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CIUDAD RODRIGO
Miércoles, 17 de abril 2019, 12:00
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Por segundo año consecutivo la Semana Santa mirobrigense celebró la Procesión de las cinco llagas de Cristo, organizada por la Cofradía de la Santa Cruz. La «antigüedad, prestancia y buen estado de conservación» de la imagen del Cristo de la Buena Muerte, una talla del siglo XVII que está en la iglesia de San Pedro-San Isidoro y con la que se procesiona, fue uno de los motivos que animó a los miembros de esta cofradía a dar el paso de sumar una cita más a la Semana Santa mirobrigense.
La parte más llamativa de esta procesión es el Ejercicio de las cinco llagas de Cristo, que supone otras tantas paradas delante de fachadas de cierto interés monumental. Esas cinco llagas cumplieron con la premisa de tener cierto contenido social y actual y en esta ocasión fueron escritas por el capellán de la cofradía, Fernando Días Bailón, que fue el encargado de leerlas.
El ejercicio primero fue el de la llaga de la mano derecha, en la que se pidió «que no haya miseria ni hambre en la tierra», además de por los gobernantes y los misioneros. Esa primera parada se hizo delante de la residencia de ancianos Obispo Téllez.
En la segunda llaga, la de la mano izquierda, se habló de la falsa felicidad y se aprovechó cierto cambio en el recorrido para detenerse ante la iglesia de la Tercera Orden.
En la tercera, la del pie derecho, se solicitó perdón «por nuestros odios, la avaricia, la envidia, los malos sentimientos y la soberbia de nuestro corazón». En este momento también hubo un recuerdo para los enfermos, la inocencia de los niños o para la juventud, «para que les enseñe a ser más solidarios y comprensivos con las necesidades ajenas», dijo el sacerdote. En ese caso se eligió el cruce de las Cuatro Calles para la lectura.
El ejercicio cuarto, la llaga del pie izquierdo, en la bóveda de la Rúa del Sol, hizo referencia a «nuestra apatía en el apostolado, la rutina de nuestra piedad».
En el último de los ejercicios, la llaga del costado, se pidió «por los pecados de todos nosotros, los hombres» además de por la bendición de sacerdotes, religiosos y religiosas. Ese fue el momento en el que se regresó al origen, a la iglesia de San Pedro-San Isidoro.
La última de las oraciones se dedicó a la Virgen María.
Otra de las premisas de esta procesión es buscar siempre calles estrechas, sinuosas y poco frecuentadas que llamen a la oración, a la meditación y a la reflexión interior del cofrade y del público presente.
La Coral Dámaso Ledesma acompañó en el recorrido a los cofrades, en total 270 personas forman parte de la Santa Cruz que procesiona en todos los momentos de la Semana Santa local.
Como la experiencia es un grado, este año han cambiado las velas por unas de parafina, ya que las utilizaban el año pasado dejaron algo de rastro. También han renovado la megafonía.
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