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Valladolid se enfrenta a las elecciones más inciertas en el ‘feudo’ de Javier León

El ascenso de nuevas fuerzas políticas puede acabar con la mayoría en el Ayuntamiento

J. Asua

Lunes, 9 de marzo 2015, 08:18

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Hubo un tiempo en que todo era más cómodo para algunos, una época con tres siglas inamovibles PP, PSOE e IU en un salón de plenos que Francisco Javier León de la Riva dominaba con mano firme. Aquellos días de tranquilidad, de calma chicha, de un reparto de escaños muy previsible, podría tocar a su fin el próximo 24 de mayo. O no. Mientras la demoscopia nacional sube y baja porcentajes de apoyo, apuntando a un panorama de pocas mayorías y muchos pactos, los nuevos flancos políticos que ya se arman en la capital vallisoletana dibujan la próxima cita electoral como la más incierta desde la instauración de la democracia. En el que durante veinte años ha sido un feudo de los populares, gracias, principalmente, al personalísimo estilo de un alcalde querido por unos y odiado por otros, las urnas podrían provocar un vuelco en el gobierno municipal. O no. Todos los combatientes se ven con posibilidades. La pieza a batir, tocada por un juicio que le sentará en el banquillo de los acusados a un mes de los comicios, está dispuesta a defender su terreno, un espacio que desde la oposición dan por ganado. Ono. Se acabaron las escaramuzas. Comienza la batalla. Ustedes deciden.

La apuesta es arriesgada por la cita con los tribunales que le espera al candidato, pero al PP no le queda otra. No haber preparado un relevo potente con tiempo obliga a confiar en el que hasta ahora ha sido garantía de triunfo. León de la Riva ya anuncia que tirará de balance para que los que vallisoletanos sean conscientes del trabajo realizado.

Durante su extensísimo mandato, la ciudad ha cambiado a mejor (ahí están las cinco mayorías absolutas que refrendan la gestión), aunque no es menos cierto que el exceso de confianza propiciado por un periodo tan largo en el poder ha sacado, a última hora, rémoras que afean la labor. La manipulación del PGOU, con buena parte de su excúpula de Urbanismo pendiente de juicio; el caso Samaniego de adjudicaciones irregulares a empresas del exjefe de Mantenimiento del Consistorio o la expropiación forzosa de los terrenos del Zambrana que obligan a restar de las arcas municipales 20 millones de euros por no haber actuado con la diligencia esperada suponen borrones a los que la oposición se aferran. Él tiene claro que estos temas críticos preocupan, en especial, al aparato político y de ciudadanos más comprometidos. Los de a pie, la gran mayoría, se fijan más en lo doméstico de la urbe, en los servicios del día a día de la ciudad que viven, y eso funciona relativamente bien. Ese es su fuerte y ese es el fuerte que explotará en su campaña. Balance. «Lo que había cuando entré en 1995 y lo que hay ahora». De lo que ha salido por su boca hay para escribir largo y tendido. A veces desafortunadas, otras hirientes y otras, por espontáneas, coincidentes con los que piensan muchos de sus votantes, sus declaraciones son él mismo. Y, hasta el momento, tampoco le han pasado factura. Eso sí, cada vez se sujeta más, manque le cueste.

Es un abogado optimista. Sufrió un importante revolcón electoral en 2011, pero aquel disgusto ya pasó. Él no afloja. «Afrontamos estas elecciones con mucha esperanza y con la certeza de que vamos a ser capaces de gobernar», subraya Óscar Puente. A su derecha, dice, tiene un candidato «tremendamente desgastado».

A su izquierda, «mucha confusión» de siglas. Comenzó el mandato tocado por la derrota y en pleno proceso de renovación interna del PSOE a nivel provincial, pero en los dos últimos años el trabajo ha sido intenso. Primero, tomando el pulso a los barrios en una larga gira por la ciudad y luego, trasladando a los plenos sus propuestas. Unas a pie de calle, concretitas, y otras de carácter más global y acertadas. Tanto, que el PP ha tenido que admitir algunas, siempre a la manera de los populares: no, pero sí. Entre ellas, las lanzaderas de Auvasa para transportar a los estudiantes a la Universidad o el compromiso para fijar criterios objetivos para repartir las subvenciones a los clubes deportivos. Este político, que vive de la actividad de su bufete, interpreta estas cesiones del PP (inéditas durante muchísimos años y que también ha hecho a IU) como un síntoma de debilidad y como la constatación de que el PSOE es «la alternativa». Acompañado de Ana Redondo como número dos, Óscar Puente se fija dos prioridades si logra el bastón de mando: dotar a Valladolid de actividad económica para que los jóvenes no se tengan que ir y proteger los derechos de los que peor lo están pasando. «Le agradecemos los servicios prestados, pero León de la Riva es el pasado», subraya el aspirante, quien de pactos, por ahora, no habla.

Están encantados de haber diluido sus siglas en un proyecto de confluencia ciudadana, que les ha salido bien. Su generosidad ha sido recompensada y el censo de esta plataforma ha premiado el trabajo de tres concejales de Izquierda Unida un tridente hiperactivo dándoles los puestos de cabeza de esta «nueva forma de hacer política» que ven ganadora. Lo recalca Manuel Saravia, candidato a la Alcaldía.

