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Rubén Sáez
Miércoles, 7 de agosto 2019, 14:09
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Conducir con resaca es un peligro en potencia. El organismo sufre alteraciones, tras el consumo y metabolización del alcohol, que ponen en riesgo nuestra seguridad, y la de los demás, al volante. El deterioro de las capacidades afecta al desempeño de las tareas diarias y, en especial, a la conducción.
Los resultados de un consumo excesivo de alcohol apenas tardan unas horas en hacer mella en el organismo. Desde alteraciones neurológicas hasta hormonales, el cuerpo se adentra en un carrusel de cambios que marcan el día a día. La actividad cerebral se ralentiza hasta 16 horas después de haber desaparecido el alcohol, aumenta el trabajo cardiáco y se da comienzo a un proceso de deshidratación.
Todo esto acompañado por una alteración visual espacial y síntomas de fatiga puede suponer un final fatal en la carretera. La sed, irritación, naúseas e incluso diarreas y vómitos son algunos de los signos que nos alertan de esta peligrosa compañía.
Los extragos de la resaca se ven incrementados si se produce una mayor ingesta de alcohol, se duerme mal y se tiene el estómago vacío o si el estado de salud no es el correcto.
Para intentar concienciar del riesgo que supone conducir afectado por la resaca, la Dirección General de Tráfico (DGT) ha lanzado en sus redes sociales una infografía que recoge los síntomas, efectos y riesgos que esto conlleva.
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