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Ángel Alegre se dedicó a ver mundo tras despedirse de su empresa e iniciar una nueva etapa. R.C.
El secreto para jubilarse antes de los 40 años

El secreto para jubilarse antes de los 40 años

Profesionales jóvenes y cualificados se entregan a una existencia frugal para ahorrar mucho en poco tiempo, invertirlo bien y poder retirarse lo antes posible

SUSANA ZAMORA

Martes, 30 de octubre 2018, 16:46

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A Jesús Arroyo (Salamanca, 1982) no le ha tocado la lotería ni ha recibido una herencia millonaria. Pero, a sus 36 años, ya puede vivir sin trabajar. Dice que no tiene nada de extraordinario, que es «de carne y hueso como todo el mundo» y que cualquiera puede conseguirlo como él. Lo hace holgadamente, pero sin tener que madrugar todos los días para ir a la oficina. Ahora no aguanta jefes, ni es esclavo de un horario. Es dueño de su tiempo y de sus decisiones. Nada le condiciona, porque tras una década trabajando intensamente ha alcanzado la libertad financiera, ese momento ideal en el que uno deja de depender de una nómina y se convierte en rentista. Los ingresos pasivos (intereses o dividendos que genera una inversión; la renta del alquiler de una propiedad inmobiliaria; la publicidad o suscripciones de un negocio online o los cánones por patentes o libros) son ahora suficientes para costear los gastos mensuales y, por tanto, ya no es necesario seguir trabajando.

En muchas ocasiones, esa libertad financiera va unida al frugalismo, un movimiento que surge en EE UU y que va ganando adeptos en Europa para romper con lo que la sociedad de consumo impone. «Es una filosofía de vida en la que se evita el derroche de recursos, se limita el gasto de bienes y servicios reduciéndolo a aquellas cosas que realmente son necesarias con el objetivo de ahorrar y alcanzar esa libertad financiera o cierta independencia económica que nos permita tener más tiempo y disfrutar de la vida», explica el sociólogo Víctor Murillo (Pamplona, 1977), que hace cuatro años se marcó ese objetivo y hoy lo cuenta en su blog 'La riqueza del tiempo'.

En 2014, tomó conciencia de que el sistema público de pensiones «tenía los días contados» y de que si quería vivir dignamente en sus años dorados tenía que hacer algo y hacerlo ya. «Fue cuando cambié el chip y me acerqué al mundo de la frugalidad y la inversión. Cuanto más leía, más me daba cuenta de que no sabía nada acerca de cómo gestionar mi dinero», explica Murillo al Ideal. Actualmente trabaja en una empresa de distribución de prensa y revistas, pero sus miras están puestas en lograr algún día la independencia financiera, «no tener que depender de un trabajo o una pensión de jubilación para vivir. Eso no significa que si lo consigo vaya a dejar de trabajar, pero sí tendré la opción de escoger si continuar haciéndolo o no».

Jesús lo tuvo claro. En cuanto tuvo la oportunidad y el dinero, dejó su empleo en Inglaterra. Fue un 22 de julio de 2016, a las doce del mediodía. Lo tiene grabado a fuego, porque ese día, con 34 años, fue libre para siempre. Cogió su «modesto» Seat León y, junto a un gran amigo, puso rumbo a España. Apenas unos días después ya estaba viajando de nuevo, aunque ahora cumpliendo su sueño de dar la vuelta al mundo. Fueron 20 meses saltando de un sitio a otro, 599 días recorriendo 25 países. Jamás pensó que su jubilación llegaría tan anticipadamente y, además, que pudiera disfrutar de la vida como lo estaba haciendo. «Nunca pude imaginármelo», declara.

Y es que este ingeniero informático, que procede de una familia humilde de ganaderos y agricultores, aprendió desde muy niño lo que es «currar de verdad», cargando alpacas de paja y trabajando duro en el campo junto a sus padres. «Siempre me enseñaron que las metas se consiguen con esfuerzo», recuerda. También le inculcaron desde pequeño que no hay que gastar lo que no se tiene. «Me daban una paga semanal y tenía que administrármela para que me alcanzase para comprar todo lo que quería». Aquello lo interiorizó y, sin saberlo, pondría los cimientos de su bienestar actual. Hoy sus padres no acaban de entender cómo su hijo puede vivir sin trabajar.

Pero Jesús ya lo hizo durante diez años en una consultoría para banca, donde empezó al poco tiempo de acabar la carrera. Primero en Madrid y luego en Londres, donde alcanzó puestos de responsabilidad con abultados sueldos. «Ganaba cuatro veces más que en España y, aunque era joven y probé las mieles del éxito, nunca perdí la cabeza y mantuve un perfil de gasto medio-bajo. Ganaba mucho, pero gastaba poco». Sin deudas y sin familia a su cargo, su patrimonio crecía a un ritmo acelerado. Llegó a tener tasas de ahorro del 80% y acudió a Internet para saber qué hacer con su dinero. Allí se topó con el blog de Antonio Rico y un 'post' titulado '54 semanas, 54 libros'. «Me impresionó. Me compré diez libros de golpe y descubrí un mundo apasionante», relata Jesús.

