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Los alumnos miran con atención la incubadora.

Premian el proyecto de un colegio de Laguna que incuba pollitos para enseñar en Infantil

El CEIP Nuestra Señora del Villar recibe 15.000 euros del Ministerio de Educación por su novedosa iniciativa

j. n.

Jueves, 5 de febrero 2015, 10:14

El proyecto de mejora de educación infantil Los Pollitos del CEIP Nuestra Señora del Villar de Laguna de Duero ha resultado ganador del premio Francisco Giner de los Ríos dotado con 15.000 euros y que convoca cada año el Ministerio de Educación Cultura y Deporte. «Ha sido el único proyecto de Educación Infantil premiado a nivel nacional», apuntan orgullosos los profesores implicados en el proyecto.

Nieves Huerta, Raquel Vázquez, Pablo Guerra, Alberto Gutiérrez y María Cristina Valle, coordinados por Mercedes Carpintero, son los responsables de que 225 niños de Educación Infantil incubaran siete huevos de gallina parda castellana (gallina de pluma rojiza, pollitos amarillos) y seis de gallina pinta asturiana (gallina de plumas blancas y negras y pollitos de plumaje amarillo y negro).

«Decidimos introducir dos especies diferentes de huevos de gallina porque nos permitía compararlos durante todo el proceso, ya que eran muy diferentes, y llegado el momento, según nuestras hipótesis iniciales, nos brindaría la posibilidad de ver dos tipos diferentes de pollito señala la coordinadora del proyecto, Mercedes Carpintero- lo que facilitaba a los alumnos reconocer la castellana como la especie autóctona de nuestra región, al tiempo que aprendíamos más sobre las diferentes especies presentes en la geografía nacional».

Aprender de todo

Todo comenzó cuando una profesora en prácticas dijo el curso pasado que había oído que se podían incubar pollitos en una yogurtera. «Nos informamos bien y descartamos la idea porque ante todo íbamos a trabajar con vidas y no queríamos poner en riesgo la de ningún animal. Por eso, antes de empezar aprendimos muy bien cómo hacerlo para que no pasara nada», dice Mercedes. Y prueba de ello fue el resultado: obtuvieron nueve pollitos: uno de gallina parda y ocho de gallina pinta. «El resto de huevos no estaban fecundados, por lo cual no tenían embrión, como fuimos comprobando a lo largo del proceso. ¡Por lo tanto el éxito fue del 100% de huevos fecundados!».

Descartada la yogurtera, había que hacerse con una incubadora. «Buscamos por Internet incubadoras en venta, pero los precios eran prohibitivos para nuestro presupuesto hasta que encontramos una mucho más barata porque tenía un pequeño defecto», afirma la directora del centro, Reyes Andrés.

Ya con la incubadora en el colegio, solo quedaba ponerse a trabajar. Pidieron huevos fecundados a un vecino del municipio y los colocaron en la incubadora. «Los niños aprendieron matemáticas apuntando los días que faltaban para que salieran los pollitos, restando los huevos descartados. Sumando los huevos castellanos y los asturianos La parte de lectoescritura la trabajamos escribiendo cuentos, escuchando poesías relacionadas con pollitos Cuando íbamos a verles hacíamos un registro de ovoscopia. Verbalizábamos lo que veíamos, los escribíamos, lo cuantificábamos Integramos en el proyecto todas las áreas que trabajábamos en el cole», explican los profesores.

Y el resultado no ha podido ser más positivo: «Si a los niños les señalas el componente motivacional que aporta una experiencia nueva se lanzan literalmente al aprendizaje; la concepción de siéntate, cállate, vamos a hacer esto desaparece o muchas veces les das el resultado y no les dejas que lo alcancen poco a poco», son las conclusiones a las que han llegado los profesores. «Lo que pretendíamos con este proyecto no era decirles lo que era evidente, sino dejarles que ellos lo descubrieran. La ilusión y la motivación generan la necesidad de aprender».

Y durante el tiempo que ha durado el proyecto 21 días de incubación y dos más hasta que les llevaron a la granja, el comportamiento de los niños ha sido excelente. «La actitud hacia las cosas nuevas que les presentamos ha sido impresionante. Sabían que tenían que estar en silencio y no hablaban; se preocupaban por cuidar al animal, por sus necesidades, tranquilidad, calor, inculcas el cuidado del animal y aprenden respeto y responsabilidad. Esas actitudes de cuidado, observación de la vida, respeto por la vida, esfuerzo luego lo extrapolan a otros ámbitos».

«El día de la eclosión fue muy emocionante, también para nosotros porque muchos tampoco habíamos vistos nunca nacer un pollito. Les oíamos cómo piaban todavía dentro del huevo». Felizmente, cuando se llevaron los pollitos a la granja, los niños se quedaron muy tranquilos porque «se habían ido con su mamá».

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