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La Acera de San Francisco, en una imagen de 1873.
¿Quieres saber cómo era Valladolid en 1856?

¿Quieres saber cómo era Valladolid en 1856?

Una exposición en el Archivo Municipal recrea la vida de la ciudad hace 160 años, coincidiendo con el origen de El Norte de Castilla

ENRIQUE BERZAL

Domingo, 7 de diciembre 2014, 09:49

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Solo había un teatro, el juego de pelota hacía furor, era costumbre frecuentar a diario el paseo del Espolón, lo de bañarse en el Pisuerga tuvo que ser reglamentado para evitar conductas inmorales, y los aires revolucionarios anunciaban el despegue de un Valladolid nuevo, un Valladolid heroico. Era 1854, justo el año en que vio la luz El Avisador, periódico creado por el boticario Mariano Pérez Mínguez y el médico Pascual Pastor y que constituye el origen de El Norte de Castilla, cuyo 160 aniversario viene celebrando el decano de la prensa a través de diversos actos. El broche final de esta efeméride tendrá lugar el próximo viernes con la inauguración de una original exposición organizada en colaboración con el Archivo Municipal.

Lleva por título Ciudad heroica: Valladolid durante el Bienio Progresista, 1854-1856 y se inaugurará a las 12 de la mañana en el convento de San Agustín, sede del Archivo. «Se trata de recrear cómo era la ciudad en los años en los que se editó El Avisador, periódico que dio origen a El Norte de Castilla, años que coinciden con el llamado Bienio Progresista, de 1854 a 1856. No es una etapa cualquiera, pues en ella se producen importantes transformaciones de todo tipo. Podemos decir que Valladolid se hace contemporánea», señala Eduardo Pedruelo, director del Archivo Municipal y coordinador de la exposición.

Estructurada en seis capítulos, la muestra expone un total de 66 documentos históricos que reflejan la honda transformación de aquella ciudad de provincias llamada a ser la avanzadilla de la revolución que alumbraría el Bienio Progresista. Fotografías, cuadros, litografías, expedientes, planos, periódicos y otra documentación, gran parte de ella inédita, que permite recrear aquel Valladolid heroico que facilitó la llegada al poder del general Espartero. «No se trata de contemplar el Bienio Progresista desde un punto de vista global aclara Pedruelo, pues casi todos los fondos proceden del Archivo Municipal y de fuentes hemerográficas, como el Boletín de la Provincia o El Avisador. Pero sí se plasman los cambios más relevantes que acontecen en la ciudad, sobre los que dichas fuentes aportan valiosos testimonios».

Junto a los cambios fundamentales que auspicia el reinado de Isabel II, incluida la consolidación del régimen liberal, el visitante podrá conocer los aspectos más importantes de la administración y el gobierno municipal de aquellos años, una vez materializado el alzamiento contra el gobierno del Conde de San Luis, que permitió la subida al poder de Espartero; así lo refleja, por ejemplo, el Acta de la reunión del Ayuntamiento de 15 de julio de 1854. De hecho, el protagonismo de Valladolid en dichos acontecimientos le valió el título de Ciudad Heroica, como muestra la Real Orden fechada el 14 de agosto de ese mismo año, otra de las piezas de la exposición.

La ciudad desempeñó igualmente un importante papel en los virulentos Motines del Pan, iniciados en junio de 1856 a raíz del enfrentamiento de una panadera con su clienta, apodada La Madrileña, como demuestra la Declaración del estado de guerra, el día 22, por parte del capitán general de Castilla la Vieja, Joaquín Armero y Peñaranda. Cuatro meses más tarde, el general ODonnell protagonizaba un contragolpe contra Espartero y entregaba el gobierno al conservador Ramón Narváez, apodado el Espadón de Loja, dando comienzo así al gobierno de la Unión Liberal.

El tercer capítulo muestra el impacto de las transformaciones sociales y económicas, las consecuencias de las medidas desamortizadoras, la revolución demográfica e industrial (documentos sobre el uso de la máquina de vapor, la apertura de una fábrica de curtidos en Tenerías, etc.) y la eclosión de las clases sociales, con la burguesía como exponente dominante. Son años en los que entra en funcionamiento el Canal de Castilla y se inician las obras de la estación de ferrocarril, como muestra un Plano de Lesguiller, de mayo de 1857, pero también se intensifica el tráfico por carretera y se avanza considerablemente en los medios de transporte y comunicación.

En la etapa en que se forja El Norte de Castilla tiene lugar una intensa transformación urbanística conforme a los gustos e intereses de la dominante burguesía capitalina. Así lo refleja el cuarto capítulo de la exposición, que hace especial hincapié en la legislación local en materia de urbanismo y en aspectos novedosos como la obligatoriedad de elaborar planos técnicos. Un capítulo en el que se pueden contemplar, entre otros documentos, el plano topográfico del Convento de San Francisco, delineado en 1810 y copiado en 1835, una fotografía de la Plaza Mayor en un día de mercado en 1865, el plano de Valladolid dibujado en 1844 por los hermanos Ameller, o el dibujo de la fachada de la casa ubicada en la calle Zapico, números 11 y 13, de enero de 1854.

La carestía de la vida, la crisis derivada de la subida de los precios del pan, el empuje de las clases populares, el control de la mendicidad, las diversiones, el ocio, las fiestas y la actividad cultural se dan cita en un curioso apartado que conjuga aficiones y fiestas tradicionales como las verbenas, el carnaval, las corridas de toros y las celebraciones religiosas, con formas novedosas de sociabilidad a través de círculos recreativos (inauguración del Círculo de Recreo) y sociedades de diverso tipo. También, el gran impacto de las fiestas organizadas con motivo de la inauguración de las obras del Ferrocarril del Norte, en abril de 1856, que incluyeron la visita del general Espartero.

Y junto a los avances educativos y culturales no hay que olvidar que entonces se publica la famosa Historia de la muy noble y leal ciudad de Valladolid, desde su más remota antigüedad hasta la muerte de Fernando VII (1851-1854), de Matías Sangrador, el colofón de la muestra viene de la mano de la prensa.

De hecho, ya El Avisador había surgido como consecuencia directa de la agitación política del momento y de la libertad de imprenta propiciada por el Bienio Progresista. Una libertad de imprenta expresada en el Manifiesto de Manzanares y que auspiciará la proliferación de otros productos periodísticos, como el Boletín Extraordinario de la Junta Provisional de Gobierno de la Provincia de Valladolid, El 15 de Julio. Periódico Político, Económico, Literario e Industrial, El Tribuno, El Áncora de Castilla y, desde luego, El Correo de Castilla, impulsado por José Francés de Alaiza y Sabino Herrero Olea, que el 17 de octubre de 1856, apenas cinco días después de iniciarse el gobierno de la Unión Liberal, se fusionará con El Avisador para adoptar la nueva cabecera de El Norte de Castilla.

La exposición se acompaña de un catálogo de 175 páginas, redactado por siete catedráticos y profesores universitarios, que sintetiza los avances políticos, sociales, económicos, urbanísticos y culturales de Valladolid entre 1854 y 1856. «El catálogo reproduce parte de la documentación expuesta, pero la mayor novedad es que el lector podrá tener acceso a los expedientes completos a través de Códigos QR», apunta Pedruelo.

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