¿Fue la villa de Cuéllar la antigua Colenda?

Colenda fue una ciudad celtíbera cuya ubicación concreta aún se desconoce en la actualidad. Su nombre aparece en un texto del historiador griego Apiano, en el que apunta que fue conquistada por los romanos tras un asedio de nueve meses. Tras ello, la ciudad no vuelve a aparecer en ninguna fuente bibliográfica.

Pero, ¿fue Cuéllar esa antigua Colenda? Durante años la controversia ha estado servida, pues se desconoce en qué lugar se situaba aquel poblado que fue conquistado después de la ciudad de Termes, en Soria. Según el catedrático de arqueología Joaquín Barrio Martín «no sabemos exactamente, con seguridad absoluta, si es un lugar u otro», aunque a su juicio, desde el punto de vista de los datos arqueológicos, el poblado vacceo de Cuéllar pudo ser Colenda.

Federico Wattemberg sitúa Colenda en la villa y «yo opino que podría ser», afirmó Barrio durante su intervención en las jornadas 'Cuéllar vaccea y sus ciudades vecinas', un ciclo de conferencias que el catedrático de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid abrió con una charla sobre los orígenes de la villa.

Continuando con la polémica, Barrio recordó que Antonio Molinero, quien fuera comisario provincial de excavaciones arqueológicas de la provincia en el siglo XX y uno de los pioneros de la excavación en Cuéllar, pensaba que en la villa no se situaba Colenda, sino que podría estar en el cerro de Somosierra de Sepúlveda o en Confloenta. Una controversia que, a juicio de Barrio, se irá sustanciando en el futuro, lo que es bueno para dar vida a la investigación y tal vez se podrá corrobar su situación con datos arqueológicos gracias a las excavaciones que se desarrollan en Sepúlveda y Somosierra.

Dejando al lado las opiniones sobre Colenda, Barrio se centró después en explicar cómo fue el 'oppidum' vacceo de Cuéllar, apuntando cómo los primeros restos prerromanos fueron encontrados por un ingeniero en las herijuelas y posteriormente fue Antonio Molinero, gran precursor de la arqueología en la provincia de Segovia, quien por primera vez encontró restos de la necrópolis vaccea de la villa en la zona de las herijuelas, donde se documentaron 17 tumbas.

Desde entonces solo se registró algún hallazgo casual hasta que en los años 80, un grupo de la Universidad Autónoma de Madrid realizó una investigación en la plaza del castillo, aprovechando su remodelación. Allí estuvieron durante una década «y tuvimos la suerte de encontrar el núcleo más intacto detectado de ese poblado vacceo», aseguró Barrio, que formaba parte del equipo.

Así, gracias a esos casi 100 años de aparición de restos arqueológicos, se ha conseguido configurar un poco lo que fue el poblado vacceo de Cuéllar, consolidando también que la villa siempre ha estado en el mismo solar. Acotando la zona, y gracias a en torno a una quincena de espacios excavados se puede configurar que el 'oppidum' o la ciudad vaccea de Cuéllar está circunscrita a la Cuéllar cerrada por la muralla de la ciudadela y un poco más al sur.

Durante la excavación en la plaza del castillo, Barrio destacó que, gracias a contar con tres metros de potencia, se pudieron ver los cinco momentos de ocupación o poblados que había habido en la villa. El primero, un hábitat de casas circulares bastante grandes, una formación inicial que se atribuye a una cultura que vivía en el lugar en torno al siglo VII a. C. hasta finales del VI a.C.

El segundo momento iniciático de la configuración urbana, según Barrio, supone un cambio en la estructura, pues se pasa a construir con arquitectura cuadrangular y rectangular, ya con una muralla de adobes, todo ello datado entre finales del siglo VI a.C. y el siglo V. A partir de ahí surgen otros poblados con más o menos cambios culturales, y finalmente, el quinto encontrado que «es cuando se produce la debacle, se incendia, se arrasan las casas», lo que ocurrió entre finales del siglo II a.C. y principios del I a.C.

Así, en estos más de 400 años de historia se desarrolla toda una cultura que supone la forma de construir la cultura vaccea, que se va a consolidar como tal a partir del siglo IV a.C. tanto en Cuéllar como en otros lugares, y que se mantendrá hasta el siglo I a.C. Barrio también detalló cómo la vida del poblado vacceo de Cuéllar fue la habitual, con unas características acordes con el resto de lugares vacceos, mostrando un mapa de cómo aprovecharían el territorio, donde existía una explotación agrícola cerealista de gran desarrollo.

También en torno a los ríos existió una rica ganadería extensiva, según se deduce de los huesos encontrados. Barrio apuntó que gracias a estos se pueden deducir las especies animales que tuvieron parte en la dieta, tras un estudio de unos 2.500 fragmentos de hueso que acercan al tipo de ganadería, destacando por encima de todo las cabras y las ovejas, pero apareciendo también bóvidos.

Además se encontraron restos de animales como asnos y gallinas (introducidos en la península por los fenicios) y otras aves, pero también de caza, como jabalíes, corzos, ciervos o conejos. Se trataba de un «aprovechamiento sostenible y profundo», pues no se limitaba a la dieta, sino que existía un aprovechamiento secundario, ya que algunos restos, por ejemplo de cérvidos, se utilizaban como mangos de cuchillos o punzones.

Un ejemplo de ello se puede ver en 'Cuéllar vaccea. Los orígenes de nuestro pueblo', una exposición que se puede visitar en la sala Tenerías hasta el 20 de marzo. En la muestra se pueden ver algunos de los restos arqueológicos hallados en la villa a lo largo de casi un siglo de excavaciones. Ligada a esta exposición ha surgido el ciclo de charlas que comenzó el pasado sábado y que continuará los próximos fines de semana. El 22 de enero será el turno de 'Cerro Tormejón (Armuña), vacceo', conferencia impartida por Raúl Martín Vela, del proyecto Eresma Arqueológico. Le seguirá el día 29 'Pintia vaccea', impartido por el profesor Carlos Sanz Mínguez, director del centro de estudios vacceos Federico Wattemberg de la Universidad de Valladolid. El ciclo se cerrará el 5 de febrero con 'Cauca vaccea', charla a cargo del profesor J. Francisco Blanco García, de la Universidad de Valladolid.

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