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Jesús María Aranaz, jefe de Medicina Preventiva del hospital Ramón y Cajal de Madrid y director del Master en Gestión de Seguridad Clínica del Paciente y Calidad de la Atención Sanitaria de la UNIR. UNIR
«Jamás pensé que viviría algo así»

«Jamás pensé que viviría algo así»

Jesús María Aranaz - Jefe del Servicio de Medicina Preventiva del hospital Ramón y Cajal ·

El médico defiende la calidad asistencial del sistema sanitario español ante una crisis «de magnitud imprevisible»

Pio García

Madrid

Sábado, 18 de abril 2020, 00:19

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Una nota en la hoja del calendario correspondiente al 18 de abril informa de que mañana se celebra el Día Europeo de los Derechos de los Pacientes; una efeméride que resulta incluso estrambótica en medio de una pandemia tan devastadora. «Jamás pensé que llegaría a vivir algo así», confiesa Jesús María Aranaz, jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Salud Pública del Hospital Universitario Ramón y Cajal, de Madrid, uno de los centros sanitarios que atiende a más enfermos de la Covid-19. Aranaz, que dirige el Máster en Gestión de la Seguridad Clínica del Paciente y Calidad de la Atención Sanitaria de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), recuerda que las medidas excepcionales suponen restricciones a la libertad, pero asegura que los derechos de los pacientes no se han visto vulnerados en mayor medida que los del resto de los ciudadanos. Al finalizar la conversación, el doctor Aranaz se anima con una recomendación literaria: «Quizá no ahora, pero dentro de cuatro o cinco meses habría que leer el 'Ensayo sobre la ceguera', de José Saramago».

- ¿Tiene sentido hablar de derechos de los pacientes en medio de una catástrofe?

- Eso no tiene una fácil respuesta. Debemos compaginar la justicia distributiva con la maximización del beneficio global para los pacientes. Esto a veces es complicado porque requiere consenso y transparencia para elegir la mejor respuesta con unos recursos limitados. Dicho esto, yo no veo que estén mermados los derechos de los pacientes, a excepción de lo que condiciona el propio estado de alarma. Estamos brindando una situación sanitaria en condiciones de igualdad. Estoy convencido de que tenemos uno de los mejores sistemas sanitarios, con unos profesionales de los más comprometidos del mundo.

- Un protocolo de la Sociedad de Medicina Intensiva aconseja que, en caso de escasez de respiradores o de camas UCI, se dé prioridad a aquellos pacientes con mejores expectativas de vida. ¿Puede llegar a suponer una discriminación por razón de la edad, prohibida por la Constitución?

- ¿A que a nadie le sorprende el triaje en los servicios de Urgencias? ¿A que parece más razonable que reciba atención prioritaria aquel sujeto que viene con síntomas de infarto que el que llega con dolor de rodilla? Esto lo acepta todo el mundo. Pues de eso se trata. Los protocolos de la Sociedad de Medicina Intensiva no prescriben una limitación de entrada en la UCI por edad. Eso no es así. No ha sido así y no puede ser así en nuestro sistema. En otros sistemas sí que se da, pero en el nuestro no. Se trata de averiguar qué paciente se puede beneficiar más de una determinada actuación. No se conjuga la edad cronológica, sino la mayor esperanza de vida con calidad de vida. Y eso no se hace con criterios subjetivos, solo porque a mí me lo parezca, sino con la ayuda de instrumentos clínicos. Si estos criterios se aplican con rigor son infinitamente mejores que seguir el mero orden de llegada. Eso sería absurdo. Además, desde hace años, las UCI optan por lo que podríamos denominar la 'UCI sin paredes': escenarios en los que pacientes pueden recibir tratamiento de UCI sin estar en ellas. Ahora esto ha sido corregido y aumentado.

LAS FRASES:

  • Triaje en las Uci. «Se trata de averiguar qué paciente tiene la mayor esperanza de vida con calidad de vida»

  • Previsión. «No es viable tener en stock la cantidad de EPI necesaria para dar respuesta a una pandemia»

  • Derechos del paciente. «No veo que se hayan vulnerado, aunque algunos así lo puedan haber percibido»

- ¿Pero hasta qué punto esa decisión puede conllevar una vulneración de los derechos de los enfermos postergados?

- No diría en modo alguno que se hayan visto alterados los derechos de los pacientes, aunque haya algún paciente concreto o algún familiar que así lo pueda percibir. Hay siempre una tensión entre el utilitarismo (la búsqueda del máximo beneficio para todos) con el humanismo. A veces es difícil de asumir el contraste entre la expectativa que uno tiene y los criterios que se aplican.

El acompañamiento

- ¿Deberían haber estado los hospitales preparados para una pandemia de este calibre?

- Casi todos los sistemas sanitarios buscan un equilibrio entre la necesidad del paciente, la demanda que plantea y la oferta del propio sistema. Situaciones de esta magnitud no son previsibles. Por ejemplo, ha habido mucha polémica con los equipos de protección individual (los EPI). A veces uno oye que ha fallado la previsión para tener disponibles los necesarios. ¿Y cuántos eran los necesarios? ¿Tenemos conciencia de que todos estos equipos tienen una determinada caducidad? ¿Acaso podemos tener previsto todo y en la cantidad justa? La respuesta es que no. Eso no es viable. Si tuviéramos que tener en stock tal cantidad de EPI como para poder dar una respuesta equilibrada a una pandemia, el coste de oportunidad sería elevadísimo; habría que dejar de hacer otras cosas. Resulta crucial la capacidad de planificar las respuestas y de anticiparse en la medida de lo posible, pero no siempre es posible. Decimos: no hay EPI. ¿Pero somos conscientes de que no los hay en el mercado? ¿A alguien se le podía pasar por la cabeza que Estados Unidos fuera a tener problemas de equipos? Pues los tiene, como los hemos tenido aquí.

- Muchos pacientes mueren sin haber visto un rostro familiar en su último mes de vida. ¿Habría que buscar un sistema que permitiera un acompañamiento?

- Al principio, éramos extremadamente rígidos con el acompañamiento, lo que tenía una lógica aplastante: había que preservar el principio de precaución. Si dejábamos entrar a toda la familia, en pocos días tendríamos 40 enfermos en vez de uno. Ahí parecía lógico que primara el utilitarismo, pero a medida que hemos ido avanzando casi todos los hospitales han establecido medidas para que el paciente pueda estar reconfortado con la presencia de algún familiar convenientemente protegido.

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