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La Bajada del Ángel es uno de los rituales más significativos de Peñafiel. A. O.
La Bajada del Ángel de Peñafiel viaja a Palermo

La Bajada del Ángel de Peñafiel viaja a Palermo

La ciudad italiana acoge una exposición en la que se muestran algunos rituales destacados de distintas semanas santas

a. ojosnegros

Peñafiel

Sábado, 6 de abril 2019, 12:51

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La Semana Santa viene determinada por la primera luna llena de primavera, estableciéndose el primer domingo tras ese plenilunio para celebrarse la Pascua de Resurrección. Esta pauta se fija en el siglo IV y se refrenda en el VI con el consenso entre la Iglesia de Roma y la de Alejandría. Datos históricos sitúan la muerte de Cristo a primeros de abril del año 30 o 33, cuando sobre la cruz en la que expiraba la luna reflejaba en su plenitud la luz solar. Así que no puede haber un título más redondo para esta exposición: 'Plenilunio Ritual de Primavera', ni tampoco un subtítulo más esclarecedor: 'La Semana Santa ritual y vivida'.

Del 9 al 23 de abril se celebra esta muestra en la ciudad italiana de Palermo, en la iglesia de Santa María dello Spasimo, de la mano del Centro Internacional de Estudios sobre Religiosidad Popular, la Semana Santa de la Universidad de Valladolid, del Instituto Teológico Agustiniano de Valladolid, la Università degli Studi di Palermo y de la Fondazione Buttitta. Además, colaboran los ayuntamientos cuyas semanas santas están reflejadas en la muestra: Peñafiel (Valladolid), Toro y Bercianos de Aliste (Zamora), La Bañeza (León) y San Vicente de la Sonsierra (La Rioja). José Luis Alonso Ponga e Ignazio Buttita son los comisarios representando a cada una de las universidades.

De Peñafiel se muestra La Bajada del Ángel, rito que tiene lugar la mañana de Pascua. Se trata de una puesta en escena que en la actualidad se realiza en la plaza del Coso –antiguamente en cada parroquia: San Miguel, Santa María y en la desaparecida de San Salvador–. Este rito hunde sus raíces en los autos sacramentales del Barroco «en los que la tramoya y el 'atrezzo' eran obligatorios en cualquier puesta en escena religiosa», reflejan desde la organización.

Entre dos grandes torres

Entre dos grandes torres de madera ancladas en mitad de la citada plaza, y dotadas de un mecanismo de cuerdas y poleas, un niño-ángel vuela y desciende sobe una imagen de la Virgen enlutada, a la que retira el velo de luto que la cubre el rostro. A continuación el ángel emprende el vuelo de regreso –agitando el velo– hacia la torre de la que partió dentro de un globo –que simboliza una nube–. De esta forma se escenifica el anuncio de la Resurrección.

Este es el acto más conocido de esta teatralización sacra, pero no el único, pues tras él la imagen de la Virgen de la Asunción se trasladada en andas hasta las puertas de la iglesia de San Miguel, donde es recibida por el párroco que porta la custodia en la mano y ante la cual los portadores de la Virgen realizan varias genuflexiones con ella, representando el encuentro entre madre e hijo resucitado.

Bercianos de Aliste salvaguarda el Desenclavo y la Procesión del Santo Entierro sin apenas variación desde el siglo XVIII. El Viernes Santo se recrea la muerte de Jesucristo, desarrollada en diferentes actos a cargo de la Cofradía del Santo Cristo de la Cruz o del Santísimo Entierro. Destaca una austera y sobrecogedora procesión del Santo Entierro y un conmovedor Descendimiento.

Toro tiene como núcleo central de su Semana Santa la tradición de los 'conqueros', cuatro hermanos de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla que en total silencio piden limosna por la ciudad con la 'conca', cuenco para probar el mosto y el vino nuevo.

En La Bañeza la multitud se congrega alrededor de la procesión de El Santo Potajero. Se trata de una obligación que tenían los cofrades de Nuestra Señora de las Angustias de dar de comer a los presos durante Semana Santa. En cuanto a San Vicente de la Sonsierra, se protege la procesión de los disciplinantes, o 'picaos', como se hacía en el Barroco. Se conserva a pesar de la prohibición de Carlos III en 1777.

La exposición, en la que también habrá una serie de muestras de la Semana Santa palermitana y de pueblos cercanos vendrá el próximo año a España. A través de fotografías y audiovisuales se persigue «la participación empática del público en unos rituales que son fruto de un sustrato religioso y cultural de siglos, tamizado por la adecuación a las necesidades de los grupos que los conservan», señalan desde la organización, pretendiendo «llamar la atención sobre esta riqueza cultural que se convierte, para los amantes del turismo cultural y religioso, en una experiencia personal y comunitaria inenarrable».

Se huye «de las semanas santas oficialmente turísticas porque no queremos que se confundan los verdaderos patrimonios culturales inmateriales con los productos turísticos, que, además, y por desgracia, cada vez se parecen más unos a otros caminando hacia una homogeneidad que nunca ha existido en estas celebraciones populares».

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