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Salvador Illa. José Ramón ladra

El ministro para Cataluña fue el ministro de la pandemia

Salvador Illa, que ha estado un año y 13 días al frente de Sanidad, pasará a la historia por enfrentarse, con más sombras que luces, a la peor crisis en España en 80 años

Álvaro Soto

Madrid

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Lunes, 25 de enero 2021, 12:05

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Salvador Illa iba a ser el 'ministro para Cataluña' del Gobierno de Pedro Sánchez. Al frente de un departamento prácticamente sin competencias, transferidas todas a las comunidades autónomas, Illa estaba destinado a ejercer de interlocutor entre el Ejecutivo y las fuerzas políticas catalanas, con un papel clave en la gobernabilidad nacional. Pero la covid-19 lo cambió todo y este filósofo de formación, alcalde de La Roca del Vallés entre 1999 y 2005 y siempre en la cocina de las decisiones del PSC, se convirtió en el mando único de la pandemia, el hombre encargado de todas las decisiones en la peor crisis de la historia de España en los últimos 80 años.

En un primer momento, el coronavirus arrolló a Illa. La falta de previsión durante febrero y la primera semana de marzo, cuando el virus circulaba libremente mientras el Ministerio, en boca de su fiel colaborador Fernando Simón, decía que apenas habría unos casos en España, abocó al país a una situación dramática. Sólo a partir del 9 de marzo se comenzaron a tomar decisiones drásticas, pero entonces Illa se encontró con un ministerio desfondado, vacío de poder, con pocos funcionarios y desentrenado en labores tan básicas como la adquisición de material sanitario en el extranjero. La centralización de las compras de mascarillas y equipos de protección fue la puntilla en estas primeras semanas de la pandemia. Muchas comunidades cancelaron sus pedidos y dejaron la llegada de material en manos del ministerio, que tardó semanas en conseguir las protecciones, con los médicos y enfermeras enfrentándose a la covid sin medios y el país confinado en casa y perplejo, contando más de mil muertos al día por una enfermedad que el Ministerio de Sanidad, semanas antes, definía como poco más que una gripe.

El desastre de gestión de los primeros meses de pandemia, cuando España sobrepasó a Italia como el país europeo con más casos y más muertes en proporción a su población, dio paso a una segunda etapa en la que Illa compartió el mando de las decisiones con las comunidades y acuñó el término de la 'cogobernanza'. Ahí el ministro se sintió cómodo en una posición de negociador que manejaba perfectamente gracias a su experiencia en el siempre complicado PSC, y sólo la actitud de la Comunidad de Madrid agotó su paciencia y socavó en parte su imagen de hombre dialogante.

Su designación como candidado a la presidencia de la Generalitat por el PSC, a finales de diciembre, fue criticada por la oposición, ante las dificultades de compatibilizar el cargo de aspirante con el de ministro de la pandemia. Y la tercera ola y el rechazo de Illa a dotar a las comunidades de más herramientas jurídicas para ampliar las restricciones han sorprendido, después de que el ministro hubiera sido el rostro del confinamiento y de las restricciones más duras.

Illa va a estar un año y 13 días en el cargo, al que entró dos días después de que la Organización Mundial de la Salud alertara contra el coronavirus, de manera que su gestión ha estado centrada al 100% en la covid-19. En otras circunstancias, la aprobación de una ley de eutanasia, las primeras medidas para eliminar el copago farmacéutico, el debate sobre una nueva ley del aboro o la creación de la Secretaría General de Salud Digital, Información e Innovación del Sistema Nacional de Salud, destinada a impulsar la digitalización de la sanidad en España, habrían tenido más recorrido. Pero con 2,5 millones de contagiados contabilizados por el Ministerio de Sanidad (casi cinco millones, según el estudio último serológico nacional) y 55.000 muertos (más de 80.000, según otras estadísticas de organismos oficiales), el balance de la gestión de la covid-19 tiene más sombras que luces. Illa será para siempre el ministro de la pandemia.

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