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Un grupo de socios de Aulas 60 posa con un mural que han hecho en las clases de francés.
Veteranos hiperactivos

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La asociación Aulas 60 confirma los beneficios de la actividad física y el estudio en los más mayores

J. Asua

Lunes, 9 de junio 2014, 13:30

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Son 210 socios, 210 de «amigos», dispuestos a recibir con los brazos abiertos a nuevos miembros, según recalca Agustina García, la activa presidenta de esta entidad. A sus 79 años es su mejor embajadora y no deja de animar a los de su quinta para que prueben la experiencia. Jubilados la gran mayoría, han encontrado en la asociación Aulas 60 un buen motivo para no quedarse en casa, mando en mano, pasando las horas frente al televisor, alimentando un sedentarismo que anquilosa y avejenta. «No interesa apoltronarse», recalca Agustina.

No hay más que ver el ambiente que se respira en el centro cívico El Campillo. El día de la visita de El Norte toca almuerzo de los alumnos de francés, que ya cuentan con su diploma tras haber concluido un nuevo curso que se ha centrado en las fábulas. Dice Ana Martínez García «una gran profesora», como la definen sus alumnos que la edad no rebaja en absoluto el entusiasmo por aprender. Todo lo contrario. «Se pasan los apuntes, se hacen consultas, es increíble el interés que ponen», subraya la maestra. Ejemplo, los resultados académicos de Mercedes Gutiérrez, que a sus 90 años ha logrado la Medalla de Plata, la segunda mejor nota de la clase. «Recitan de memoria, preparamos canciones, eso les viene muy bien y además lo disfrutan», añade.

Taichi, yoga, pintura, francés, inglés e informática son las actividades regladas que practican los socios de Aulas 60, pero además de estos ejercicios para la mente y el cuerpo comparten excursiones, visitas culturales o celebran juntos los cumpleaños. Ha sido Asun Gento, con un año de antigüedad en este club de mayores muy activos, la que ha instaurado esta costumbre. «Mi experiencia es muy positiva, el grupo está muy compactado y es gente muy abierta, el que prueba repite», asegura. ¿Y los chicos? «Somos minoría, pero nos tratan muy bien. Ahora, es mejor dejarse llevar por ellas, ya sabes sí buana, como en casa», reconocen Jesús Arranz y Fernando García, de 76 y 68 años, respectivamente. «Te jubilas y ¿qué pintas en el sofá todo el día?», se preguntan. La respuesta se la dan ellos mismos: nada. Agustina recupera el turno de palabra para animar a los vallisoletanos más mayores a pasarse por la asociación, con sede en el número 4 de la plaza de Portugalete y centro de actividades en El Campillo. «Por ejemplo las clases de yoga cuestan cinco euros al mes por dos horas a la semana y las de inglés, 11 euros», promociona. En forma física y menta, a bajo coste. En este grupo interesa todo. Muchos de ellos participan en una coral y otros han aprendido a navegar por Internet gracias a los cursos que han recibido en el centro municipal de la calle Enrique IV. La experiencia confirma el subidón de verse acompañado. «Han venido personas viudas que estaban muy caídas y aquí han vuelto a reírse, a pasarlo bien», dice Agustina mientras el resto asiente. Nada del ocaso de la vida. Aquí, a partir de los 60, se abre otra vida. «Mira el buen humor que gastamos». Y ahora, a almorzar.

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