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Desde la izquierda, Luis Sebastián hace el sñimbolo de 'OK' junto al Támesis; Mario García con sus acompañantes en el estadio, y Fernando de Frutos jen la 'fan zone' de la final. L. S., M. G. y F. De F.
Champions League

Los testigos segovianos de la Decimoquinta

Grupos de aficionados madridistas narran la factura de un caro fin de semana en Londres para ver la final de la Champions y sus andanzas entre aeropuertos

Domingo, 2 de junio 2024, 23:22

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El madridismo segoviano dejó su impronta en la primera visita del Real Madrid a Wembley, la Catedral del fútbol, el templo de los inventores. Itinerarios de vuelo rebuscados, noches en aeropuertos, embutidos para evitar la comida británica y miles de euros por el camino para una afición que resulta más rentable con final feliz. Fueron los testigos de la decimoquinta Copa de Europa.

Fernando de Frutos visitaba de nuevo la 'fan zone' mixta, símbolo de la convivencia entre la afición madridista y la del Dortmund, que tuvo que vivir en Londres su duelo por las dificultades aún mayores para combinar vuelos. «Para ellos era la final; para nosotros era una final», resume. Salió con dos amigos el viernes a las 11:00 horas de Barajas; hizo escala en Oslo, comió allí y cogió el segundo vuelo a Londres, donde aterrizó a eso de las 19:00 horas.

El sábado visitaron un restaurante español con productos segovianos –jamón de Monte Nevado y vino de Pago de Carraovejas–, se alojaron en el barrio de Chelsea y encontraron de milagro un taxi libre para ir a Wembley. «Uber y Cabify estaban desbordados», asegura. Una hora al módico precio de 70 libras.

Fernando de Frutos, con la bandera de la Segoviana, junto a otros aficionados compartiendo comida en un restaurante español.

Llegó a su asiento a las 17:30 –dos horas y media antes del comienzo del partido– y define como «muy agradables» los aledaños del estadio. Solo está permitido consumir bebida en los vomitorios. «El Madrid no había jugado allí nunca, eso para mí lo hacía más emotivo», apunta De Frutos. Disfrutó de la mejor ceremonia previa de las nueve finales que ha presenciado. Rock and roll, nada de guiños musicales a Alemania o España. Y el partido. «En el primer tiempo ellos dan un baño…» Pero el aficionado blanco tiene la confianza de jugar a favor del destino. «Unos lo llaman ADN; otros, suerte. Pero yo no recuerdo haber sufrido tanto en una final hasta el minuto 70», admite el segoviano.

Tras la victoria, llegó el peor momento: abandonar el estadio. «Te sacan un poco como al ganado. Cada veinte metros te retienen para no colapsar el metro. Genera mucha ansiedad en la gente. Tardamos más de una hora en hacer un trayecto de 250 metros; eso sí, se hace distinto habiendo ganado», relata Fernando de Frutos. La climatología fue primaveral: en bermudas y sin lluvia.

«Tardamos más de una hora en hacer 250 metros; eso sí, se hace distinto habiendo ganado»

Fernando de Frutos

Aficionado del Real Madrid

En la vuelta, este lunes, espera «la misma odisea, pero cambiando de ciudad». Saldrá a las 11:00 de Londres, escala en Barcelona y llegada a Madrid a eso de las 19:00. Esas combinaciones han dejado los vuelos en algo más de 300 euros. «Un compañero ha pagado 900 euros por un vuelo chárter en el día», señala el madridista. La entrada, 502 euros. En total, una factura que eleva «fácilmente» hasta los 1.500.

Mario García, su mujer, un amigo y su cuñado a la entrada de Wembley,

Por su parte, Mario García también ha estirado su viaje hasta este lunes con su panda de Turégano: él, su mujer, un amigo y su cuñado. La noche en la que el Madrid eliminó al Bayern en semifinales reservaron un vuelo directo desde Madrid a Londres. «A 500 euros ida y vuelta, que no está mal», dice este segoviano.

Tenía una bala en la recámara: su hijo, que lleva una década en la capital británica gestionando alojamientos, les preparó un hogar. Sus entradas fueron las más baratas: 187 euros. Frente a la final de 2022 en París, que tilda de «desastre» a nivel organizativo, elogia el respeto y el funcionamiento del transporte británico.

«Al Madrid le tienen que meter un gol para que espabile y en la primera parte no le metieron dos de milagro»

Mario García

Aficionado del Real Madrid

La maleta de Mario llevaba siete camisetas del Real Madrid para apenas cuatro días. «Una para cada jornada y siempre traemos de repuesto. De todos los colores: negras, blancas, moradas. Que no falte». Nueve finales, las mismas que De Frutos, y cero derrotas. «Al Madrid le tienen que meter un gol para que espabile y en la primera parte no le metieron dos de milagro», recuerda.

Repartieron entre las cuatro maletas diez kilos de jamón, lomo y chorizo para «por si acaso». Fue la sexta final a la que va en avión; las otras tres (Lisboa, Milán y París), en autocaravana.

Luis Ignacio Sebastián con sus dos hijos antes de la final en Londres,

El viaje de Luis Ignacio Sebastián, secretario de la peña Real Madrid Segovia, fue el más enrevesado. «De aquí fuimos unas diez o quince personas, pero cada uno se buscó la vida», señala. La ducha que se dio cuando llegó a casa a eso de las cinco de la tarde de ayer fue tan placentera como la victoria que presenció: «48 horas sin parar», asegura.

Partió de Segovia con sus dos hijos, ambos árbitros, a las 18:00 horas del viernes; voló a las 23:00 desde Madrid a Milán, donde aterrizó pasada la una de la madrugada. Como hasta las 6:00 no salía su vuelo hacia Londres, sobrevivió. «Todo cerrado, no había nadie. mal dormimos en las sillas, que no pueden ser peores. Es mejor tirarte al suelo», apostilla Sebastián. A su llegada a la capital británica, habla de un control de pasaportes muy estricto.

«Paré a tomar una cerveza y saqué un paquetito de mi embutido que era la envidia del pub»

Luis Ignacio Sebastián

Aficionado del Real Madrid

Sábado por la mañana, sin apenas dormir, con frío y a patear el centro de Londres, decorado con algún detalle de la Champions. «Me paré a tomar una cerveza y me saqué un paquetito de mi embutido al vacío que era la envidia del pub», comenta. Cuando llegó a Wembley, se encontró con un grupo de Cantimpalos y con De Frutos.

Sin tiempo para celebrar el título, llegó a las dos y media de la madrugada al aeropuerto de Gatwick para otra noche precaria. «Estaba lleno de aficionados alemanes y del Madrid; todos ahí tirados por el suelo, por las tiendas, por esas sillas asquerosas», describe así el escenario. A las seis puso rumbo a Venecia para conectar con Madrid con otro vuelo que salió a las 12:00.

Es su cuarta Champions en directo, no tuvo suerte con las entradas para las demás. «Es especial porque es la decimoquinta, pero hemos ido confiados; al Madrid no le beneficia la etiqueta de favorito», concluye Sebastián. Fueron 600 euros por cabeza en los vuelos y otros 500 para las entradas. Una inversión familiar de más de 3.000 euros con final feliz. «Yo no lo hago por eso, sino porque me gusta y es una oportunidad buena de ver ciudades».

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