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Participantes en la campaña 'Mójate busti zaitez por la Esclerosis Múltiple', el pasado fin de semana.
Biomarcadores para abordar la Esclerosis Múltiple

Biomarcadores para abordar la Esclerosis Múltiple

Presentes en la sangre, en el líquido cefaloraquídeo o en factores genéticos, hacen que los nuevos tratamientos presentes y futuros evolucionen hacia la medicina individualizada

Redacción

Martes, 15 de julio 2014, 00:05

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La XXVII edición de los Cursos de Verano de la Universidad Complutense de Madrid, centrada en las Estrategias actuales para el abordaje integral y sostenible de la Esclerosis Múltiple (EM), ha reunido este año a más de 50 profesionales de la salud relacionados con el manejo del paciente con EM, así como a representantes de las asociaciones de pacientes, que han puesto en común sus distintos puntos de vista sobre el abordaje de la patología.

Fue en ese encuentro donde el doctor Rafael Arroyo, coordinador de la Unidad de EM del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y director del curso, destacó que la búsqueda de nuevos biomarcadores, como aquellos presentes en la sangre, en el líquido cefaloraquídeo o en factores genéticos, «hace que los nuevos tratamientos presentes y futuros evolucionen hacia la medicina individualizada, que a su vez resulta más efectiva porque se centra en las necesidades de cada paciente».

El experto también puso de relevancia que está demostrado que una elevada adherencia al tratamiento causa «un alto grado de efectividad en los tratamientos, además de mejorar la calidad de vida de los pacientes» y agregó que «las nuevas tecnologías ayudan a comprobar la adherencia en algunos tipos de tratamientos, pero otros todavía no pueden controlarse; por ello, forma parte del trabajo del personal sanitario, tanto en medicina como enfermería, motivar a los pacientes para que no dejen la medicación».

Por otro lado, durante el curso también se discutió sobre el deterioro cognitivo, un factor que a lo largo de los años ha sido «mal diagnosticado y poco seguido», y que influye en gran medida en la calidad de vida del paciente, por lo que es importante que se tenga en cuenta en la valoración global del paciente de EM, según el doctor Arroyo.

Además, hay que tener en cuenta que esta enfermedad tiene un elevado impacto a nivel social, ya que influye en la vida laboral, personal y familiar del paciente y en su calidad de vida a nivel físico y cognitivo. Algo a lo que hay que añadirle unos los costes muy altos: «Los directos, que derivan al sistema público sanitario y al gasto farmacéutico; los indirectos, como la disminución de la productividad de estos pacientes a nivel laboral, y los intangibles, que son los relacionados con la pérdida de la calidad de vida del paciente. Estos costes se sitúan entre 30.000 y 40.000 euros de media al año por cada caso de EM, aunque pueden aumentar hasta los 60.000 en pacientes con discapacidad grave», quiso dejar claro el director del curso.

¿En qué consiste la enfermedad?

La EM es una enfermedad neurológica consistente en la aparición de lesiones desmielinizantes, neurodegenerativas y crónicas del sistema nervioso central. Actualmente se desconocen las causas que la producen aunque se sabe a ciencia cierta que hay diversos mecanismos autoinmunes involucrados.

La característica principal de esta patología, es su gran variabilidad, ya que puede afectar a cualquier parte del Sistema Nervioso Central (SNC) y producir distintos síntomas (trastornos visuales, pérdida de fuerza en las extremidades, alteraciones sensitivas y del equilibrio, etc.), lo que condiciona el impacto y la evolución de cada paciente. Lo que es común es que esta enfermedad produce un daño a la vaina de mielina, la cubierta protectora que rodea las neuronas y que es responsable de la correcta transmisión del impulso nervioso entre las neuronas. Cuando ésta cubierta de los nervios se daña, los impulsos nerviosos disminuyen o se detienen. Generalmente, el paciente con EM puede presentar una serie de síntomas que aparecen en brotes o que progresan lentamente a lo largo del tiempo.

El 70% de los casos de EM se producen entre los 20 y 40 años, sin embargo, el inicio de la enfermedad se podría producir incluso antes. Se distinguen varios subtipos de esclerosis múltiple y muchos afectados presentan formas diferentes de la enfermedad con el paso del tiempo.

La EM no sólo afecta a todos los aspectos de la vida de una persona, sino que también afecta a las vidas y las relaciones de los que les rodean. Aunque el promedio de la esperanza de vida de las personas con EM se reduce sólo entre 5 y 10 años, la forma en la que viven su vida y planifican su futuro muy probablemente cambiará con un diagnóstico de EM. Para los jóvenes adultos, la EM puede suponer un gran impacto en las siguientes áreas: la identidad personal, las relaciones y el futuro.

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