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Agustín Zamarrón recoge la papeleta del presidente en funciones, Pedro Sánchez, en la sesión del 21 de mayo. Ballesteros-Efe

Un quijote en el estrado de la Cámara

Con 73 años, Agustín Zamarrón repite como presidente de la Mesa de Edad del Congreso. «Soy la anomalía del sistema»

Antonio Corbillón

Valladolid

Martes, 3 de diciembre 2019, 07:22

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Le comparan con Ramón María del Valle-Inclán e incluso con el profesor Albus Dumbledore ('Harry Potter'). El médico jubilado Agustín Zamarrón (Riaza, Segovia, 1946) volverá a ser hoy, por un rato, la tercera autoridad del Estado al presidir la Mesa de Edad en la constitución del Congreso de los Diputados que ha salido de las elecciones del 10-N.

Nunca le ha disgustado que le caractericen como al escritor gallego. Recuerda con ironía que los niños de Miranda de Ebro (Burgos), donde ha ejercido la medicina y vive desde hace 40 años, solían darle toquecitos en la espalda por la calle mientras salían corriendo al grito de ¡Valle-Inclán, Valle-Inclán! Dado que el autor de 'Luces de Bohemia' instauró en el esperpento, la situación hacia la que ha derivado la política en los últimos meses podría entrar en ese campo.

Sin embargo, este parlamentario por Burgos prefiere otro personaje muy español. Un «hidalgo con la adarga al brazo, toda fantasía y la lanza en ristre». Desde que alcanzó notoriedad ejerciendo esa misma Mesa de Edad en la brevísima legislatura anterior, pasa por ser un 'quijote' que defiende la 'hidalguía parlamentaria', con un lenguaje y unas formas poco habituales en la Carrera de San Jerónimo.

Incluso podría ser un émulo de Miguel de Unamuno al defender que «en política no hay que imponer la propia razón. Soy de los que piensa que si la razón de otros es mejor que la mía, me apeo de la mía». Reivindicación del 'convencer' en lugar de 'vencer'.

Hoy repetirá en el Hemiciclo junto a Marta Rosique (23 años, ERC). Con la congresista republicana ya coincidió en la misma sesión el 21 de mayo. Su juventud le llevó a citar tan rápido a los 350 parlamentarios que hubo atasco en el pasillo para depositar el voto en la urna. «Mejoren el flujo humano. Estamos próximos a la trombosis en el foso», bromeó desde el estrado Zamarrón.

Un parlamentario singular

  • Militancia y profesión Rechazó entrar en las listas del PSOE por Burgos al Congreso hasta que no se jubilara como médico en Miranda de Ebro.

  • Su físico clásico No pretende ser el abuelo de los modernos 'hipster'. Lleva barba melenuda porque «era un suplicio» el afeitado por sus problemas con el bello facial.

  • Doctor por obligación Después de cuatro generaciones de médicos, Zamarrón y sus cuatro hermanos continuaron la tradición familiar. Su mujer también ejerció.

  • Objetivos en política Quiere volver a la Comisión de Sanidad para impulsar una Ley de Eutanasia.

Sus formas impolutas, su verbo clásico y el hecho de que fuera el más viejo y a la vez nuevo parlamentario arrojaron sobre su barba nívea una notoriedad que él se toma con sorna y sin apego. «Es una fama pasajera que tiene sus servidumbres obligadas. Pero no tengo constitución mental ni social para ella», filosofa.

La medicina es su segunda piel. Su bisabuelo, su abuelo, sus padres y sus cuatro hermanos también ejercieron. «Más que médico de vocación, yo lo soy de oficio», suele recordar. Un destino marcado que le llevó a licenciarse hace justo medio siglo en la Complutense de Madrid. Se especializó en aparato digestivo y medicina interna y consagró su vida laboral a la atención en centros públicos, de lo que se muestra «muy orgulloso».

Después de ejercer unos años en Barcelona, donde conoció a su mujer (por supuesto, doctora), Agustín llegó a Miranda de Ebro. Allí trabajó en el viejo hospital Santiago Apóstol y luchó como un jabato para lograr un centro nuevo y moderno. Una lucha en la que encontró como aliado a Gonzalo Casanova, concejal de Sanidad de la ciudad ribereña.

«Unas terceras elecciones serían el fracaso del sistema»

«Si la razón de otro es mejor que la mía, me apeo de la mía»

«La cola es más grande que la del pan en la carestía»

El doctor Zamarrón se dejó la piel durante décadas por mejorar la medicina y por esquivar la política mientras estuvo activo. La segunda urbe de Burgos (35.000 habitantes) solía aportar al número 2 en las listas del PSOE provincial. Agustín esquivó las ofertas mientras estuvo activo. «Al jubilarme, antes tengo servidumbre», les decía a los líderes del partido. En esto también admite ser «una anomalía del sistema». Lo más alejado del político que convierte los pasillos en profesión vitalicia.

El retiro médico le llegó hace ocho años y solo entonces su nombre se asomó a las listas a partir de 2015. El 28 de abril pasado, los socialistas recuperaron un segundo escaño perdido desde hace una década. El 21 de abril sus colegas parlamentarios sonrieron con su academicismo. Hoy les volverá a extender su receta: «Mentalidad abierta, olvidarse de sectarismos y limpios de ánimo para entender las razones del antagonista».

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