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La capital de Nepal (Katmandú) destruida.
Un vallisoletano recauda medicinas y ropa para las víctimas de Nepal

Un vallisoletano recauda medicinas y ropa para las víctimas de Nepal

Jesús Molinero buscó ayuda entre sus amigos del mundo empresarial y las asociaciones para conseguir todo el material

Esther baruque

Lunes, 10 de agosto 2015, 21:09

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Solo han pasado tres meses desde que la tragedia sacudiera el pequeño país de Nepal. Pero los dos terremotos que dejaron más de 8.000 muertos y millares de heridos han sido casi olvidados. De los 5.000 millones de dólares que la comunidad internacional calculó necesarios para la reconstrucción, solo llegaron 92 millones, y mientras España vivía pendiente de unas elecciones y de una final de fútbol, el pueblo nepalí se unió para levantar el país al margen de su gobierno. Sin embargo, algunas personas aún se acuerdan.

Jesús Molinero formó parte de la primera expedición de trekking organizada por la Fundación Ateneo Cultural Jesús Pereda. A pesar de que ya se encontraba en casa cuando sucedió la catástrofe, no dudó ni un momento en iniciar y organizar la recogida de material humano que más tarde él mismo se encargaría de llevar a Nepal. «Empecé a llamar a gente. Amigos míos, personas del mundo empresarial, asociaciones Lo había hecho anteriormente con otros desastres, como en Rumanía». Finalmente se preparó un pequeño envío de 7.300 kilos de medicinas y ropa para niños en su mayoría.

Pero una vez allí comenzaron los problemas. «Nos pusieron muchas trabas burocráticas y las tasas que nos pedían eran salvajes», se queja el impulsor de esta iniciativa. Para poder liberar el material de ayuda humanitaria era necesario desembolsar la cantidad de 5.000 euros, por lo que fue preciso buscar alguna colaboración. Primero con las ONG y los hospitales, y luego con un par de políticos de Katmandú, gracias a los cuales se pudieron reducir las tasas.

El material se repartió tanto en la capital como en las zonas rurales afectadas. La única condición que se impuso fue que se distribuyera por las castas más desfavorecidas. «Nepal es un país de castas, y las castas altas están monopolizadas. Se quedan con la parte más grande del pastel», afirma Molinero, quien añade que «a nivel político el pueblo nepalí está muy descontento, pero se están organizando entre ellos».

La reconstrucción y la ayuda humanitaria siguen llegando lentamente y la situación dista mucho de ser optimista. La mayoría de las fachadas están apuntaladas, el peligro de derrumbe es constante y el país se encuentra inmerso en la época del monzón. Sin embargo, Molinero no se rinde: «Por mi parte, seguiré con el envío de material y volveré personalmente, ya que me parece una responsabilidad cerciorarme de que llega todo lo recaudado.» Pero no toda la ayuda es material. Otra de sus intenciones es la de un posible traslado de algún nepalí a España, para que a través de un empleo y un sueldo puedan ayudar a sus familias. «Si se puede, se intenta».

Entereza y dignidad

Son las palabras más utilizadas por Juan José García, miembro de la segunda expedición de trekking a la que sorprendió el terremoto, para describir al pueblo nepalí. «Es impresionante la dignidad que tienen ante una adversidad como esta, nunca vi ningún momento de histeria».

A la hora de referirse a la situación del pequeño país asiático, no cabe la desesperanza o el desánimo. Según Molinero, «es un pueblo increíble, que te lo da absolutamente todo. Ellos viven el hoy, viven el presente, y su presente no tiene más de tres días». Pero el futuro no depende solo de los nepalíes, también depende de personas que, como Jesús, aportan su pequeño granito de arena. Porque como dijo Alejandro Magno, «de la conducta de cada uno depende el destino de todos».

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