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VICTORIA M. NIÑO
Sábado, 30 de abril 2011, 02:51
Lleva un lustro recogiendo premios por sus ilustraciones y este año Gabriel Pacheco (México D. F., 1973) es candidato al mayor reconocimiento internacional de su disciplina, el Astrid Lindgren Memorial Award. Pero este hombre de trazo poético, atmósferas subyugantes y figuras alargadas parece más concentrado en su trabajo que en la repercusión. En las librerías lucen las imágenes para 'Frida Kahlo (una historia posible)', (Anaya), sobre un texto de María Baranda o 'Los cuatro amigos' (Kalandraka), una mirada distinta sobre los músicos de Bremen.
-¿Como se plantea un taller con otros profesionales, se puede enseñar algo tan personal?
-Lo primero es ubicar las ideas, a mí siempre me ha funcionado bien, qué hago, cómo y por qué. Tener significados ayuda en todo, es algo que estamos perdiendo. A la pregunta de ¿para qué hago un taller? Me respondo que para exhibirme ante otros, exponerme, confrontar con honestidad las ideas de cada uno. Hablar del proceso de creación es trazar la línea de puntos que define mi trabajo y lo mismo los demás.
-¿Cómo ve la ilustración a ambos lados del Atlántico quien vive allá pero trabaja más acá?
-Son percepciones editoriales distintas. Aquí se publica más y hay más tipos de editores, unos más comerciales, otros más innovadores. Allí se produce poco y hay poco margen. Así que mi trabajo es fundamentalmente en España, donde sí hay hueco para la voz del ilustrador, hay espacio para muchos estilos distintos.
-¿Esa voz acompaña al texto, lo completa, camina paralela, qué es la ilustración para usted?
-Creo que la ilustración pertenece al libro y ese vínculo no se debe romper, porque si no deja de ser ilustración. Para mí es una escritura de silencios por cuanto es un texto que se lee sin necesidad de palabra. De repente encuentras una página ilustrada, una viñeta, y se hace el silencio aunque puedas seguir leyendo.
-¿Hace álbumes sin palabras?
-Precisamente ahora trabajo en uno que se llama 'La bruja y el espantapájaros', sin texto pero sigue siendo lectura. Siento que la ilustración es un sistema verbal aunque se construya a partir de lo visual, pero a fin de cuenta las imágenes hay que leerlas. Las ideas de la imagen deben asomarse en palabras. El ilustrador, como el escritor, tiene una voz.
-¿Beben sus composiciones de su formación teatral?
-Al principio usaba las imágenes escenográficas de forma intuitiva, sin saber por qué. Eran recuerdos de mi memoria visual. Fue hace unos diez años, a partir de dar talleres y tener que explicar mi trabajo cuando analicé el vínculo de mi trabajo con mi formación personal en el teatro. Además en la ilustración se puede construir como un montaje escénico. Hay un director que es el ilustrador y debe jugar con la intuición, la emotividad y mantener un control estructural. Para mí la ilustración debe tener legibilidad, un libro-álbum sobre todo para primeros lectores debe tener una primera lectura narrativa clara.
-¿Cómo trabaja, qué pasos sigue?
-Cuando empiezo a trabajar me lanzo intuitivamente. Leo el texto y percibo unas primeras imágenes que dominarán el proyecto. Después trato de cubrir varios rangos de lectura. Una frontal, en la que la lectura sea clara, y luego otras de profundidad, sublecturas que los editores llaman guiños. La necesidad de control del editor viene a ser un canal en el que ordenar el libro según determinados públicos.
-Hay algo que hace inconfundible su trabajo, las atmósferas que rodean a los personajes.
-Para mí esa es la voz, la que te identifica, la que traduce la mirada del ilustrador. En mi caso priorizo la luz porque es un estado de ánimo y eso se vincula con la personalidad de quien mira. La luz es un generador de atmósfera emotiva. Cuando me enfrento a un texto, la primera lectura es la que me arroja la luz, es algo inmediato y personal. Confío mucho en la primera luz, que es lo que nunca suelto. Luego analizo, reflexiono, observo si es adecuada, la fino de alguna manera. También tiene que ver con el autor del texto. A fin de cuentas uno nunca deja de ser un lector, y esa sensación es la que me guía.
-Un ilustrador que tiene más ofertas de las que puede atender ¿cómo elige el trabajo?
-Es sencillo, según mi gusto como lector. Puede ser que un texto a mi no me diga nada y a los demás sí. Busco profundidad y posibilidad, que las imágenes que me sugiere me den posibilidad para imaginar, eso me trae del texto. Que me llegue su voz poética. Me interesa cómo oscilan las palabras entre lo que el autor recibió y lo que yo leo. Eso me guía a la hora de encantarme con un texto. Los editores que te conocen ya te sugieren cosas que ven que te pueden gustar. Y siempre estoy dispuesto a abrir el registro.
-¿Qué le gustaría ilustrar que aún no ha podido abordar?
-Un sueño sería ilustrar las tragedias griegas, Edipo.
-¿Cómo va el trabajo en el Museo de Navegación de Sevilla?
-Ese es el sueño de todo ilustrador, tener un lienzo de 50 metros para ti. La dimensión es impresionante, solo poder dibujar un dragón enorme es fascinante. Será una historia de navegación y es un encargo muy emotivo.
-¿Qué suyos trabajos vean los lectores españoles próximamente?
-En breve saldrá en España 'Los miserables', de Víctor Hugo, es una adaptación para escolares y está por salir 'Tres niñas', de Antonio Ventura, ganador de uno de los CJ Picture Books Awards de Corea.
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