El paladín del Papa
El príncipe Ruspoli, cuya familia lleva 1.200 años al servicio de los pontífices, abandona la Orden de Malta indignado porque «han dejado solo a Francisco»
darío menor
Lunes, 21 de octubre 2019, 08:23
Un mayordomo vestido de uniforme y un afectuoso perro de aguas reciben al visitante en la puerta de la vivienda del príncipe Sforza Ruspoli, situada en el Palacio Ruspoli, un magnífico edificio ubicado en pleno centro de Roma. Tras unos instantes de espera en un sala decorada con un enorme cuadro que muestra a los soldados del regimiento Ruspoli preparándose para defender las fronteras del Estado Pontificio en 1703, hace su aparición este aristócrata nonagenario del brazo de una sirvienta. Ha perdido ya casi la vista, pero no la lucidez mental, la memoria ni tampoco la fuerza para protestar cuando algo no le convence.
Es lo que acaba de hacer al anunciar que dimite de la Soberana Orden de Malta tras más de siete décadas como miembro de esta organización heredera de aquellos monjes guerreros que fueron el baluarte de la cristiandad en el Mediterráneo. «Yo creo que ha perdido su razón de ser. Si no respeta su tradición y su identidad, ¿qué es entonces? Yo no soy capaz de entenderlo. Mi modo de pensar es incompatible con la permanencia en la Orden», cuenta con un evidente punto de indignación en su voz pausada.
El príncipe Ruspoli es todo un personaje de la alta sociedad romana. Pertenece a una de las grandes familias de la llamada 'nobleza negra', que se mantuvo durante siglos a la sombra de los Papas y en la defensa del Estado Pontificio. En su palacio se custodió durante 150 años la bandera vaticana que ondeaba en Porta Pía cuando las tropas del Reino de Italia rebasaron las Murallas Aurelianas y tomaron Roma, anexionándose así la Ciudad Eterna y poniendo fin al poder temporal de los Papas. La bandera fue devuelta al Vaticano en 2011 con motivo del 150 aniversario de la unificación de Italia.
Para el patriarca de esta influyente familia, aquella ceremonia fue el momento cumbre de su adhesión al Romano Pontífice, un sentimiento profundo que le he llevado ahora a marcharse de la Orden de Malta. Ésta nació, subraya, «para servir al Santo Padre y a los pobres. Es soberana respecto a todos los países del mundo, pero no frente al Papa. Cuando el anterior Gran Maestro, Matthew Festing, dijo que Francisco no podía tener todo el poder sobre la Orden porque ésta tenía su independencia cometió un error gravísimo e inadmisible».
Ruspoli se refiere al pulso que mantuvo a principios de 2017 el Vaticano con Festing después de que éste purgara a un subalterno por haber supuestamente permitido la distribución de preservativos en un proyecto humanitario. La pelea acabó con la dimisión de Festing y la elección en mayo de 2018 de Giacomo Dalla Torre del Tempio di Sanguinetto como su sucesor. «El nuevo Gran Maestro es una persona muy gentil y amable, pero no fue votado por unanimidad ni ha demostrado tener la fuerza suficiente para marcar el rumbo justo para ayudar al Papa. El Santo Padre ha demostrado estar de parte del Evangelio y de los pobres, pero ¿qué ha hecho la Orden de Malta para movilizar sus fuerzas para ayudarle? Están todos mudos. Hay un silencio horrible y atronador. Han dejado al Papa solo».
El príncipe muestra en su conversación una gran preocupación por los pobres y por los excesos del capitalismo. Preguntado por si se ha vuelto de izquierdas tras militar durante décadas en la derecha, hace ver que no le preocupan las etiquetas, sino el «poder inmenso» de la «dictadura de la moneda» ante la que todos «somos instrumentos en sus manos, nos demos o no cuenta».
Muy ligado a España y con una rama de su familia asentada en nuestro país, Ruspoli recuerda con particular afecto al dictador Francisco Franco, del que dice haber sido «muy amigo» y al que visitaba cada año para acompañarle de cacerías por Andalucía. «Primero íbamos a Sierra Morena a matar jabalíes y ciervos, y luego a cazar perdices por Jaén, que a Franco le encantaban». El príncipe acudió hace poco a la basílica del Valle de los Caídos para depositar un ramo de flores junto a su tumba para honrar su memoria y, como podría esperarse, está en contra de la exhumación y traslado de los restos del dictador.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión