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5G, más allá de una conexión ultrarrápida

5G, más allá de una conexión ultrarrápida

Coches conectados, inteligencia artificial y ciudades inteligentes a la vuelta de la esquina

José A. González

Martes, 4 de diciembre 2018

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Este año va tocando a su fin y en la rampa de lanzamiento se encuentra ya el 5G. Un nuevo concepto que está a la vuelta de la esquina a pesar de que 3,67 millones de españoles vive en una zona donde no existe cobertura 4G.

Cinco años después de su llegada, la tecnología LTE o 4G aún no está disponible en el 8% de las casas españoles, por lo que no pueden nacer por internet a través de sus dispositivos móviles. Tecnología que se espera para 2020 y cuyas primeras pruebas se están realizando en Segovia y Talavera.

Estas son el banco de pruebas de Telefónica, pero Vodafone y Orange también han hecho sus experimentos con Huawei y Ericsson, respectivamente. El 5G ha ofrecido, al menos en el laboratorio, velocidades de hasta 100 veces más rápidas, que las existentes en la actualidad.

Se espera que la construcción y despliegue del 5G por toda Europa requiera de una inversión próxima a los 56.000 millones de euros. Según las estimaciones que baraja la Comisión Europea, los beneficios de introducir la tecnología 5G en cuatro sectores productivos (Automoción, Salud, Transporte y Utilities) aumentarán progresivamente hasta alcanzar los 62.500 millones de euros anuales en la Unión Europea, en el año 2025.

Si se considera también el impacto económico de la mejora en eficiencia de las ciudades, los hogares y los centros de trabajo, los beneficios totales anuales esperados ascenderían a 113.000 millones de euros. Este crecimiento, además, se traduciría en 2,4 millones de puestos de trabajo en la UE. «España está preparada para liderar el desarrollo del 5G en la Unión Europea», señaló Francisco Polo, secretario de Estado para el Avance Digital en la presentación del Observatorio Nacional 5G este mes de noviembre.

Sin embargo, la llegada de este nuevo concepto va más allá de una conexión ultrarrápida. La banda ancha, a pesar de ser desconocida para el 8% de los españoles, se desplegará por la Península Ibérica y la conexión llegará a todos los objetos: coches, altavoces, televisiones, cocinas, cepillos de dientes, hogares, etc…

«Más que una red móvil»

El 5G es la pareja perfecta del ya famoso internet de las cosas. Esa quinta generación permitirá conexiones de datos más rápidas y con mayor circulación de información que las que se conocen actualmente.

Su estructura se basa en tres puntos fundamentales: reducción del retardo de las comunicaciones, aumento del caudal de transferencia de información y mejora de la cobertura. La subasta de espectro en las bandas de 1,5 GHz y 3,5 GHz permitirá el desarrollo de este nuevo tipo de conexión y que será la alfombra roja para el desembarco definitivo de los vehículos autónomos en las ciudades inteligentes.

«Los sistemas como los automóviles sin conductor y los drones de mantenimiento dependerán cada vez más de la telemetría en tiempo real para funcionar. El 5G es más que la red móvil que proporciona conectividad; es el tejido conectivo que lo une a todos, lo que permite a los operadores extraer vastos conjuntos de datos para obtener ideas útiles que serán cruciales para lograr un crecimiento urbano sostenible», explica Ericsson.

Precisamente ese tejido conectivo que une todo también lo hace de forma virtual. La baja latencia es el caldo perfecto para expandir la realidad virtual. Precisamente, la sueca Ericsson en colaboración con NeuroDigital Technologies y con médicos del King's College de Londres, usaron un paciente artificial para demostrar cómo un cirujano puede usar unas gafas de realidad virtual y un guante especial para controlar un brazo robótico que realiza la operación en otro lugar.

El guante tiene motores de retroalimentación háptica que se activan cuando se toca el órgano artificial, lo que da la sensación de que realmente lo estás tocando. Otras pruebas han demostrado conducir de forma remota un vehículo de pequeñas dimensiones situado a 50 kilómetros de distancia y bajo una latencia de 30 milisegundos, una velocidad inferior a lo que son capaces de captar los sentidos de un ser humano.

En el caso de España, según una estimación realizada por el Gobierno, se prevé que con las inversiones adecuadas se obtendrán unos beneficios indirectos anuales en los cuatro sectores productivos antes mencionados de 14.600 millones de euros, a partir de 2025.

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