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el norte
Viernes, 12 de julio 2019, 13:12
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Tras seis días de desfiles y tres jornadas de 'off', la pasarela madrileña echa hoy el cierre a la 70 edición con varios interrogantes ¿son necesarios tantos desfiles?, ¿cómo se puede ser mas sostenible?, ¿la pasarela necesita nuevos talentos?, ¿más creatividad?, ¿más autocrítica?.
A lo largo de esta semana, en las bambalinas de la pasarela, los diseñadores reflexionan, se hacen cientos de preguntas, explican el por qué de sus colecciones, observan y analizan todo, incluso si es necesario desfilar dos veces al año o es suficiente una.
Algunos se plantean hacer alguna presentación que les permita tener visibilidad, otros optan por trabajar en colaboración con alguna firma que les ayude a mantener su músculo financiero como Ágatha Ruiz de la Prada, Oliva, Duyos o Modesto&Lomba, entre otros muchos, ¿pero es lo más acertado?
Lo cierto es que todos coinciden en que en España hay talento y mucha creatividad. La industria textil es motor de riqueza, pero necesita oxigeno y un fuerte empujón para dar «el salto a la internacionalización», como dijo el ministro de Cultura, José Guirao, durante su visita en esta edición.
Hoy en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid (MBFWM), María Escoté -que ha optado por presentar una colección bajo patrocinio- ha dicho a Efe que no quería volver a desfilar. «Estaba cansada del ritmo de la pasarela, dos colecciones al año, prefería hacer proyectos más personales».
Pero 'Wallapop' se cruzó en su camino y cambió de opinión. Le ofrecieron hacer una colección con un mensaje sostenible. ¡Eureka!, encontró filón en el gran saldillo que ofrece internet.
Con ropa de segunda mano, María Escoté no ha hecho un ejercicio de creatividad sino de reciclaje. Una acción «por amor y respeto a la moda», dice María Escoté quien entiende la sostenibilidad en la pasarela haciendo prendas nuevas a partir de otras ya usadas, las cuales no llegarán a comercializare. ¡Una lástima!
Desde su atalaya particular, cada diseñador dirige su negocio, traza las coordenadas para seguir la estela de la conciencia sostenible -tan importante- sin perder el rumbo.
Es el caso de Miguel Marinero, peletero primero y diseñador después, más en esta última etapa cuando su hijo, Nicolás, toma los mandos del prêt-à-porter y comienza a reciclar pieles que tenían en el taller para construir cazadoras a modo de patchwork, prendas que combina con vestidos de lino deshidratados u organza de seda.
Otros diseñadores hacen autocrítica, valoran la labor del Comité de Moda de Ifema y reconocen que las críticas constructivas le ayudan a crecer, como es el caso de Marcos Luengo.
Este diseñador mantiene un discurso coherente en su colección y en la vida, en ninguno de las dos excluye la autocrítica y considera la pasarela madrileña «una buena carta de presentación», una razón por la que pide que los responsables de la pasarela «nos pongan las pilas» para mejorar en cada edición.
Ulises Mérida no quiere perder el norte y su intención es hacer ropa para el día a día, eso sí «sofisticada» y en versión «oversize» para que resulte más práctica y cómoda como el «bettinon», una declinación de su famosa camisa Bettina.
En busca de una mayor radio de mercado internacional, Duarte, que vende bastante en Europa, ha presentado una colección hombre-mujer donde la paleta de color se tiñe de marrones, tonos tierra, una pincelada de amarillo y un azul intenso.
Diseños que combinan con prendas más livianas y fluidas en seda, algodón y tejidos técnicos ligeros para mujer, donde las asimetrías en vestidos son una constantes.
La jornada, en la que dice adiós Charo Izquierdo como directora de la MBFWM, ha terminado con el desfile 20 aniversario de L'Oréal París, en el que se ha visto modelos y diseñadores premiados en las 40 ediciones en las que han participado, un premio que en esta ocasión no se ha entregado, ¿habrá cambios?
La próxima edición, con la nueva directora, Nuria de Miguel, que conoce bien a los diseñadores y también la casa, Ifema, se enfrenta a una nueva etapa con un nuevo reto: hacer de la icónica Cibeles una pasarela del siglo XXI.
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