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Coral del Caz, durante dos sesiones de maquillaje. El Norte
«Hay que tratar al cliente con respeto y delicadeza»

«Hay que tratar al cliente con respeto y delicadeza»

Emprender en el pueblo ·

A los 26 años, Coral del Caz ya ha trabajado en tres hoteles de lujo y ha ganado un importante concurso regional. En junio se decidió a montar su propio negocio de estética en Gomezserracín

rafael rojas

Segovia

Domingo, 10 de diciembre 2017, 12:32

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Coral del Caz tiene 26 años y ya puede presumir de un tupido curriculum en el sector de la estética lleno de formaciones, premios y trabajos en empresas de primer nivel. Esta emprendedora segoviana es de Gomezserracín y se instaló definitivamente en su pueblo el pasado verano para poner en marcha su propia empresa de belleza y estética: Los mundos de Coral.

«Siempre he vivido aquí, menos cuando estudiaba en Valladolid. En 2009 empecé allí un ciclo formativo de grado superior de Estética. Luego también he hecho muchos cursos, como los de masajes, maquillaje o depilación con hilo. Ésta es una técnica milenaria de la India, con un hilo de algodón haces el diseño de cejas, labio o rostro. Es como se ve en las películas de Bollywood, todas tienen las cejas muy definidas», explica.

A Coral le gusta aprender sobre su oficio y no ha parado de formarse. «Yo soy bastante tranquila, pero en cuanto al tema del trabajo y los conocimientos no me gusta estar parada. Siempre me van surgiendo cosas nuevas y siempre ando buscando algo que hacer. El masaje se me quedaba un poco corto, por eso ahora estoy estudiando osteopatía, y me gustan, por ejemplo, las clases de marketing y contabilidad que me están dando en el Servicio de Promoción Económica de la Diputación de Segovia gracias a una subvención que pedí», afirma.

En el grado superior aprendió principalmente lo que ella llama «aparatología» (tratamientos asistidos por tecnología), pero reconoce que no es lo que más le atrae: «Me gusta mucho más el trabajo manual», dice. En 2011 tuvo la oportunidad de ampliar esa formación gracias a que la seleccionaron para representar a su escuela en un campeonato nacional.

«Un día, en clase, vino la profesora a plantearnos la posibilidad de participar en un concurso de formación profesional. Tal como nos lo contó, parecía algo menor. Pensé que, como por las tardes no tenía nada que hacer, así me empleaba en algo –dice–. Hicimos pruebas de limpieza facial con alta frecuencia, manicura, maquillaje de fantasía… y me dijeron que era la ganadora local. De allí pasé al campeonato Castilla y León Skills, lo gané y llegué al nacional, Spanish Skills. Lo inauguró la entonces princesa Letizia y un ministro de Zapatero y quedé la octava o la novena de dieciséis».

Para Coral aquel año fue duro, pero le permitió formarse en otras materias alejadas de los elementos mecánicos, como el maquillaje. «Por la mañana estudiaba lo normal y por la tarde tenía que prepararme para el campeonato. Había muchas pruebas, pero el esfuerzo mereció mucho la pena. Los competidores hicimos buenas migas y también vi cómo trabajan el resto de profesiones, te dabas la vuelta y veías a los de cocina, a los mecanizados…», relata.

Con el espaldarazo del concurso –que ella minimiza– entró en el mundo laboral y pasó por empresas como el Parador de La Granja, el hotel Eurostars Convento de Capuchinos de Segovia y el Balneario de Olmedo (Valladolid). En este último, entró para hacer unas prácticas de tres meses y se quedó año y medio. «Allí aprendí mucho. En estos sitios de más lujo tienes que dar al cliente un trato exquisito, vienen a relajarse y lo pagan, así que tienes que saber hacer muy bien tu trabajo y dar un trato muy correcto y educado», señala.

Mientras desarrollaba toda su formación en hoteles de lujo, Coral lo complementaba con trabajos por su cuenta para clientes de los alrededores que necesitaban desde masajes a cursos de maquillaje. Fue entonces cuando, tras trabajar una pequeña temporada como auxiliar en una clínica dental –«no era lo mío», reconoce–, se decidió a emprender. «Vi que había llegado el momento. Mi madre siempre me animó y me metió en la cabeza la idea de emprender, creo que porque a ella le gusta y siempre quiso hacerlo», cuenta.

«No quise lanzarme al vacío, me gusta ir sobre seguro y asesorarme. Al principio no me lo pusieron fácil. La idea inicial era poner un local, pero lo fui haciendo poco a poco, primero con visitas a domicilio o en casa… –dice–. Sientes un poco de vértigo cuando ya lo ves todo en regla y lo haces oficial, cuando sabes que ya te vas a dedicar a eso exclusivamente. Pero la verdad es que me di de alta en junio y no noté mucha diferencia respecto a otros años. Es la temporada alta, hay muchas bodas y con el buen tiempo la gente se anima más con pedicuras y manicuras. Lo que más llevo a trancas y barrancas es el tema del papeleo, así que lo derivé a una gestoría».

Una vez hechos los deberes, Coral se decidió por bautizar a su empresa siguiendo el nombre de una película de Tim Burton que le gustaba mucho: Los mundos de Coraline. «La protagonista se llamaba como yo y además la estética tiene muchos palos, masajes, maquillaje… Hay muchos mundos y de ahí saqué la idea», explica. Desde Los mundos de Coral atiende a una clientela muy diversa que le pide todo tipo de tratamientos desde Gomezserracín, Samboal y los pueblos cercanos, ya sea en su clínica o a domicilio.

«A mí al principio me decían: tú lánzate y ya está, pero lo mejor para emprender es asesorarse, ir a un organismo que te ayude a verlo todo parte por parte, desglosado, porque ahí ves cosas de las que no eres consciente al principio, como los permisos de obras. Si te formas con algún programa te hacen ver la empresa mucho mejor y más adaptada a ti, así no despilfarras el dinero -aconseja-. Si no me hubiera formado andaría más perdida. Yo me sé de pe a pa la nueva ley de autónomos de asistir a charlas. Que el negocio vaya mejor o peor depende de cómo trabajes, quizás me iría igual si no me hubiera informado, pero no tendría la tranquilidad de saber qué te corresponde, lo que hay que pagar…».

Coral, en su día a día, trata de adaptarse al cliente y ofrecerle confianza. «Baso mucho la forma de trabajar en dar lo que necesita a cada uno. Pongo las condiciones para que el cliente se relaje. El tipo de venta agresiva no me gusta; si tienes una necesidad yo te la resuelvo”, expone. La valoración más repetida entre sus clientes es la de que a Coral le gusta su trabajo, lo hace con simpatía y “transmite con lo que hace».

Parte de su técnica de trato al cliente se la trajo del Balneario de Olmedo. «El trato que doy es muy cuidado porque es lo que he aprendido. Cuido mucho los detalles porque creo que son lo que marcan la diferencia, desde atender a la manera de colocar los productos encima de la mesa, poner una sábana en la camilla, que no pisen el suelo frio… Hay que tratar al cliente con respecto y delicadeza para que nada más entrar se sienta a gusto. Eso sí, en el pueblo el trato es más cercano, nos conocemos todos y nadie me deja tratarles de usted. Pero bueno, incluso en el balneario te lo decían: no me trates de usted que me haces vieja».

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