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Nuietu Cheyak y Mercedes Pastor, con las huchas de la red solidaria en el bar Trocadero.
Una campaña teje una red solidaria en bares para llevar medicinas al Sahara

Una campaña teje una red solidaria en bares para llevar medicinas al Sahara

Nueitu Cheyaj, joven saharaui afincada en Valladolid, viajará en diciembre a los campos de refugiados para donar el material

Víctor Vela

Martes, 10 de noviembre 2015, 17:04

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Najat, ocho años, sonrisa desdibujada, no quiso caramelos. «No, gracias», le dijo a Nueitu (los amigos le llaman Noa)la última vez que se vieron, hace ya cinco años. Aquel día del verano de 2010 hubo dulces para todos. Nueitu llegó con las manos llenas. Una forma de paliar la amargura de los niños ingresados en el hospital de mutilados de Tinduf. Caramelos. Muchos. Pero Najat no quiso. «Cada vez que los cooperantes visitan el centro les llevan caramelos», explica Noa. Es la forma más directa de agasajar a los niños. Najat prefería otra cosa. ¿Qué?

Una naranja.

«Me dijo que jamás había comido esa fruta. Que había visto las naranjas en fotos. Que había oído hablar de su sabor. Que le encantaría probarla».

Y Noa se hizo una promesa:la próxima vez, habrá una naranja para Najat. El encuentro será esta Navidad.

Nueitu Cheyaj (nacida en Zug, en los campamentos de refugiados de Tinduf, Argelia, 1990) pisó por primera vez Valladolid con seis añitos. Vino de la mano de Vacaciones en Paz, el programa de acogimiento estival para niños saharauis. Al final, se quedó aquí a vivir para mejorar su salud. En La Rondilla. Con una autorización por estancia de estudios. Cuando completó su formación, se topó con el sinsentido de la burocracia. «De la noche a la mañana me convertí en ilegal. No tenía papeles, ni derechos, ni tarjeta sanitaria». Sufrió la explotación laboral. El dolor del refugiado. La luz se volvió a encender el 18 de julio de este año, cuando por fin obtuvo el reconocimeinto de apátrida. Desde 2010 no visita a la familia que allí dejó. Sus padres. Sus hermanos. Esta Navidad, por fin, podrá volver. Yno lo hará con las manos vacías. Llevará una naranja para Najat, sí. Pero también medicinas, productos de higiene...

Nueitu es Noa para los amigos. Así le llama, por ejemplo, Mercedes Pastor. Juntas han impulsado una campaña solidaria que durante estos meses recoge productos y dinero para financiar ayuda en los campos de refugiados de Tinduf. Una decena de bares se han sumado a la iniciativa. Allí, junto a la cafetera o el grifo de cerveza, hay huchas para recoger las donaciones económicas. El dinero se repartirá entre las familias del hospital de mutilados de guerra. Pero, además, Noa y Mercedes organizan en estos bares actividades culturales y de ocio para animar a los vallisoletanos a donar medicinas y productos de higiene.

«Hacen falta compresas. Las mujeres sufren muchísimas infecciones que se pueden evitar con un mínimo de prevención. Hacen falta cepillos de dientes para repartirlos en las escuelas y que los niños sepan utilizarlos. Hace faltajabón para que aprendan a lavarse las manos. Hay que enseñarles a esterilizar el baño. Oa potabilizar el agua. Los profesionales sanitarios son muy escasos. Hay muy poca gente formada y la que existe es un grupo de voluntarios que trabajan en una zona muy concreta. Por eso es necesario formar a los habitantes y entregarles material para que mejoren la higiene y sus condiciones de vida», indica Noa.

La situación, además, se ha complicado. La agencia de la ONUpara los refugiados (Acnur)emitió el pasado 23 de octubre una alerta que informaba sobre las «devastadoras inundaciones que afectan a 25.000 refugiados en cinco de los campamentos de Tinduf». «Son cinco mil familias cuyos hogares y reservas alimentarias han resultados dañados o destruidos». Las personas que se han quedado sin techo (Cruz Roja alerta de que «cientos de casas de adobe han quedado destruidas o dañadas») han tenido que ser acogidas por familiares y vecinos. Acnur ha enviado de urgencia 1.500 tiendas de campaña, 10.000 lonas plásticas, 400 rollos de plástico aislante, 10.000 mantas, 2.000 bidones de agua.

Toda ayuda es poca.

«Lo que hemos recogido hasta este viernes lo enviaremos de forma urgente a través de Amigos del Pueblo Saharui en Castilla y León», explica Mercedes. El resto, viajará en diciembre junto con Noa (negocian con una empresa para colaborar en el pago de los portes), en un proyecto solidario que busca «prevenir las enfermedades de las mujeres, favorecer la higiene básica de los niños y prestar ayuda al hospital de mutilados de guerra». El listado de material que se puede donar incluye aspirinas, ibuprofeno, tiritas, guantes de látex, gasas, vendas, alcohol, agua oxigenada, betadine, crema hidratante, compresas, pasta de dientes, jabón, gel, protector solar... «También hacen falta zapatos, sobre todo para los niños. Muchos de ellos tienen que ir a la escuela descalzos», explica Nueitu. Y no están de más los calcetines, la ropa interior (son bienvenidas las tallas extragrandes) o las linternas. Todo esto se puede entregar en los bares participantes. No se recogen productos perecederos de alimentación. Pero en el equipaje fijo, seguro habrá una naranja para Najat.

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