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Elia García e Ignacio Sanz conversan y sonríen sentados en un parque de Segovia. Antonio de Torre

Un «regalo» entre narradores orales: «Esto está asegurado otros 25 años»

Después de 25 años, Ignacio Sanz deja en manos de Elia García la dirección del festival segoviano, que «cuenta con una salud envidiable»

Martes, 8 de julio 2025, 14:02

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Narrar parece algo simple porque, de alguna forma, todos lo hacemos; pero una cosa es contar un chiste al cuñado y otra ponerse en un escenario ante 300 personas y llevarlas a otra dimensión con el simple recurso de las palabras. Quizás Segovia sea una de los lugares que mejor ha entendido la diferencia. Por eso, el Festival de Narradores Orales ha empezado este lunes a desgranar la programación de su vigesimosexta edición con un cambio en el timón. Su fundador, Ignacio Sanz, cede el testigo a la siguiente generación, la de Elia García –su nombre artístico es Elia Tralará–, que habla de la transición perfecta. «Esto ha sido un regalo. Gracias al trabajazo de Ignacio, he heredado un festival con una salud envidiable que las administraciones y el público saben valorar. ¿Qué habré hecho yo en otra vida para tener esta suerte? Quiero ser digna sucesora y estar a la altura». El capitán saliente no tiene dudas. «Esto está asegurado otros 25 años, por lo menos».

Sanz no habría llegado a los 72 años como escritor sin su abuela: una familia juntándose al calor de la estufa en una cocina de Lastras de Cuéllar para escuchar el 'Pin, pin, zarramacatín vino la abubilla con su sabanilla'. «Todo eso se me quedó tan clavado que sigue vivo en mí. Vamos a seguir prendados de la fascinación de la literatura», apunta el escritor. Su idea de hacer un festival vino por lo que vio en otros, narradores como el «deslumbrante» Quico Cadaval, al que conoció en Guadalajara. «Sería un lujo llevarlo a Segovia. Y con él a muchos otros excelentes narradores. A partir de ahí, recuerdo lo fácil que fue todo», confiesa Sanz.

No tardó en hacer contactos y porque el entonces concejal de Cultura, Ángel Román, dio rápidamente el visto bueno. Algo más de un millón de las antiguas pesetas. Su periplo ha pasado por cinco alcaldes diferentes y ninguno lo ha puesto en duda. Algo que alaba su sucesora.

Alumbró un arte incipiente en la que había que diferenciarlo de cuentacuentos, una misión que Sanz sigue haciendo suya. «Es una maldición de la narración oral, las palabras dan dignidad. Los cuentacuentos suelen contar exclusivamente para niños, mientras los narradores tienen un mundo mucho más amplio», detalla. Mucha tradición, pero también autores contemporáneos como Gabriel García Márquez o Juan Ruso. «En definitiva, es literatura puesta en pie a través de la boca. Igual que vas a un concierto a escuchar música, esto es relajarte y escuchar historias. Cuando el que cuenta tiene el don de la palabra, te convierten en un niño. Te roban los años y te quedas boquiabierto como cuando escuchabas a tu abuela en la cocina».

«Es literatura puesta en pie a través de la boca. Igual que vas a un concierto a escuchar música, esto es relajarte y escuchar historias»

Ignacio Sanz

Director saliente del Festival de Narradores Orales

En sus tiempos, los contadores por región se contaban con los dedos de una mano. «Me sentaron en una mesa y yo era el representante de Castilla y León», evoca Ignacio Sanz. Aprovechó el trance para bromear con que la Junta iba a crear una dirección general del cuento. Hoy la Asociación de Profesionales de la Narración Oral en España tiene cincuenta socios, incluida Elia, la única segoviana. La simpleza de un escenario de 2x2 metros. La complejidad la pone el mensaje. Más un público fiel. «Una vez que la gente se siente estimulada por la experiencia entiende que merece la pena». Y educado. Por eso Sanz pone en valor el silencio. «Se crea una complicidad y es fácil que el narrador se crezca», subraya. El resultado es que cada escenificación es única.

A Sanz le gustan los números redondos, por eso lo deja tras 25 años. «Me habría gustado continuar, pero en la vida hay que ir cediendo trastos. Es mejor dejarlo aquí, que estoy todavía con facultades, a tener que arrastrarme. Con tanto cambio político, es un privilegio ser tú el que diga que se marcha», afirma. Tendrá el placer de ser un espectador más en una agenda con obligaciones: las de escritor y las de abuelo.

La profesionalización del oficio

Entre Sanz y Elia media una generación, pero los orígenes son parecidos. En su caso, se enganchó a contar historias a través del teatro en su pueblo, Cobos de Segovia. «Es uno de los recuerdos más felices de mi infancia, sin adultos supervisando, nos salía natural», señala la nueva responsable del festival. Empezó su carrera como redactora en radio y en revistas, pero las artes escénicas fueron ganando paso. Entendió que el teatro requería mucha preparación y compañía y ella disfrutaba más de las representaciones. «Me ponía el público. Ya había visto algunos narradores en los cafés de Madrid, me encantaba y me apunté a un taller».

Tras estrenarse como amateur en 2005, empezó a trabajar los fines de semana haciendo sesiones familiares de cuentos en centros comerciales y dejó el periodismo. Tardó en verlo como salida laboral, quizás porque proviene de una familia de agricultores y ganaderos, pero no faltaban narradores. «Mi abuelo era un gran contador de historias de vida, tenía una memoria prodigiosa», declara García.

«Me encuentro un festival consolidado, uno de los más antiguos y prestigiosos de España»

Elia García

Nueva directora del Festival de Narradores Orales

Ella, de 48 años, ha vivido la profesionalización de la narración. «Tanto por nuestra parte como por el cliente. Antes ibas a una biblioteca y te encontrabas a mamás dando la merienda, ruido, gente hablando…» Se quedó con Tralará, el nombre de los inicios junto a otras dos compañeras que siguieron después otros caminos. Ha participado en dos ediciones del festival en el jardín botánico, en La Albuera y en la Casa de Abraham Senneor, un lugar que le impactó por las colas que había fuera para comprar entrada. Una trayectoria que la convirtió en sucesora natural, así que aceptó la oferta. «Me encuentro un festival consolidado, uno de los más antiguos y prestigiosos de España».

Aspira a una continuidad con su toque personal. «Lo que sí quiero mantener es la calidad por la que ha apostado Ignacio en todos estos años». Sin grandes revoluciones, ha sumado en su primer año a los barrios incorporados de Zamarramala, Hontoria y Madrona, un guiño a su infancia. «En realidad, siempre han sido pueblos. Es una actividad adaptable a cualquier espacio y me parece de recibo que también puedan disfrutar de los cuentos». Y ha apostado por una noche, la del viernes, al acompañamiento musical, desde cantantes a flautas, jazz o simplemente «cacharrear», como dice ella. La andaluza Irene Reina y el guitarrista portugués Ricardo Martín. «Palabra y música hacen muy buena combinación». Infinitas formas de narrar.

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