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Gulnara Karímova era habitual de los saraos más elitistas
Dónde está la zarina uzbeka

Dónde está la zarina uzbeka

Un miembro de los servicios secretos del país asiático asegura que la rebelde y mediática hija mayor del ex dictador fue asesinada y enterrada en una tumba anónima

rafael m. mañueco

Sábado, 26 de noviembre 2016, 20:33

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Gulnara Karímova, la otrora poderosa y mundana hija mayor del difunto dictador uzbeko, Islam Karímov, podría estar muerta. Así lo asegura una fuente anónima del SNB, los servicios secretos de este país centroasiático rico en materias primas, musulmán y con más de 30 millones de habitantes. La cautivadora zarina uzbeka, de 44 años, llevaba los dos últimos desaparecida, al parecer bajo arresto domiciliario, tras ser acusada de distintos delitos económicos.

La filtración del SNB sobre la supuesta muerte de Karímova se ha propagado como la pólvora. El informador que la ha difundido sostiene que pereció por envenenamiento el pasado 5 de noviembre, apenas dos meses después de morir su padre, y fue enterrada el mismo día en una tumba sin nombre del cementerio Minor de Tashkent, la capital de Uzbekistán. La persona que ha desvelado los hechos sostiene haber tomado parte en el enterramiento.

Esta fuente asevera también que su intención consiste en que todo el mundo sepa la verdad a fin de proteger a los hijos de Gulnara, Islam, de 23 años, y su hermana Imán, de 18. El primero, sin embargo, afirma desde Londres en declaraciones a la BBC que su madre está viva. «Son todo rumores, ella sigue bajo arresto domiciliario», asegura el joven.

La cuenta de Twitter Muestren a Gulnara insta a las autoridades uzbekas a confirmar o desmentir su muerte y, de estar viva, dejar que comparezca o envíe algún mensaje que lo certifique. Existen otras cuentas, supuestamente de la propia Karímova, que los periodistas de la radio Free Europe/Liberty descubrieron como falsas.

De hecho, todas las fotografías de ella publicadas en las últimas semanas son antiguas. La actividad de las cuentas se ha intensificado últimamente con la evidente finalidad de desmentir su muerte. Las únicas entradas que parecen auténticas fueron las aparecidas inmediatamente después de su arresto, hace más de dos años y medio, pidiendo auxilio y denunciando malos tratos de sus vigilantes. Ciertos rumores sostienen que se encuentra confinada en un psiquiátrico.

Fuentes del Gobierno que dirige Shavkat Mirziyóyev, el candidato con más posibilidades de convertirse en presidente en las elecciones del domingo próximo, dicen no tener ninguna información sobre el paradero de Gulnara, algo que nadie se puede creer. Su madre, Tatiana Karímova, y su hermana menor, Lola Karímova-Tilliáyeva, no han dicho nada todavía, pero el politólogo Kamoliddín Rabbímov, próximo a la familia, sostiene que Gulnara «no ha muerto y sus parientes discuten ahora qué hacer con ella». «La familia, los representantes del poder y toda la élite de Uzbekistán piensan que Gulnara es una persona caprichosa, impulsiva y descontrolada. En la actual situación política es mejor que continúe bajo arresto para impedir que ejerza su negativa influencia», declara Rabbímov a la agencia de noticias uzbeka CA-NEWS. Insiste también en que «el Gobierno del país respeta y aprecia a la familia Karímov».

Ascensión y caída

El dictador falleció el pasado 2 de septiembre después de 27 años ininterrumpidos en el poder. A sus funerales, celebrados al día siguiente, no asistió su hija mayor, pero sí la pequeña y su viuda. Gulnara llegó a ser la mujer más rica e influyente de Uzbekistán y una asidua de los saraos más glamurosos del planeta. Era la preferida de su padre y se daba por hecho que heredaría su trono. Pero todo se malogró cuando criticó los brutales métodos de su progenitor, a quien comparó con Stalin. Expresaba sus opiniones a través de las redes sociales, algo que causó verdadera indignación entre la élite de un país anclado todavía en el feudalismo. Entendieron que era una campaña para acelerar la renuncia de su padre, enfermo ya del corazón, y ponerse ella al frente del país.

Manejaba grandes negocios, era cantante, diseñadora de moda y diplomática. La revista económica helvética Bilan llegó a cifrar su fortuna en unos 1.500 millones de francos suizos (1.400 millones de euros). En 2012 ocupó el séptimo lugar entre las mujeres más ricas del mundo, por detrás de Athina Onassis y delante de Tina Turner.

Cursó estudios de matemáticas, economía, arte, diseño, telecomunicaciones y políticas en prestigiosos centros docentes, entre ellos la universidad estadounidense de Harvard. Fue embajadora de su país en España y ante la ONU.

Pero en 2013 fue acusada de corrupción por aceptar un soborno de 300 millones de euros de la empresa de telecomunicaciones fino-sueca TeliaSonera para acceder al mercado uzbeko. Después, la Justicia helvética inició una investigación por blanqueo de dinero y fueron bloqueadas sus cuentas bancarias. Su arresto se produjo en febrero de 2014 en Tashkent, y fue digno del guión de una película de Hollywood. Un destacamento de fuerzas especiales de la Policía irrumpió en su lujoso apartamento echando abajo la puerta y se la llevó detenida junto con todos los que allí se encontraban, incluidos su segundo marido, el músico Rustam Madumárov, y su amiga y socia Gayane Avakián. Desde entonces no hay rastro de la zarina uzbeka caída en desgracia.

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