El principio de todo

Así fue como empezó a invertir. Lo hizo con miedo y con la incertidumbre de si habría elegido la opción más acertada. Primero compró acciones en empresas españolas grandes y solventes, y después, en otros mercados internacionales. «Pensé que era la mejor opción, porque reparten dividendos y vas teniendo una renta». Empezó a ganar dinero con sus apuestas financieras y, cuando estimó que era suficiente para cubrir sus gastos mensuales, dijo adiós a sus jefes. Tenía un 30% del capital ahorrado invertido y el 70% restante en depósitos ingleses para que todo el dinero le rentara al máximo. No necesitaba más. «Estaba cansado del trabajo y consumiendo los mejores años de mi vida en una oficina. Por eso, cuando las cuentas cuadraron, me atreví a dar el salto».

Las claves para hacerlo, expone, están en el ahorro, reduciendo el gasto al máximo pero sin prescindir de lo necesario, incluido algún capricho; en ganar lo máximo posible, abriendo nuevas vías de ingresos o «aguantando» en el puesto de trabajo lo que sea necesario con el objetivo puesto en vivir de la rentabilidad de ese dinero, y finalmente, en invertir bien, «eligiendo la estrategia adecuada y que mejor se ajuste a las posibilidades de cada uno», precisa Jesús. En esto no hay recetas mágicas, dicen los expertos, porque cada uno tiene unas necesidades y un nivel de gasto, pero sí hay algunas reglas que orientan sobre cuándo es el momento de romper con todo y empezar una nueva etapa.

«Se trata de multiplicar por 33 la cantidad de dinero que una persona gasta anualmente. Si puede vivir con 10.000 euros al año, tendrá que acumular 330.000 euros para jubilarse. Al estar invertida esta cantidad, está generando unas rentas, que es con las que viviremos. Si conseguimos salir adelante con ese 3% anual sin tener que tocar el ahorro, podremos dar el paso», detalla Ángel Alegre.

Este ingeniero informático lo dio en 2013 después de trabajar cinco años en la sede de Microsoft en Seattle (EE UU). A los dos años de llegar allí ya lo había conseguido todo: un buen sueldo, reconocimiento profesional, una novia americana... «Con 24 años me vi con la vida resuelta y cada tarde al llegar a casa me preguntaba: ¿Ya está? ¿Esto es todo?». En medio de esa crisis existencial cayó en sus manos un libro «revelador», 'La semana laboral de cuatro horas'. «Me cambió la vida», sentencia. Sin dejar aún su empleo en la multinacional americana de Bill Gates, montó un negocio online dirigido a lectores de 'e-book', que le generaba ingresos mensuales de entre 1.000 y 1.500 euros «sin hacer nada».

Cuando logró consolidarlo y tener un colchón económico, se despidió de su aventura americana y abrió el blog 'Vivir al máximo' para contar su experiencia. Hoy recibe más de 200.000 visitas, tiene 75.000 suscriptores y más de 2.000 alumnos que siguen sus cursos de autoayuda (solo el de 'Qué hacer con tu vida' vale 597 euros). Este negocio, junto a distintos fondos de inversión, le dan para vivir. «Quizá algún día alcance la independencia financiera, pero no la ambiciono; ya hago lo que realmente quiero», recalca.

Pese a la dificultad que puede entrañar la inversión, Jesús Arroyo considera que más complicado es no dejarse arrastrar por el consumismo. «Cuando ganas una pasta y te rodeas de gente de ese mismo nivel, hay que luchar para no ceder a la presión social. Para mí fue un reto mantenerme frugal», reconoce.

Desde hace tres años, se embolsa aproximadamente 1.500 euros mensuales, y desde que volvió de su larga vuelta al mundo hace seis meses dedica su tiempo a adaptarse a su nueva vida. Aprende ruso, a hablar mejor en público y acaba de lanzar un blog (alfinlibre.net) en donde cuenta su periplo vital. Pero no todo el mundo entiende su situación. Aunque su capital le permitiría comprar si quisiese el piso en el que vive en Barcelona, tuvo problemas para alquilarlo porque el casero desconfiaba de sus ingresos. «La gente te mira raro, incluso se siente atacada. Cuando te escuchan, algunos miran en su interior y piensan que han fracasado en su vida, que podían haberlo hecho mucho mejor, y eso les duele».

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