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El párroco de La Magdalena, Javier Martínez, ante las vallas que acordonan el exterior de la iglesia de la calle Colón.
El segundo desprendimiento de la fachada evidencia el mal estado de La Magdalena

El segundo desprendimiento de la fachada evidencia el mal estado de La Magdalena

El párroco reclama una «intervención urgente» en del templo del siglo XVI «antes de que ocurra una desgracia»

J. Sanz

Miércoles, 27 de abril 2016, 11:05

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«La iglesia de La Magdalena está pidiendo a gritos su rehabilitación antes de que ocurra una desgracia», advierte Javier Martínez, el titular de la parroquia más antigua de la ciudad, cuya fachada renacentista volvió a escupir cascotes sobre la vía pública a última hora de la tarde del lunes, como ya ocurrió cuatro meses antes, en la noche del día de Reyes. Así que la escalinata de acceso al templo del siglo XVI vuelve a estar acordonada por vallas a la espera de que cuaje el proyecto de restauración que los feligreses, encabezados por el párroco, llevan más de un decenio reclamando.

El siniestro tuvo lugar al filo de las 20:30 horas del lunes, cuando un trozo de cerámica de «unas dimensiones considerables» se desprendió del lateral derecho de la fachada, que mira a las callesColón y Estudios, y cayó sobre la verja de la casa parroquial. «La suerte quiso que se partiera en dos y que no alcanzara a dos matrimonios que se encontraba justo al lado», relata el párroco, quien lamenta que las últimas lluvias han dañado aún más los muros más que centenarios de este Bien de Interés Cultural (BIC), que volvieron a ser revisados por los Bomberos desde la escala esa misma tarde.

«La causa más probable de los dos últimos desprendimientos son las lluvias, pero resulta evidente que esta iglesia necesita una rehabilitación urgente tanto en el exterior como en el interior, ya que hace decenios que no se toca una piedra», incide Javier Martínez antes de recordar que la última intervención en el inmueble tuvo lugar entre 2007 y 2008, cuando se renovó la cubierta costó 271.396 euros. «Entonces se contempló asegurar la fachada principal y los laterales, pero se descartó finalmente», lamenta.

Grietas exteriores e interiores

Y es cierto que basta con contemplar el exterior de la iglesia para observar las grietas de sus muros laterales de ladrillo o los huecos en su imponente frontal de piedra al que la tradición popular atribuye lucir el escudo más grande del mundo para hacerse una idea de que el templo, como insiste su párroco, «está pidiendo a gritos una intervención urgente». Tampoco el interior, donde descansan los restos mortales de su promotor el obispo Pedro de la Gasca (suyo es el escudo), presenta un aspecto muy alentador: «Tenemos grietas por todas partes».

Los técnicos de Patrimonio, de hecho, examinaron este monumento construido entre los años 1538 y 1570 a raíz del desprendimiento del 6 de enero y volverán a hacerlo en los próximos días, según anticipó ayer el director general del área, Enrique Sáez, quien aclaró que dicho estudio «no detectó daños estructurales de gravedad» en la iglesia.

Esto último, según quiso matizar Sáez, no significa que la Dirección General de Patrimonio descarte una rehabilitación integral del templo a medio plazo: «Su restauración está sobre la mesa, como hemos acordado ya con la Diócesis, pero falta por ultimar un estudio pormenorizado de su estado de cara a emprender, con toda probabilidad en 2017, la limpieza y la rehabilitación integral».

Entre tanto, el responsable de Patrimonio recuerda que debe ser la Diócesis la que lleve a cabo «las labores de mantenimiento ordinarias para evitar este tipo de problemas».

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