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El Cristo de la Misión y el de las Cinco Llagas rezan por los más vulnerables
Miles de personas arropan a las cofradías de los Artilleros y la Sagrada Pasión entre el Palacio Real y San Quirce en dos procesiones
La Hermandad de los Artilleros y la Sagrada Pasión han recuperado este sábado el esplendor de procesionar –ahora sí– con absoluta normalidad por la capital ... de varias centurias atrás: desde las reminiscencias del siglo XVI en la plaza de San Pablo hasta la antigua judería además del entorno conventual. Ambas cofradías reclamaron la atención de miles de ciudadanos que acudieron al Palacio Real y a la Iglesia de San Quirce y Santa Julita, los emplazamientos de inicio y de final de sendas procesiones: la del Cristo de los Artilleros y la del Ejercicio Público de las Cinco Llagas. La primera instaurada en 2019 y la segunda celebrándose desde 1995, en total un cuarto de siglo de diferencia pero que convergen de una manera ceremoniosa y con mucha espiritualidad entre asistentes y devotos.
Porque el Sábado de Pasión es sinónimo de rezos por las vocaciones, el sacerdocio, las comunidades contemplativas y también por las necesidades de las familias, por la pobreza espiritual de muchas personas que están afrontando el día a día como una verdadera crisis de necesidad y ayer con una meteorología un tanto desapacible por las rachas de viento con bajas temperaturas.
«Esta es nuestra Semana Santa, una tradición de más de cinco siglos, especialmente preocupada por las necesidades de hoy que nosotras afrontamos desde nuestro torno», tal y como explicaban las hermanas Clarisas de Santa Isabel de Hungría en un corrillo durante la espera de la llegada de las procesiones a su puerta, al tiempo que reconocían encontrarse todos los días verdaderos problemas, muchos dramas y situaciones de la vida real con las que desde su clausura conocen de primera mano los malos tiempos actuales para muchas familias: «Nuestro torno para muchas personas es algo así como una ventana a la esperanza y a la escucha», remarcaron, además de para la venta de sus productos artesanales, dulces y salados, que estos días tienen incluso más aceptación.
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Fue durante el Ejercicio Público de las Cinco Llagas que estuvo arropado por miles de personas durante todo su recorrido: desde en la plaza de la Trinidad por Lecheras o Pelota hasta la zona jesuítica de San Miguel por San Ignacio o Encarnación además de las tan semanasanteras calles de Expósitos y Santo Domingo de Guzmán.
Ambiente intimista
Unos rezos que consiguen un ambiente intimista como pocos desfiles de la ciudad que además tiene el histórico aval de la Penitencial de la Sagrada Pasión, que volvió a montar en la calle una cuidada planta procesional con muy buen número de cofrades.
En las filas también se distinguía un numeroso grupo de mujeres ataviadas con mantilla española y una nutrida pero aún tímida sección infantil. Y, entre todos, la cruz alzada y ciriales; la cruz guía y faroles; el libro de reglas; los guiones y banderas… Toda una puesta en escena en la calle con numerosos enseres para estructurar esta salida que estuvo acompañada por la Banda de Cornetas y Tambores del Cristo del Perdón y que prepara a la ciudad para las celebraciones de sus días grandes ante la devoción a este Cristo de las Cinco Llagas (Manuel Álvarez, 1563), portado a hombros por los hermanos de la Sagrada Pasión, que es uno de los crucificados más antiguos de la capital.
El Cristo de la Misión, por su parte, iba escoltado por más de una veintena de militares del Arma de Artillería, casi más que capirotes en filas, en lo que significa el vínculo fundacional entre la hermandad y las Fuerzas Armadas en torno a la piedad de este modelo escultórico de Ecce-Homo que recibe culto en la capilla del Palacio Real. Así, su característica puesta en escena también está originando muchos devotos en la tarde de Sábado de Pasión hasta el mismísimo momento de la devolución de la imagen de la Escuela Castellana (siglo XVII) por parte de los cofrades a los militares en el interior del también edificio de Capitanía General, donde cientos de personas llenaron el patio y las galerías superiores para asistir a un acto penitencial dedicado a los caídos con la emotiva interpretación de 'La muerte no es el final'.
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