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Antonio G. Encinas
Viernes, 19 de diciembre 2014, 17:33
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Comerán turrón estas navidades. Seguro. Solo hay que verles sonreír ahora, algo que no hacían igual antes de que Luis Alonso, director de Centros Asistenciales de Personas Mayores de la Diputación, preguntara quiénes querían arreglarse la dentadura gratis. Los seis elegidos entre las 86 solicitudes recibidas se pusieron sus mejores galas para acudir a la revisión marcada por el odontólogo David Morales, artífice de esta puesta a punto bucal. «Elegimos a los más válidos del grupo con prótesis dental, porque hay personas con deterioro cognitivo que esto no lo pueden hacer, por ejemplo», señalaba Alonso. Así que les tocó a ellos.
«Uno de ellos tiene 94 años», explica David.
Y hablando de cifras curiosas. El tratamiento, que consiste en implantar unos automáticos que permiten fijar la prótesis y que no se mueva, cuesta tres mil euros. A los pacientes no les ha costado ni un céntimo. «Vimos que podíamos darle un servicio a personas que lo necesitaban. Comtactamos con Luis Alonso, se lo planteamos, y solo faltaba la empresa que estuviera dispuesta a poner el material», explica David Morales. Y tiró de contactos. «Hablamos con Bioner, que está en Barcelona, con quien colaboro como asesor científico, y nos dieron el OK. Han prestado todos los materiales necesarios. A partir de ahí organizamos los pacientes, los vimos, contratamos un anestesiólogo, porque es gente mayor y hay que tener la máxima seguridad, y contamos con la ayuda de dentistas que aportaron su trabajo de manera gratuita». Unos ponen las instalaciones, el gabinete M&M, otros los materiales y los pacientes, las ganas de poder masticar sin temores.
«La nutrición ya les cuesta, aunque es equilibrada porque revisamos los menús. Pero muchas veces por las molestias de quitarse y ponerse la dentadura, y echar pasta, y limpiarla...», explica Luis Alonso. Y por ahí llegan algunos problemas de salud, claro. Ahora, en cambio, «se lavan la boca más y ya no hay prótesis en la cabecera de la cama».
Y los hay que a fuerza de presumir, sonrisa en boca, de su reforzada dentadura han conseguido que otros pidan ya cita. «Las personas que han venido hasta ahora son gente con poca capacidad económica y sería imposible que se lo costearan. Algunos que sí tienen esa capacidad quieren venir a hacérselo voluntariamente», señala Alonso.
Aunque habrá otros que se puedan beneficiar de una segunda tanda, porque el proyecto sigue. Íñigo Bailón, de Bioner, explica por qué con contundencia. «La nuestra es una empresa familiar, llevamos 23 años y ya habíamos hecho alguna cosa así fuera de España. Cuando David nos lo planteó... El dinero no lo es todo. Ver a estos abueletes cuatro, cinco ó seis veces y cada vez más sonrientes es algo que te llena».
Por eso pondrán veinte mil euros más para seguir con la tarea en cuanto empiece 2015. «Y en vez de seis, intentaremos hacer más». Mientras el dentista hablaba, sus pacientes recibían un último ajuste. Para que lleguen a tiempo al turrón.
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