Borrar
'Bless U-2' bendice en la ciudad alemana de Wittenberg en alemán, inglés, francés, español y polaco. Con voz masculina o femenina a elección, eleva las manos y dice: «Que Dios te bendiga y te proteja». Así celebraron en 2017 el 500 aniversario de la Reforma, generando debate sobre si los robots podrían sustituir a los clérigos. Aún se usa en algunos servicios. Beate Kopmann

Que los robots recen por mí

Sacerdotes que sermonean y bendicen, monjes budistas, imanes que enseñan el Corán en los colegios... Todos compartiendo esencia: sus almas de metal

Isabel Ibéñez

Domingo, 22 de septiembre 2019, 08:36

Comenta

Era día de confesiones en el colegio de curas al que mis padres habían encomendado la tarea de enderezarme, y yo hacía repaso de mi semana ensayando lo que diría al arrodillarme ante el sacerdote... Íbamos levantándonos del banco de la iglesia y ocupábamos el sitio dejado por el anterior, que se iba a rezar 'avemarías' con pinta de compungido. A ver: el martes le metí la cara a mi hermano en esa bazofia del puré de garbanzos, el jueves me gané un zapatazo (de plataforma) de mi madre por mear a la calle desde el balcón, el sábado me quedé con las vueltas de los recados, y el domingo entré a misa por una puerta mientras mi padre vigilaba desde fuera... y salí por la otra para irme a coger bichos al parque. Un buen arsenal. Tenía 9 años, qué más se puede pedir.

Una sonrisa dibuja mi boca. No me disgustaba aquel ritual; yo soltaba mis aventuras, el cura, que se llamaba Simón y parecía el abuelo de Heidi, luchaba por reprimir la risa con mis ocurrencias, y después me absolvía encargándome las oraciones de penitencia. Al terminar, yo me sentía libre, con la mochila lista para volver a llenarla de travesuras... Qué tiempos. Hoy profeso un ateísmo descreído, y aun así añoro la sensación de complicidad con el padre Simón... Era de los buenos, teniendo en cuenta que el otro, don Judas, tenía el humor muy corto y la mano muy larga. Hay que ver lo que nos reíamos en la fila, los codazos que nos dábamos al ver a quién le tocaba con uno o con otro... Una ruleta con todo al rojo o al negro.

Me parece mentira que ya estemos en 2030. Y aún vibro con el rock pese a mis canas. Las vocaciones hace tiempo que cayeron a mínimos históricos. Ni siquiera aquello que antes llamábamos el Tercer Mundo, destino al que iban a parar los donativos que recogíamos con nuestras huchas del Domund, puede suministrar religiosos suficientes para consolar a los creyentes en estos tiempos apocalípticos. Hace más de una década que los robots empezaron a hacerse cargo de conducir las misas en muchas parroquias, dar clase de religión en los colegios u oficiar bodas, bautizos y funerales. También han ocupado los confesionarios. Y no solo en templos católicos, es común en todas las religiones.

'Mindar' ora en una ceremonia budista en el templo Kodaiji de Japón, donde buscan acercarse así a los más jóvenes. En 2017, la empresa nipona Nissei Eco Co delegó en 'Pepper' el oficio de funerales para abaratar costos. En 2014, un maestro iraní ideó un pequeño robot, 'Veldan', que enseña el Corán japantime.com / NISSEI ECO CO / AP
Imagen principal - 'Mindar' ora en una ceremonia budista en el templo Kodaiji de Japón, donde buscan acercarse así a los más jóvenes. En 2017, la empresa nipona Nissei Eco Co delegó en 'Pepper' el oficio de funerales para abaratar costos. En 2014, un maestro iraní ideó un pequeño robot, 'Veldan', que enseña el Corán
Imagen secundaria 1 - 'Mindar' ora en una ceremonia budista en el templo Kodaiji de Japón, donde buscan acercarse así a los más jóvenes. En 2017, la empresa nipona Nissei Eco Co delegó en 'Pepper' el oficio de funerales para abaratar costos. En 2014, un maestro iraní ideó un pequeño robot, 'Veldan', que enseña el Corán
Imagen secundaria 2 - 'Mindar' ora en una ceremonia budista en el templo Kodaiji de Japón, donde buscan acercarse así a los más jóvenes. En 2017, la empresa nipona Nissei Eco Co delegó en 'Pepper' el oficio de funerales para abaratar costos. En 2014, un maestro iraní ideó un pequeño robot, 'Veldan', que enseña el Corán

Acabo de llegar a esta ciudad, y mientras camino tratando de orientarme, mis pasos y el azar me llevan hasta una iglesia. Está ennegrecida por la polución, pero busco entre los bajorrelieves y las esculturas de su portada algo especial, un astronauta, qué sé yo. No hallo más que figuras mancas de ancianos con caras borradas por el viento y la lluvia. Dudo, pero atravieso el umbral quitándome los cascos de los oídos y dejo a Los Planetas cantando «ha entrado el sol por la ventana y han brillado en el aire algunas motas de polvo...». El olor me traslada a aquellos viejos días. Camino y mis pasos resuenan en la madera del piso. Miro las imágenes de Cristo, de las vírgenes y los santos. Y luego me sorprende ver el templo a rebosar, todos en silencio. Ahí sale el cura. Vaya, es uno de esos. Me siento y me mimetizo con el resto. Hacía mucho que no asistía a una misa.

El ser metálico levanta los brazos, bombillas en su rostro dibujan una boca con las comisuras hacia abajo, y empieza a abroncar a los fieles. La voz atruena y con la reverberación, aquí en el último banco, apenas si entiendo lo que dice. Vocifera un «¡Veo joyas!». Ummm, creo que se está metiendo con las mujeres que se han colgado sus collares para venir a comulgar, aunque muchos solo son bisutería... Supongo que es algo difícil de distinguir para una máquina. Pero su ira va in crescendo y ahora el enfado está provocado por que los asistentes no se rascan el bolsillo conforme a sus expectativas... No lo acabo de entender, pero parece gustarles. A la hora de darnos fraternalmente la paz, se desliza hasta la primera fila y aprieta la mano de un hombre, que hace una mueca de dolor...

Me acabo perdiendo en sus plegarias a gritos y en mis propias brumas y viajo hasta un mes de mayo en una comida familiar... En la mesa de al lado celebraban la comunión de su hijo. Iba el niño vestido de marinerito, todo de blanco. Y después de comer, coincidimos en el río. Yo estaba cogiendo ranas y el chaval se acercó a ver lo que hacía. A mí me caía bastante gordo y verle tan inmaculado me dio tanta rabia que acabé empujándole al agua. Allí cayó el marinerito. El traje blanco había perdido todo su esplendor. El chaval entró llorando en el restaurante lleno de barro y verdín y completamente empapado. Como siempre, mi madre se disculpó en mi nombre, porque yo no aparecía, y pagó la tintorería. Reconozco que ahí sí, ahí me gané los tres 'padresnuestros' y las seis 'avemarías'.

Pienso en la penitencia que me hubiera impuesto esta especie de Karras poseído por sus propios tornillos y me estremezco. Si el bueno del padre Simón levantara la cabeza... No quiero ver al 'terminator' dando la comunión y vuelvo al paseo. Me coloco los cascos para reencontrarme con la música: «Y después he leído unos tebeos de Spiderman que casi no recordaba...». Ojalá Los Planetas también levantaran la cabeza.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla Que los robots recen por mí

Que los robots recen por mí