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¿De verdad nos afecta el cambio de hora?

¿De verdad nos afecta el cambio de hora?

Los expertos minimizan los efectos... y apuntan que, lo que de verdad importa, es el tiempo que disfrutamos de luz solar

Víctor Vela

Jueves, 23 de octubre 2014, 17:00

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No haga caso a los agoreros. El fin del mundo no está a la vuelta de la aguja. Aunque haya gente que disfrute dándole cuerda a la fatalidad. Este sábado volveremos a cambiar la hora (a las tres serán las dos). Y estudios hay que, con mayor o menor fortuna, dicen que no solo nos afecta al sueño, sino que, atención, da lugar a más ataques del corazón, aumentan los accidentes laborales, suben los siniestros de tráfico, hay más suicidios, los chavales sacan peores notas en los exámenes y hasta las bolsas lo notan con caídas en el ibex.Incluso un trabajo publicado en el Journal Applied Psychology concluye que el cambio de horario (eso que ocurrirá este fin de semana)aumenta durante varios días el tiempo que pasamos navegando sin rumbo por Internet. Hay estudios para todo.

Pero no se preocupe. Tampoco es para tanto. «No he visto en la consulta ni un solo caso motivado por el cambio de hora», diceNieves López, titular de Psicología Médica en la Universidad de Valladolid. «Quizá afecte un poco más a los niños, pero en los adultos, la adaptación si no es automática, sí que se produce sin mayores problemas», apunta Daniel Arauzo, secretario de la Sociedad Castellana y Leonesa de Medicina de Familia y Comunitaria, quien añade que, además, en este cambio de hora del otoño, la situación es aún «menos conflictiva». Aquí, al fin y al cabo, dormimos una hora más. Más complicadilla es la transición primaveral cuando le robamos una hora al sueño y ahí sí que podemos notarlo, al menos durante un par de jornadas.

¿El truco? Adaptar poco a poco los usuarios. María Ángeles Aguado es la presidenta de la Asociación de Diabéticos de Valladolid y recuerda que las personas que presentan esta enfermedad suelen adaptar su restrictivo horario de comida y pinchazos ganándole minutos durante la semana previa y la posterior. «Pero en términos generales no conlleva problemas. No es lo mismo que viajar, por ejemplo, a América, donde hay varias horas de diferencia», apunta Aguado.

Así que, no afecta tanto la medición estricta del tiempo. Lo que de verdad nos zarandea es... el sol. «La luz influye en la serotonina, que activa nuestra sensación de bienestar, felicidad, relajación. Y ahora, cuando nos acercamos al invierno, tenemos menos horas de sol», apunta Nieves López, del gabinete de Psicología Médica de la UVA. Y,como apunta el doctor Arauzo, son precisamente los niños quienes más notan el hurto de luz según avanza el otoño. Con el cambio del sábado, anochecerá antes... pero a cambio no estará tan oscuro al entrar en la oficina o de camino al colegio.

Este fin de semana a quien le toque currar (por ejemplo, el turno de Policía Municipal)tendrá que hacer una hora más. Y si el cambio pilla en pleno viaje, tal vez de tren, la máquina permanecerá parada en la estación más cercana durante 60 minutos para adaptarse a los nuevos horarios, informa Renfe.

Crisis del petróleo

Este vaivén de agujas se aplica en España desde 1974 y su porqué es más que conocido. En octubre de 1973, varios países productores iniciaron un embargo de petróleo, lo que originó una crisis energética. A partir de 1974 (y España fue de los primeros en abonarse a esta medida, al aprobarla el 5 de abril de ese año, Francia lo haría en 1976 y Portugal en 1977), muchos países europeos acordaron cambiar la hora durante el invierno para ganar más tiempo de luz a primera hora de la mañana, cuando supuestamente las fábricas y oficinas estaban a todo gas. Con más iluminación natural, gastarían menos energía. Durante esos primeros años, la transición (el adelantar o atrasar los relojes)se hacía a las 23:00 horas. El cambio de madrugada (entre las 2:00 y las 3:00 horas)se implantaría en 1978. En 2001, el Parlamento Europeo acordó aplicar, de forma indefinida, estos cambios de horario en los países de la UE. Se da así una solución, más o menos estable, a una cuestión que tiene más miga de la que parece.

Hasta el siglo XIX lo de los horarios en España era un quilombo. Lo explica Pere Planesas, del Observatorio Astronómico Nacional. La regente María Cristina de Habsburgo-Lorena firmaba el 26 de julio de 1900 un real decreto por el que establecía que los servicios de ferrocarriles, correos, telégrafos, teléfonos y líneas de vapores de la Península e islas Baleares, así como los servicios de los ministerios, tribunales y oficinas públicas se regularían con arreglo al tiempo solar medio del meridiano de Greenwich a partir del 1 de enero de 1901. Es decir, se ponía fin a las horas locales y regionales todavía en vigor. ¡Ah, el progreso! Esta era la hora legal hasta que el 7 de marzo de 1940 se publicó una nueva orden por la que España adelantaba sus relojes una hora para adecuarlos a otros países europeos (Francia lo hizo el 25 de febrero). Hay quien apunta que Franco adoptó esta medida como gesto de amistad hacia Alemania al adoptar su horario. Y ese cambio ha llegado hasta nuestros días, con lo que España, en realidad, tiene un huso distinto al que le correspondería. Y por eso aquí anochece más tarde, por ejemplo, que en Italia.

El cambio horario de este sábado se aplica desde 1974, pero España ya lo puso en marcha con anterioridad. Una medida similar entró en vigor el 15 de abril de 1918 y El Norte contaba la expectación que hubo en varias localidades al ver a los empleados municipales cambiar (a mano) la hora de todos los relojes públicos de la población. Este primer cambio (en 1918 y 1919)vino motivado por la escasez de carbón provocada por la primera guerra mundial. Entre 1924 y 1929 (salvo 1925) se volvería a adoptar un horario de verano. Durante la Guerra Civil también se cambiaba la hora al llegar el bueno tiempo, pero los relojes se adelantaban en distintos días según se estuviera en zona nacional o republicana.

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