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Valladolid entra con fuerza en el primer mapa del exceso urbano y de rotondas

El avance de la futura 'wikipedia' con los efectos de la burbuja inmobiliaria incluye ya ocho escenarios

Antonio Corbillón

Jueves, 19 de marzo 2015, 08:13

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Las rotondas son la metáfora del exceso constructivo. El ADN por el que las células de la burbuja inmobiliaria se convirtieron en muchos lugares en un tumor urbano que crecía descontroladamente. Allá donde algún día se pensaba construir una urbanización o un polígono se empezaba por parcelar y llenarlo con un damero de círculos y viales. El brusco parón tras el estallido de esa burbuja ha dejado un paisaje alucinado. Rotondas imposibles, calles que no van a ningún lado. Como con todos los grandes problemas, se aprecia mejor si se toma distancia.

El ingeniero Miguel Álvarez trabaja a diario con Google Earth. Hace año y medio se le ocurrió empezar a mirar la crisis del ladrillo desde allí arriba. Se quedó tan espeluznado que decidió empezar lo que él llama «inventario visual de daños». Logró sumar a su proyecto a más ingenieros y arquitectos y crearon el proyecto Nación Rotonda.

¿Por qué ese nombre?

Por esa idea metafórica de la rotonda como estado mental de dar vueltas sin llegar a ningún sitio.

A día de hoy, su web (www.nacionrotonda.com) ha reunido ya 650 imágenes del antes y el después repartidas por todo el país. «No hemos hecho más que empezar», advierte Álvarez. No hay textos, ni sermones, ni ideología. Las imágenes hablan solas. «Es un inventario y, por tanto, un recurso para que lo use quien quiera. Nos gustaría que, cuando los municipios decidan volver a construir sin pies ni cabeza, miren la web y quizá se replanteen cosas», desea el arquitecto Rafael Trapiello.

En estas panorámicas, Valladolid ocupa ya un puesto destacado en esta cartografía del disparate. Como la gran rotonda de Parquesol (foto superior) que duplica a la gemela que tiene al lado y cuyo futuro parece marcado por una total inutilidad. O esa imagen del extrarradio de Cabezón de Pisuerga junto a la autovía A-62, convertido en un ajedrez de parcelas y polígonos que esperan a que una nueva bonanza económica llene algún día su vacío.

Un proyecto interrumpido similar se asoma a la autovía de Segovia en el polígono industrial Los Alamares, en las afueras de Laguna de Duero. Asimismo los ojos de águila de Nación Rotonda han puesto la vista en otros escenarios del exceso constructivo y mal planificado como Fuensaldaña o Villanubla. También en Soto de Tovilla, junto a Tudela de Duero. Por cierto que en esta finca, los arqueólogos encontraron en su día un poblado tardorromano con 26 tumbas. Tal vez algún día, la historia detecte la tumba de un poblado urbano sin medida ni lógica.

El campo de acción es tan amplio que esta cartografía solo está asomando su verdadera dimensión. Escenarios como Arroyo de la Encomienda, auténtica milla de oro de las rotondas, no figuran aún porque es de los pocos lugares en los que, con mejor o peor resultado, los proyectos urbanos no se han quedado a medias. «Aparte de las de Arroyo, son llamativas las glorietas de reciente construcción en el acceso a La Cistérniga; o las de la carretera de Segovia en el cruce con las rondas interior y exterior. Las glorietas partidas son más complicadas aún. Otro caso problemático es la rotonda del colegio San Agustín, (carretera de Madrid) que necesita una corrección en el diseño que no es cara y daría más seguridad», repasa el profesor de Urbanismo de la Escuela de Arquitectura, Manuel Saravia. Paradójicamente, este experto recuerda que esta solución urbana «es anterior a la aparición del automóvil».

La próxima burbuja

La nueva España que asoma en este trabajo tiene otros muchos espejos en los que mirarse en Castilla y León. Hasta 41 escenarios más ya están documentados a vista de pájaro. Y docenas y docenas repartidos por todo el país, con especial abundancia en las zonas costeras de Andalucía y el Levante y toda el área urbana de Madrid y sus ciudades dormitorio. «Esperamos terminar la catalogación antes de la siguiente burbuja», avanza no sin cierta sorna el también ingeniero Esteban García. Pesimismo urbanístico-existencial que comparten otros investigadores. «Me temo que no hay remisión y estamos ante un dragón dormido. Estoy convencido de que, en cuanto las condiciones económicas cambien, se continuará con el modelo anterior», advierte el arquitecto Trapiello. Con este proyecto se apela a la «concienciación ciudadana, son los únicos que pueden parar esta locura», insiste.

De momento, está iniciativa parece que no dejará de crecer ya que ha logrado el consenso varios colectivo sensibilizados con la gestión de tanta intervención dudosa. A Nación Rotonda se han unido en los últimos meses otras formas de ecologismo y de defender el uso racional del entorno como Basurama y Ecologistas en Acción. Todos ellos disponían de canales de localización de puntos negros del urbanismo que, desde hace unas semanas, están convergiendo en el proyecto común Cadáveres Inmobiliarios (www.cadaveresinmobiliarios.org). Y por allí, ya empiezan a asomar nuevas ruinas constructivas de la provincia como el fallido proyecto Meseta Sky y el Parque Empresarial Tordesillas (sector 1).

A Pablo Rey, urbanista en el colectivo Basurama, le preocupan mucho los efectos de «ese metabolismo urbano y como defeca sus errores en estos vertederos inútiles». Por eso, le ha puesto aún más ambición y propone aunar fuerzas para crear «una especie de wikipedia que todos puedan alimentar». Eso incluye a todos los ciudadanos que quieran hacer llegar sus propias pistas de esta geografía fallida.

Ana Fernández, de Ecologistas en Acción, plantea una acción más directa y que todo esto sirva para «articular la denuncia de estos espacios baldíos» y propone actuaciones en aquellos donde «el mal aún no está hecho o es aún reversible». Porque, tras constatar la realidad, surge la gran pregunta: ¿qué hacemos con lo que ya hay? «Es el gran desafío de las próxima décadas. Tendremos que aprender a no crecer o a decrecer», apunta Esteban García.

Este atlas del ladrillo también ha llegado a algunos de sus cómplices. « Hay políticos que ya entienden la gravedad del problema. Por eso les pedimos a los lectores que hagan lo propio con sus representantes», invita Miguel Álvarez.

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