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El profesor Calonge posa ante la sede de las Cortes de Castilla y León.
Antonio Calonge: «Valladolid debe apostar por la automoción sostenible»

Antonio Calonge: «Valladolid debe apostar por la automoción sostenible»

Entrevista con el profesor titular de Derecho Administrativo y director de la Fundación Villalar

v. arranz

Jueves, 1 de enero 1970, 01:33

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Nació en el antiguo barrio de San Pedro Apóstol (ahora Santa Clara), luego se trasladó a San Pablo, etapa de la que recuerda sus excursiones adolescentes por el parque del Poniente, y a día de hoy reside en Huerta del Rey, junto al Duque de Lerma. Así que, aunque su actual ocupación como director de la Fundación Villalar le haya llevado a viajar mucho por Castilla y León, y a descubrir los encantos y virtudes del resto de las provincias de la comunidad, Antonio Calonge es inequívocamente vallisoletano. En su Universidad ha ejercido como profesor titular de Derecho Administrativo y asumido tareas de responsabilidad: vicerrector con Fernando Tejerina y secretario general con Evaristo Abril. Consciente de lo que empresas como Renault o Michelin han aportado, y aún aportan, a la ciudad, cree que Valladolid debe colocar la automoción sostenible, y la investigación asociada, en el centro de sus líneas estratégicas de desarrollo para el futuro.

No comparte Calonge la opinión de que la provincia debe superar su dependencia económica del sector de la automoción, como plantean algunos agentes sociales de la ciudad. «Hay que apostar por la investigación, la I+D+i, y valorar lo que tenemos. Y lo que tenemos es un potente sector automovilístico. Creo que lo correcto es desarrollar la investigación asociada a la automoción sostenible, que será esencial en el futuro». Admite que algunas instituciones trabajan en esa dirección desde hace años, como el centro Cidaut, responsable de investigaciones muy avanzadas, pero esa línea de trabajo «debe reforzarse todavía más; debería ser una línea estratégica fundamental de la Universidad».

Admite el director de la Fundación Villalar que buscar nuevos yacimientos de empleo siempre es posible; cosa distinta es encontrarlos, claro, porque abundar, no abundan. En cualquier caso, ve muy poco sentido a intentar convertir Valladolid en lo que difícilmente podrá ser. Así, por ejemplo, aunque valora los esfuerzos municipales para reforzar el perfil turístico de la ciudad, cree que no sería muy realista pretender que ésta fuera una baza económica decisiva de Valladolid «porque a nuestro alrededor hay otras ciudades con las que no podemos competir».

«Por mi convicción liberal creo en la iniciativa privada. Y estoy convencido de que la principal labor de los poderes públicos es facilitar las condiciones necesarias para que surja y se desarrolle. Pero no soy partidario de la planificación», explica. «Por mucho que intentes dirigir, al final cada uno es responsable de sus actos y sabe qué debe hacer». Por eso, «todos los planes generales son un catálogo de incumplimientos», incluyendo el de Valladolid. Buenos propósitos planificadores desmentidos en su mayor parte por la incontrolable evolución de los acontecimientos.

En cualquier caso, lo que está claro es que «el transporte siempre va a estar presente en nuestras vidas, y será necesario, aunque cambiará». Por tanto, «tenemos que ligarnos a una automoción que se desarrolla, que evoluciona y que innova. Valladolid debe apostar por la automoción sostenible». El vehículo eléctrico que Renault fabrica ya en Valladolid es una buena oportunidad para caminar en esa dirección. Pero es necesario tener paciencia y no desanimarse ante la lentitud de su desarrollo. «Ocurre con todas las innovaciones. Al principio parece que se produce un gran avance, al que luego siguen periodos de estancamiento».

Calonge cree que la ciudad debe mantener su apuesta por este nuevo modo de transporte «porque es el futuro». El problema es que «como no se ve un desarrollo claro, también se ha producido una cierta paralización en la implicación del gobierno municipal».

Pieza clave de cualquier proyecto que se asiente en la investigación es la Universidad. Una institución a la que el director de la Fundación Villalar reclama «una mayor implicación con las necesidades de la ciudad y de la comunidad autónoma». Por ello, opina que la investigación ligada a la automoción «debería ser una de las principales apuestas de la Universidad de Valladolid».

«Aunque soy partidario de eso que se denomina el saber inútil, creo también que debe haber un alineamiento de la actividad investigadora de la Universidad con los intereses de la sociedad. A veces los universitarios nos encerramos en una torre de marfil». De igual modo, también las empresas deberían volcar su mirada más hacia los centros académicos. «Las empresas no conocen el potencial de la Universidad e ignoran hasta qué punto el saber que se genera en ella podría resolverles muchos problemas. Las universidades de Valladolid, como las de Castilla y León, no están bien aprovechadas».

En el terreno urbanístico, sospecha que a Valladolid «le falta una gran obra pública, que en nuestro caso iba a ser el soterramiento del ferrocarril». No es partidario de renunciar al proyecto, pero tampoco de empecinarse. «No podemos empeñarnos en esa obra salvo que fuera posible recurrir a alguna fórmula de colaboración público-privada. Y tal y como está el mercado inmobiliario ahora es difícil que alguien pueda asumir ese riesgo. Hay que esperar, sin descartarlo. El soterramiento debe ser uno de los grandes proyectos de Valladolid».

La experiencia personal lleva a Calonge a valorar positivamente la evolución que ha vivido la ciudad en las últimas décadas. «A mí Valladolid me gusta. Se ha transformado para bien en muchos aspectos, y es cada vez más manejable y amable, un espacio en el que se puede pasear». Parque Alameda y Covaresa se cuentan, a su juicio, entre lo mejor de las zonas de expansión de la ciudad, mientras que Parquesol «pudo urbanizarse mejor». También la zona de la carretera de Madrid conocida como Ciudad de la Comunicación «merecía una mejor solución, aunque habrá que esperar a la desaparición de la vía para valorarla en su medida». Especialmente triste es el estado de semiabandono en el que se encuentra el vecino Parque de las Norias, ejemplo de que las obras «no basta con hacerlas, luego hay que mantenerlas».

Como usuario de la bicicleta que es, el director de la Fundación Villalar valora también el esfuerzo realizado en la construcción de carriles bici, aunque lamenta que «en algunas zonas, son tramos aislados, sin conexión entre sí», y aboga por corregirlo.

También importante sería mejorar la coordinación con el alfoz «para evitar episodios de enfrentamiento entre municipios como los que hemos vivido a propósito de la instalación de Equinoccio en Zaratán o Ikea en Arroyo». A su juicio, «hay normas para hacerlo posible, pero falta voluntad política». Calonge recuerda que existe una Ley de Grandes Ciudades «de la que casi todo el mundo parece haberse olvidado» y que la figura de las áreas metropolitanas está suicientemente regulada. «Instrumentos legales hay, pero hace falta desarrollarlos y aplicarlos. Lo que está claro es que esa coordinación redundaría en beneficio de todos los habitantes, tanto de la capital como del alfoz».

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