La cantera de politólogos para las nuevas democracias
Los estudios de ciencia política que estrena IE en Segovia forman profesionales de la política de 22 nacionalidades distintas, perfiles necesarios para un contexto cada vez más complejo
La necesidad de interpretar la compleja realidad política que vivimos ha llevado a IE University, una institución que nació con los estudios económicos como baza nuclear de su oferta académica, a añadir este año la Ciencia Política al menú. Porque el mercado demanda expertos que naveguen en los entresijos normativos, su burocracia, la idiosincrasia de cada sociedad. «La democracia, al final, es un sistema político que soluciona problemas», subraya el director académico del Political Science Bachelor, Óscar Martínez Tapias, que desgrana con orgullo un trabajo «relativamente silencioso, pero muy bonito». Y aspira a que sea lo más profesional posible. «Si no, van a llegar los partidos populistas a rellenar los huecos de los gobiernos que no se ocupan de la gente».
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En la década que lleva en IE, Martínez Tapias impartía Relaciones Internacionales como parte de la formación económica. El siguiente paso era la Ciencia Política, una necesidad que resume así a sus alumnos: cuando entran a un bar, todo el mundo estará hablando de política sin saber realmente qué está diciendo. Ese hábito humano de explicar cómo funcionan las cosas, aunque no tenga las herramientas. Él, político, algo que define con gracia como «esotérico», se define como «un estudiante de las tuberías del sistema». Desde las instituciones a la sociedad civil. «Es algo muy complejo, por eso es cada vez más necesario crear graduados que puedan ofrecer soluciones». Desde los partidos políticos a los diferentes sistemas electorales, con sus jefes de estado –ya sean reyes o presidentes– y sus parlamentos. «Y todas son democracias. Chile, India, Japón, España. Lo que las diferencia es el diseño institucional».
El trabajo de la politología es optimizar las democracias para que funcionen mejor. El grado, iniciado este curso, empieza con historia del pensamiento político, es decir, de dónde vienen las ideas. Hay una introducción a conceptos como soberanía, autoritarismo o legitimidad. «Son las piezas del Lego sobre las que luego vamos a construir las teorías, las formas de solucionar problemas». También tecnología –Data Management– para enseñar a procesar los datos. Un número manejable de 30 alumnos, repartidos entre el grado político y un doble grado que lo mezcla con el económico de Business, una rama que Martínez Tapias subraya como el granero mayoritario de los políticos de primer nivel. «La mayoría no son politólogos. Somos buenos consejeros, pero quizás sabemos demasiado», valora con ironía alguien que escribió los discursos de María Teresa Fernández de la Vega cuando era vicepresidenta del Gobierno.
Uno de los grados más multiculturales
Se trata de uno de los grados más multiculturales, con matrículas de Noruega, India, Taiwán, Sudáfrica Australia o México. Una diversidad que enriquece el contenido más allá del temario, pues la visión de cada alumno es hija del sistema institucional en el que se ha criado. Y en esa clase de 30 hay 22 nacionalidades distintas. Estudiantes que están iniciando una trayectoria hacia senderos muy diversos. «A políticos en activo pueden llegar, pero diría que es mucho más trabajo de diplomacia. Mucho consultor político para la ONU o para la UE. La política se ha profesionalizado tantísimo que esos perfiles de politólogos ahora son absolutamente necesarios para desanudar problemas que son muy complejos. Y que no le puedes preguntar a la gente, como hizo el señor Cameron en el Brexit».
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Eso se completa con una orientación cada vez mayor hacia las políticas públicas como la salud o la gestión del «terremoto» de cómo va a afectar al sistema la implantación de tecnologías como la inteligencia artificial. Desde lo internacional a lo local, pasando por las comunidades autónomas –u otras estructuras de tipo federal en otros sistemas–, una demanda transversal, al menos en los países de la UE, que también toca a las organizaciones no gubernamentales. «Pero también compañías privadas que se globalizan y necesitan politólogos que expliquen la implantación cultural de empresas que se van a Etiopía o China» En ese contexto en el que lo internacional casi se queda corto, el grado de Ciencia Política es el «pegamento», la intersección de muchos otros trabajos que ya existen «para que fluyan mucho más». El aceite que engrasa una maquinaria para que funcione mejor. Una necesidad, apunta, que llega también a las ciudades. «La tecnología va a revolucionar la forma en que los ciudadanos se relacionan con los gobiernos, también con los locales. Los politólogos vamos a estar ahí cubriendo todos esos huecos».
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