados de 2015. Su avance es rotundo. Motivado por muchas causas, unas atribuibles a su gestión, otras a su perfil personal, otras a deméritos ajenos y otras a tendencias generales. No sabemos en qué proporción cada una de ellas. Todo indica que la Alcaldía se jugará en el espacio de un baldosín. Rozar la mayoría absoluta no significa nada. Que se lo digan al propio Puente, que hace cuatro años logró sumar quince concejales con IU y Podemos frente a los catorce de PP, ganador de los comicios, y Ciudadanos. Todos estos equilibrios, que ahora jugarían a su favor, podrían tornarse insuficientes a nada que PP, Ciudadanos y Vox se encaramen a la cifra mágica de 14 (por el camino hemos perdido población y dos concejales en la Corporación Municipal: no elegiremos 29, sino 27 ediles).

La segunda realidad es que Valladolid Toma la Palabra-IU, liderada por Manuel Saravia, está desapareciendo del mapa. Podría quedarse sin concejales. Nuevamente, en esa tendencia influyen varios factores: el hecho de que IU es un partido semiextinguido a todos los niveles, la concentración de voto de la que se está beneficiando el PSOE en este ciclo político... Pero sobre todo influye sensiblemente el hecho de que IU ha formado parte del gobierno municipal. Su proyección pública ha sido aplastada por el empuje del alcalde. Es de primero de elecciones: no pretendas sacar rédito en las urnas si, siendo el pequeño en una alianza de gobierno, no procuras distinguirte a tiempo apartándote y sacando la cabeza. A lo que ha hecho Puente le llaman el abrazo del oso. Casi todo lo que gana sale de las costillas de IU y Podemos, sus dos socios.

La tercera realidad tiene que ver con el PP. Todo lo que pierde remansa en las orillas de Vox –que obtendría representación con uno o dos escaños– y Ciudadanos, que avanza 2,5 puntos porcentuales. Nuestro sistema electoral logra la paradoja de que un porcentaje de voto similar o mayor asignado a formaciones de centro derecha –de un 43,3% en 2015 a un 44,5% previsto ahora en este sondeo– acabe diluido en una fragmentación provechosa para el PSOE. Es curioso, por cierto, que con la que está cayendo en Ciudadanos sean los socialistas, y no el PP, los más críticos con el pucherazo descubierto en la organización de Albert Rivera. Los populares no tienen, a tenor de las puntuaciones en valoración y conocimiento de los líderes expresadas por los encuestados, una mala candidata en Pilar del Olmo. Es casi tan conocida como Mañueco o Tudanca y mejor puntuada que ellos. Pero sufrirá, sin duda, para sostener unas siglas huérfanas de un liderazgo nítido durante tanto tiempo. En política, como en la vida, existen los golpes de suerte, pero habitualmente caen del lado de aquellos que hacen bien las cosas. No cabe duda de que Del Olmo y su director de campaña, el vicepresidente de la Junta, José Antonio de Santiago-Juárez, afrontan un complicado reto.

La cuarta realidad es lo que no dice este informe. No dice qué efecto tendrán las generales de abril en los resultados de un mes después. Ni dice qué sucederá cuando el electorado interiorice lo ocurrido en Ciudadanos. No sabemos si el disparate de sus primarias y la dimisión de Pilar Vicente les quitará apoyos ni si estos girarán hacia PP, hacia Vox o hacia la abstención. Tampoco dice en qué medida la campaña electoral activará los sufragios de unos y otros. Ahora los periodos de campaña son más decisivos que nunca. Por último, conviene recordar que un sondeo no es una profecía, sino un diagnóstico.

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