Cuando los únicos árboles del Eresma estaban en el Alcázar
Una imagen estereoscópica de 1861, una de las primeras que retrata la fortaleza, muestra la ribera casi yerma de una vegetación que se convertiría en masiva en el siglo XX
La arboleda que estas semanas está llenando de polen el valle del Eresma no existía hace siglo y medio. Lo muestra una de las primeras imágenes que captaron la fortaleza, tomada probablemente desde la torre del Monasterio del Parral en 1861, antes del incendio del año siguiente. La imagen muestra el perímetro de los jardines del Alcázar y la arboleda en su interior –pudieron plantarse entre su construcción y el siglo XVII– mientras la ciudad, en plena ribera, no tiene casi ningún árbol. «Y eso ahora es casi una selva», resume Pedro Peñas, el investigador de historia local que ha encontrado la imagen y la compara con esa plantación masiva de álamos casi un siglo después. Lo mismo ocurría en el lado del Clamores.
Aunque Peñas, autor del blog Segovia y Matemáticas, subraya que hay mejores imágenes del Alcázar en el siglo XIX, la que ha encontrado tiene el valor de enseñar todo el valle del Eresma y la conocida como cueva de los Gitanos. Aquel trabajo fotográfico pionero se tomó desde el monasterio vecino, algo que Peñas argumenta porque recoge lo que actualmente es la calle Marqués de Mondéjar, que enlaza el Parral con San Marcos. Y porque a la derecha también se observan las pequeñas huertas de lo que hoy es el Jardín de Leandro Silva. Aquel terreno entonces yermo era fértil, pues se filtraban aguas subterráneas y tenía humedad. «Yo diría que está hecha justo desde la torre, así que pediría permiso a los monjes», opina el divulgador y profesor del instituto Andrés Laguna.
Hablamos de las primeras décadas de la fotografía. «No era hacer un clic a una máquina, sino dejarla a lo mejor diez o veinte minutos», explica. Evoca los llamados daguerrotipos, el primer proceso fotográfico capaz de plasmar una imagen real sobre una superficie para su explotación comercial, pues redujo considerablemente su tiempo de producción.
«Mientras duró la puja, pusieron una imagen bastante buena y luego yo la he mejorado con un programa de edición»
Pedro Peñas
Profesor e investigador de la historia de Segovia
Las primeras llegaron en la década de 1830 y este es uno de los primeros ejemplos en Segovia. «La mayoría de esas fotos son de autores franceses discípulos de Daguerre», apunta. Cuando Peñas publicó la foto en Facebook, recibió un mensaje que le llevó a encontrar la misma instantánea en el archivo de Roger-Viollet, hijo de un arquitecto francés. Como ocurre en otros grandes archivos, eso no asegura la autoría.
Pedro Peñas se topó con la imagen en una subasta, algo habitual en este tipo de documentos que prolifera en páginas como eBay o Wallapop. En concreto, la descubrió en la página web estadounidense de la primera. Él lleva más de dos decenios haciéndose con material por esta vía. En este caso, no ganó la subasta, que se fue a los 200 euros. «Mientras duró la puja, pusieron una imagen bastante buena y luego yo la he mejorado con un programa de edición. Está bastante conseguida», afirma.
Coloreada
La foto está coloreada porque era algo habitual en la época, pero el profesor segoviano subraya que los colores no tienen por qué ser reales. Se hacía a través de anilinas, unos tintes químicos, sobre el negativo. En la imagen, el tejado de la nave de la Casa de la Moneda, edificado en el siglo XVI, está pintado de rojo, pero siempre fue negro, construido con pizarra de Bernardos, como en El Escorial. Así pues, piensa que «el coloreado lo han hecho así porque casi todos los tejados eran rojos; los tintes hacen una cosa más decorativa, no se tienen por qué ajustar a la realidad».
Es una de las primeras fotografías de Segovia, pero las hay más antiguas. La primera de la que se tiene constancia es de 1848, en la Fuencisla, aunque no muestra el Alcázar. La primera imagen de la fortaleza llegó casi un decenio después, en 1857, cuatro años antes de la instantánea que revela la diferencia de vegetación en la comparación con la estampa actual.
En esa época se copiaban los negativos del cristal también en cristal para poder ver las instantáneas con un proyector; otras se hacían en papel para ver con un visor estereoscópico. Las primeras cámaras tenían cristales de 20 x 30 centímetros. Al levantar una tapa del visor, la luz impregnaba esa placa.
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