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Fotos de S. Stapleton-reuters y J. Eisele-Afp
Carnaval canino en Nueva York

Carnaval canino en Nueva York

El Show de Moda para Mascotas es, más allá de la extravagancia, un escaparate para que los animales abandonados hallen una familia adoptiva

iciar ochoa de olano

Sábado, 16 de febrero 2019, 13:11

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Es probable que usted sea uno de esos humanos que consideran una soberana majadería enfundar a las mascotas en una gabardina para salir a la calle cuando amenaza lluvia; que abomine de las plumas, las perlitas y las lentejuelas aplicadas a un chucho; puede, incluso, que contemple como una forma de vejación canina la idea de caricaturizar al peludo con unas gafas de sol y una falda con volantes y cola, para soltarlo después por el pasillo de casa y grabar la grotesca romería. Si es de esos, seguramente este reportaje fotográfico, protagonizado por bípedos estrafalarios y esos extraños seres cuadrúpedos que nos permiten incordiarles hasta el infinito a cambio de una par de palmaditas en el lomo, le ha provocado un retortijón. Demasiado 'kitsch' para estómagos europeos alejados culturalmente de la influencia anglosajona. Hortera, delirante o directamente friki, el New York Pet Fashion Show es, sin embargo, una oportunidad de oro para que decenas de animales que viven en centros de protección del país encuentren una familia adoptiva y, también, la iniciativa de estas características que más fondos económicos recauda para la causa en los Estados Unidos.

El emblemático hotel Pennsylvania de la Gran Manzana, una mole de interiores decadentes sobre la que periódicamente planea la sombra del derribo, acaba de acoger la decimosexta edición de este singular espectáculo, que este año ha llegado con aires carnavalescos. La organización, capitaneada por Gregg Oehler, editor de la revista canina de César Millán, el televisivo 'encantador de perros', y la puertoriqueña Ada Nieves, una popular diseñadora de moda animal, decidió las cuatro temáticas sobre las que debería versar el desfile: sueños de Hollywood, ángeles y demonios, disfraces internacionales y el mejor espectáculo. De ahí (y de la impagable aportación de la moqueta 'vintage' del Pennsylvania también), la empalagante explosión de colores, brillos y texturas que ha dejado el encuentro.

Desde Florida se apresuró a volar Terry St. Angelo con su peluca blanca del siglo XVIII francés y su chihuahua 'Aspen', caracterizada, según aseguraba su dueña, de María Antonieta. Otra estadounidense, Grace Foster, paseaba orgullosa a su 'Gisele' en versión 'Wonder woman', con capa incluida; y, entre bambalinas, Miguel García terminaba de emperifollar a su 'Venus', al tiempo que agradecía a un periodista la cobertura de los medios de comunicación de un acontecimiento que «pretende llamar la atención sobre el cruel abandono de animales. Necesitan poco para ser felices. A mi perrita la recogí de una calle de Queens. Mírela ahora», presumía mientras ahuecaba el tocado de tul blanco sobre las orejas de su pomerania, convertida en una suerte de querubín peludo.

Animales rescatados y animales a la búsqueda de un hogar –estos últimos enmascarados para que fueran rápidamente reconocibles– hicieron el paseíllo para deleite de aficionados y participantes. Algunos de ellos, llegados para el show desde Italia, Francia, Tailandia, Egipto, México –como una perrita vestida de Catrina a juego con su compañera humana– o Rusia, que aportó a 'Little 22' para encarnar la «elegancia innata de una zarina», promocionó sin sonrojos la titular del caniche.

Así como el desfile de Victoria's Secret siempre cerraba el espectáculo con una prenda joya sobre el cuerpo de la modelo más cotizada del momento, el New York Pet Fashion Show ha hecho lo propio sin desmerecer un kilate. Un joyero, colaborador de la iniciativa, elaboró para la ocasión un collar (canino, claro está) con cuatrocientos diamantes y trescientos rubíes engastados. Lo desfilaría el ejemplar que recibiera el título de 'Perro abandonado del año'. Resultó ser 'Effie', un joven y «bravo» pit bull afectado en sus patas traseras por una parálisis permanente que le obliga a desplazarse a bordo de una especie de silla de ruedas artesanal. 'Effie', al que rescataron de un sucio cubo de plástico en el interior de un garage, viajó hasta el corazón de Manhattan desde Texas, donde ahora vive una existencia feliz gracias a sus salvadores.

Una suerte parecida corrió también 'Midge', un potro afectado de enanismo que también trotó por la pista ante la sorpresa general. Ada Nieves se ocupó de diseñarle la indumentaria, a base de una capa de lentejuelas rojas y blancas, y de una máscara a juego. «Sin pantalón ni nada. Quería que estuviera cómodo», explicó la artista. Justin y Mindy Alameda lo sacaron de la jaula para perros en la que le confinaron sus anteriores dueños, para proporcionarle una existencia digna.

Fabricantes de comida para perros, correas, ropa, juguetes y los más inverosímiles 'gadgets' para perros arroparon un encuentro que cada año supone una importante inyección para la Mayor's Alliance for NYC's Animals (algo así como la Alianza del Alcalde para los Animales de la Ciudad de Nueva York), una organización benéfica sin apoyo gubernamental que trabaja con más de 150 grupos de rescate y refugios de todo el país para sacar de las calles a los animales abandonados de la Gran Manzana. Desde 2003 se ocupa de que no se sacrifique allí a ningún perro o gato «de salud y temperamento razonables» porque, simplemente, no tenga un hogar.

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