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Emilia y Rafael sostienen el ábaco con el que entrenan tocando el piano. PAKOPÍ

La sonata más difícil de Chaikovski

Dos hermanos extremeños ganan un certamen de cálculo mental en armenio mientras tocan el piano

rocío romero

Sábado, 5 de octubre 2019, 08:59

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:: Rocío Romero

Aún no son las seis de la tarde en casa de los Álvarez-Buiza Avakimyan, en Badajoz, cuando levantan la tapa del piano. Emilia (10 años) y Rafael (9 años) están ya dispuestos en la banqueta. Su madre, Anahit, se ha colocado al lado y lleva unos papeles llenos de números en las manos. Así empieza la preparación de un certamen en el que han ganado a otros 74 niños de todo el mundo.

El concurso L'Monel se ha celebrado vía Skype, igual que las clases que los dos hermanos llevan más de un año recibiendo. La prueba es de cálculo mental y exige a los menores que hagan otra cosa a la vez. Hay niños que bailan y cuentan, otros que leen y restan, y los hay que juegan y hacen operaciones. Emilia y Rafa operan con números y tocan el piano. Su madre va recitando sumas y restas de al menos dos cifras. Ellos van calculando mientras interpretan 'El cascanueces' de Chaikovski a cuatro manos. Al acabar la música, Emilia dice el resultado. Esa actuación le ha valido a la niña el primer premio del certamen. Rafa optó por una Sonatina de Beethoven en solitario, y se llevó el segundo premio. Así se han traído los dos primeros puestos para Badajoz. Tocar el piano les viene de familia. Sus padres son Paco Álvarez Buiza y Anahit Avakimyan, profesores de piano en el Conservatorio. De ahí les viene a los niños el gusto por la música.

Anahit lleva en España 19 años, pero es nacida en Armenia. Ella les habla a los niños en su idioma natal. Anahit quería que mejoraran el armenio, algo complicado porque no encontraba clases en la ciudad ni tampoco existe una comunidad importante como para que hablaran con más gente. Los abuelos maternos se comunican con los niños en ruso.

Emilia, de diez años, y Rafael, de nueve, superaron a 74 niños de todo el mundo

Los pequeños entienden las tres lenguas. Anahit empezó a buscar un apoyo para que practicaran su idioma y encontró una academia de ábaco (cálculo mental) en su país, a cuatro mil kilómetros, que impartía las clases a través de Skype para niños de todo el mundo. Así sus hijos reciben los cursos en armenio y aprenden matemáticas. «Yo no iba buscando las matemáticas, sino la lengua, y esto me pareció ideal porque aprendían armenio y cálculo mental», apuntó a los niños en septiembre de 2018. Hasta hace poco hacían sumas y restas con cifras inferiores a 99. Ahora, que están en el cuarto nivel, empiezan a hacer lo mismo con números inferiores a mil. Una vez que superen este curso, comenzarán a realizar multiplicaciones dobles, divisiones y raíces cuadradas. Entrenarlos para que combinaran las dos cosas a la vez vino después, a raíz del anuncio del concurso. Fue entonces cuando Anahit vio que podían conjugar el piano con las matemáticas.

Cinco academias, entre las que se encuentra la suya, organizaron el certamen que acaban de ganar. Se ha desarrollado entre el 1 de septiembre y el 1 de octubre. Cada alumno grabó un vídeo que se ha podido votar a través de las redes sociales. Posteriormente, un tribunal valoró las actuaciones y decidió otorgarles los dos primeros premios a estos hermanos pacenses. En el jurado había pianistas y comprendieron la dificultad de tocar las teclas y realizar operaciones a la vez.

Más actividades

Su madre asegura que no hay que echarle demasiadas horas, sino ser constantes. Los niños hacen cálculo mientras desarrollan otras actividades, como jugar. En verano han ensayado entre cuatro y cinco días a la semana porque «hay tiempo para todo», pero ahora que comienza el curso lo rebajan a un máximo de tres. También tocan el piano unos 30 minutos cada día.

Los chavales tienen tiempo para otras actividades extraescolares: dan clases de inglés, de pintura y cantan en un coro. Rafa también estudia Percusión en el Conservatorio. ¿Cómo es posible que hagan todo esto? Para Anahit no es tan complicado: «Lo importante es la disciplina, la organización y la constancia». A partir de las seis o siete de la tarde tienen tiempo para jugar en el parque o en la calle. No tienen móviles ni tabletas ni consolas de juego. Si se les pregunta qué quieren ser de mayores, los dos coinciden: futbolistas.

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