La tristeza de oír el toque de campana
Sangarcía ·
José Luis Delgado, jubilado de banca, exalcalde de la localidad segoviana y que ha padecido el virus, dice que este verano «es de reuniones en casa y no en lugares públicos»He tenido el virus; acudí al centro de salud unos días antes del confinamiento en marzo y al estar colapsado me mandaron a casa donde estuve cuatro semanas con tratamiento telefónico;afortunadamente me recuperé». Quien así habla es José Luis Delgado, de 71 años, jubilado de banca y de la localidad segoviana de Sangarcía, de la que fue alcalde dos mandatos hasta 2015.
José Luis habla con horror de lo vivido en el pueblo, que también agrupa a los núcleos de Cobos y Etreros y que contaba con el actual municipio de Marazoleja, hasta hace 38 años. «En Madrid fallecieron diez hijos del pueblo y aquí hubo varios fallecidos, aunque por otras circunstancias, pero representa mucha gente en una población cada día con menos personas». «Cada vez que había un toque de campana se sabía que nos había dejado un vecino», rememora con tristeza. Pasó el confinamiento y con el virus en Segovia «pero mi hijo estuvo en Sangarcía y no tiene nada que ver con lo mal que yo lo he pasado en la ciudad, donde siempre hay menos libertad», explica.
De vuelta al pueblo, José Luis se muestra valiente y «quizá no debería decirlo pero creo que se exagera con el uso de mascarilla en el pueblo». «En un sitio tan pequeño cruzarte con alguien por la calle y que a mucha distancia vaya con mascarilla no lo veo, pero sí en los establecimientos, en el bar o las tiendas», asegura decidido, a pesar de haber padecido el virus.
José Luis comparte la definición del verano como atípico –«anormal», dice– y lamenta la situación «porque aquí la vida se hace en la plaza y ahora es una convivencia anormal, que espero que poco a poco sea con medidas menos estrictas para que dejemos de tener miedo, porque veo que a familias les cuesta salir, y todos volvamos a sentir lo de siempre: el pueblo». «Pienso que con esta situación el verano es de reuniones de amigos en casa y no en los lugares públicos; de estar en los huertos y en el campo», afirma.
No olvida su paso por la política municipal y se nota en sus palabras reivindicativas cuando se le pregunta si todo esto puede representar una oportunidad para el medio rural vacío, con personas que decidan instalarse en ellos por ser más seguro. «Conozco a cuatro o cinco de Madrid, con residencia en Sangarcía, que están con el sistema de teletrabajo y se plantean, si pueden, quedarse definitivamente», cuenta al tiempo que pide que para promover esa vuelta al terruño haya «exenciones fiscales y tecnología, se nos dote de servicios, sobre todo de médico, que los consultorios cerrados son la estocada y la puntilla».
Toros
Términos taurinos de José Luis en un pueblo de apenas 300 habitantes con mucha historia y que ama el arte de la tauromaquia. «Contamos con encierros que están documentados desde 1702 y que son muy famosos en la comarca y que todos vamos a echar de menos en las fiestas de San Bartolomé». «Fíjese que estamos todo el año hablando de toros, que es el tema habitual de las tertulias, y por eso es triste y muy duro quitarlos, pero hay que hacerlo, porque si algo ocurre sería terrible; lo he pasado muy mal y puedo decirlo», añade.
Este hijo del pueblo describe agosto como «el mes más animado del año, porque todos procuran tener unos días de vacaciones para venir a la fiesta y además contamos con el agosto cultural, lleno de actividades, que esta vez, en fin...». «Ojalá fuera así todo el año, que el invierno es muy duro y somos muy pocos», dice quien lleva toda la vida en el pueblo pese a sus distintos destinos por trabajo. «Es importante que vayamos al pueblo –continúa en tono reivindicativo–, que consumamos aquí y no seamos conformistas con pedir servicios».
José Luis ha padecido el maldito bicho pero lanza esperanza: «Hagamos la vida lo más normal posible, porque hay que vivir, salir y relacionarnos», en este estío del coronavirus.