«Ofrecemos una alternativa de presente y de futuro con dos patas: un proyecto de ciudad donde se cuiden los derechos de las personas vivienda, empleo y protección social para que nadie quede descolgado y otra forma de gobernar, participativa, horizontal y con la transparencia como seña», resume. Enfrentarse a un rival tan veterano como León de la Riva no es ningún handicap. Todo lo contrario. «Él es el responsable de aplicar la política de recortes del PP en la ciudad y debe rendir cuentas; el alcalde es muy conocido para lo bueno y también para lo malo; y de eso hay bastante», acota.

Han aparcado la marca matriz Podemos para plantear un Sí se puede que les haga reconocibles. Los seguidores de Pablo Iglesias, que en Valladolid concurren junto con la plataforma Ganemos, son la alternativa para muchos votantes hartos de una «casta» salpicada por la corrupción. Su éxito entre los indignados ha puesto en guardia a las formaciones tradicionales por su ascenso en intención de voto. Charo Chávez, portavoz de la iniciativa municipal, recalca que se sitúan en el centro del tablero «ni en la izquierda ni en la derecha, es 100% ciudadana» con el objetivo de ganar y aglutinar el deseo de muchos vecinos de un «cambio real», que acabe con los recortes en materia social y ponga coto a los desmanes en la gestión de lo público. «Tenemos votantes de todas las formaciones y gente que nunca havotado, las expectativas son muy favorables», sostiene. El 31 de marzo ya tendrán candidato tras un proceso de primarias. ¿Lo más urgente? «Una auditoría completa de cuentas y servicios municipales para conocer el estado real del Ayuntamiento; un plan de rescate ciudadano para ese 20% que se encuentra en situación de pobreza y garantizar los suministros básicos de agua, luz y gas» para los hogares que están sufriendo la crisis de manera más virulenta. A los pactos están abiertos, pero «nunca» con PP y PSOE. A León de la Riva le dan por amortizado. «Este señor no representa ni a sus votantes», subraya.

Su candidato a la Alcaldía, César Toquero, lleva muchos meses empapándose de la política municipal. Se le puede ver en el gallinero del salón de plenos siguiendo los debates para, tras su conclusión, aportar opiniones y propuestas. Toquero tiene claro que el escenario del 24 de mayo está más que abierto, «con el juicio del alcalde a un mes de las elecciones, la repercusión que tendrá la plataforma Valladolid Toma la Palabra entre los votantes de IU y qué harán Podemos y Ciudadanos, que hasta el momento han vendido humo».

UPyD, que advierte posibilidades ciertas de lograr concejales, abogará en su campaña por «la transparencia y regeneración democrática», una «línea roja» que dejarán clara ante posibles pactos. A su juicio, la fama de buena gestión del alcalde «se ha caído como un castillo de naipes con casos como el Zambrana» y su «desgaste tras 19 años en el poder ha dejado la ciudad absolutamente parada». UPyD plantea un gobierno municipal abierto a la participación. ¿Prioridades? Plan de empleo, que no conlleve subvenciones; política social para aminorar las consecuencias de la crisis, optimizar los recursos y sacar partido al potencial a la ciudad.

La formación del carismático Albert Rivera dará a conocer su candidato a la Alcaldía a finales de marzo. El coordinador del partido en Valladolid, Jesús Presencio, augura que la irrupción de esta formación regeneracionista en el Ayuntamiento, será importante. «Javier Nart dijo en su visita a Valladolid que lograríamos dos concejales, yo lo multiplico por dos», señala. Presencio subraya que Ciudadanos aportará «experiencia, pericia y conocimientos» en la gestión de lo público con la transparencia como bandera. La candidatura de León de la Riva, lejos de asustarles, la prefieren, «porque se le podrán pedir explicaciones directamente». En este entramado civil, con una línea ascendente en intención de voto, ha sonado el desembarco de Manuel Soler, expresidente de la Confederación Vallisoletana de Empresarios, aspecto que desmiente tajantemente Jesús Presencio. Soler ya mantuvo contactos con UPyD para entrar en la lista.

Su primera cita con las urnas fue en las europeas. 5.157 votos en Valladolid, el 4,04% de las papeletas válidas. Alfredo Fernández, candidato a la Alcaldía por VOX, se agarra a este dato como el anuncio de una posible irrupción de la formación en la Corporación. Sus sondeos, apunta, les darían entre el 3% y el 7% de los votos en las municipales, lo que podría traducirse entre uno y tres concejales, señala este aspirante a edil, una representación que arrebatarían directamente al PP al que Fernández ya no considera un partido de derechas. Ellos, sí.

A la cara visible de VOX no le duelen prendas en reconocer que León de la Riva «quizá haya sido el mejor alcalde de Valladolid», aunque su tiempo ha pasado «por su talante de enfrentamiento absoluto con todos y una imagen hosca y antipática que no se corresponde con la de la ciudad». En su programa ya hay algunos epígrafes concretos: bajada «drástica» de impuestos, adelgazamiento de la administración con la externalización de prestaciones para que el Ayuntamiento asuma menos cargas o la eliminación de la ORA.

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