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Leandre ofreció un espectáculo sin palabras, con una enorme expresividad y una cierta poética sobre la convivencia y la existencia.
El festival esquiva las suspensiones a pesar de la lluvia

El festival esquiva las suspensiones a pesar de la lluvia

El público fue más numeroso que en las primeras jornadas, anticipo de lo que vendrá este fin de semana

alfonso arribas

Sábado, 13 de mayo 2017, 11:50

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La experiencia y el equipo de organización, junto a las decenas de voluntarios que mantienen el festival durante toda la semana, hicieron que el previsible rosario de suspensiones obligadas por la lluvia se quedara simplemente en un catálogo de reajustes: de espacios para resguardar los programados al aire libre y de horarios para aprovechar las treguas entre chaparrón y chaparrón. Y las compañías, claro, que colaboran adaptándose a esas modificaciones.

Con todo, el público ya fue ayer más numeroso que en las primeras jornadas, anticipo de lo que vendrá el fin de semana, con una anunciada mejoría del tiempo, además, y un programa repleto de representaciones en decenas de sedes.

La Gotera de Lazotea actuó mañana y tarde en San Martín, desplegando ingenio y humor con su versión de La mata de la albahaca. Un montaje ya muy trabajado, con música en directo, que divirtió mucho a un público eminentemente familiar.

Buena parte del programa se desarrolló en los patios, donde era muy complicado conseguir una entrada de última hora. En el de la Casa de la Tierra actuó Leandre con su Iceberg 02, un espectáculo sin palabras, con una enorme expresividad y una cierta poética sobre la convivencia y la existencia.

Dos náufragos polares en un desierto de hielo condenados a sobrevivir, o no. Todas las opciones se manejan, desde la definitiva caída de brazos al amor conyugal; la alimentación, el frío, el ocio, la propia vida. Un relato que se sujeta además en un humor sin estridencias y en un trabajo actoral más que digno.

De entre todas las experiencias teatrales del día, merece ser destacada la que se propone en una pequeña furgoneta, cuyo interior se ha convertido en un precioso teatrillo dispuesto a acoger a no más de 15 espectadores por función.

Es la sede de Sie7e, creación de Ymedio Teatro. Tres manipuladores para un títere creado tan solo con una bolsa de plástico y unas gafas, gruñón y tierno a la vez, soberbio y desamparado, que brinda momentos muy divertidos. Todo aquí es pequeño, desde el exiguo patio de butacas al breve escenario por el que se desenvuelven casi milagrosamente los ejecutores de la representación.

Y en los teatros ayer se estrenó en esta edición Huber Marionettes, de Estados Unidos, con su aplaudido Cabaret. Técnicamente impecable, la factura de estos títeres llama la atención por su realismo y preciosismo, con extremo detalle en los gestos, los vestidos y la expresividad asociada al original.

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