Un viaje con destino al compromiso
Rostros solidarios ·
«No cambiaría esto ni por unas vacaciones pagadas en el paraíso de las Maldivas»Las claves de la solidaridad no conocen fronteras. Pero cuando existen esas fronteras reales, hay un terreno desconocido al que adaptarse. Las vivencias pueden ser ... incluso más intensas que cuando el compromiso es al lado de casa. «No cambiaría esto ni por unas vacaciones pagadas en el paraíso de las Maldivas», avisa con rotundidad Enrique de la Cuesta. Lleva dos años en el voluntariado internacional CooperantesCaixa, un proyecto con más de diez años de vida que se desarrolla en países de América Latina, Asia y África.
Después de muchos años dedicado a diversificar sus aportaciones con diferentes oenegés, Enrique se estrenó en Profuturo, un programa de educación digital junto a la Fundación Telefónica, que le llevó hasta Neiva (Colombia). Este año ha repetido con una iniciativa de Microculturas en los alrededores de Cuzco (Perú).
En ambos casos, recuerda tres semanas de intensa labor para adaptarse a la realidad. Pero con la satisfacción de realizar un trabajo que «supone un fuerte impulso en la zona ya que, incluso aunque parezca que se avanza poco y que solo aportas una 'pincelada', allí es mucho». Este año, De la Cuesta ha trabajado en una línea de financiación de microcréditos para mejorar instalaciones. Insiste al explicarlo que «lo que aquí pasarían por ser pequeños detalles sin importancia, allí son la diferencia entre sacar o no adelante una iniciativa».
Ha pulido su compromiso en los despachos de la Caixa. En este entorno se aprende pronto que entregar la mayor parte de tus vacaciones para un viaje al exterior conlleva una recompensa enorme. «Compartir con gente que con la mirada te transmite todo... Hasta lágrimas de agradecimiento». Además del 'máster' de realidad mundial: «entras en sus casas y conoces a sus familias. No turisteas».
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