«Hay que ir con la verdad por delante»
Los horarios nocturnos o los desplazamientos en fin de semana son algunos de los obstáculos para la convivencia
La teoría dice que una relación duradera se basa en la honestidad. Como es imposible encontrar dos perfiles totalmente compatibles, el objetivo de una convivencia ... exitosa es que las diferencias sean tolerables. La fórmula que da el Programa de Alojamientos Compartidos de la Universidad de Valladolid es la transparencia. «Hay que ir con la verdad por delante antes de iniciar la convivencia», resume César Vega, técnico de Asuntos Sociales de la Universidad. El emparejamiento entre la persona mayor y el estudiante tiene tres fases. En la primera, cada parte envía por separado un cuestionario con datos básicos y de conducta, como si prefieren comer solos o acompañados, si quieren compartir la comida o que cada uno cocine sus cosas, qué horarios manejan en su vida social: si salen mucho o poco, si lo hacen por la mañana o por la noche. Si suelen viajar mucho o si vuelven los fines de semana a su casa.
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Tras ese perfil, sigue una entrevista. «A la persona mayor se la hacemos en su domicilio y en esa visita aprovechamos para comprobar las condiciones de habitabilidad de la vivienda. Al estudiante se la hacemos 'on-line'; no tiene por qué desplazarse a Valladolid para eso». Este punto sirve para descartar la convivencia si hay aspectos que una de las partes considera innegociables.
El proceso de emparejamiento finaliza con una entrevista de los dos en casa de la persona mayor, sin ningún tipo de compromiso para ninguna de las partes. A ella pueden asistir los familiares de los dos candidatos. Si deciden iniciar la convivencia, se hace durante un mes en periodo de prueba. «Nosotros hacemos un precontrato regulador y pasamos de vez en cuando para ver cómo va». Si todo va bien, se firma un nuevo contrato. «Habitualmente todas pasan el periodo de prueba porque somos extremadamente puntillosos en el proceso de selección», subraya Vega.
La labor de los técnicos es detectar problemas irresolubles. El primero es el género: si una mujer mayor solicita chica, no proponen un hombre. Otras incompatibilidades llegan por las circunstancias. Por ejemplo, si el estudiante quiere volver a casa todos los fines de semana. «La persona mayor puede decir que se siente sola los lunes y también los sábados. La estudiante te puede decir que tiene novio y tiene que ir. Pues ya está, directamente no empezamos la convivencia». Las incompatibilidades «gordas» son fáciles de ver; lo difícil es el hilo fino. Por ejemplo, si una mujer es extremadamente dicharachera y el estudiante es introvertido. «Estas cosas son más fácilmente solucionables porque, a medida que pasa el tiempo, se genera confianza y la convivencia sale adelante».
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El ocio nocturno es uno de los puntos cruciales del acuerdo, donde más importante es ir con la verdad por delante. «Si la estudiante va a salir todos los sábados hasta las cinco de la mañana y es una cuestión innegociable, la persona mayor necesita saberlo para tomar la decisión. Y exactamente al revés. Si la persona mayor va a poner un toque de queda a las 11 de la noche, la alumna ya es mayorcita para tomar sus decisiones». El objetivo es que ambas partes conozcan la realidad antes de iniciar la convivencia para no llevarse a equívocos. «Lo que no puede pasar, y casi nunca pasa, es que un estudiante diga que no va a salir para que le cojan y luego se desparrame durante el curso porque la convivencia va a finalizar».
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