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La ubicación de Peñalba de Santiago, en el berciano Valle del Silencio, dificulta las comunicaciones. Desde julio, sus vecinos pueden acceder a Internet vía satélite
Liliana Martínez Colodrón
Miércoles, 12 de noviembre 2014, 14:21
Rocky dormita en el suelo. Ni la llegada de un gran 4x4 altera su sueño. El conductor, cansado de esperar, desciende del vehículo y le intenta mover con una ligera, casi cariñosa, patadita. Pero el enorme mastín canela permanece en sus trece. De su garganta nacen hipnóticos y crecientes ronquidos. El conductor insiste y Rocky finalmente entreabre los ojos. Lanza un ronco suspiro y se aparta de la carretera con una cansina parsimonia mientras agita su enorme cabezota de un lado hacia el otro con gesto confundido. 27 de octubre, seis de la tarde, más de veinte grados a la sombra y un montón de desconocidos paseando por las calles.
En estas fechas, y finalizado el ajetreo turístico del verano, este bello municipio leonés declarado Bien de Interés Cultural desde 2008 es casi un pueblo fantasma. Sus 21 vecinos censados disfrutan en solitario de sus calles empedradas, sus casas de piedra y pizarra perfectamente cuidadas y sus maravillosas vistas. Pero el paraíso no siempre es perfecto y, en el caso de Peñalba de Santiago, la belleza de su ubicación, en un valle rodeado de bosques, ríos y cascadas, está reñida con las nuevas tecnologías. Hasta hace un par de meses, los vecinos de Peñalba se alternaban para subir con todos los teléfonos del pueblo hasta una zona cercana al repetidor de telefonía, ubicado a unos 500 metros de la carretera del Morredero, y así poder recibir a la vez mensajes, correos y llamadas perdidas. «Este pueblo está en un hoyo, un hoyo muy bonito, eso sí, y no hay manera de conectarse con una zona que disponga de unas condiciones óptimas para repetir la señal (sea de telefonía, de televisión o de Internet)», explica el ingeniero de Telecomunicaciones Óscar Caño, «el problema es que Peñalba está muy alto y las condiciones en invierno son malísimas: Nieva mucho, el viento es muy fuerte, hace mucho frío, las parabólicas y las placas solares se cargan de hielo, no hay acometida eléctrica y todo funciona con energía renovable; pero el aerogenerador se para cuando arrecia el viento».
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