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Placas de Segovia, un recorrido por la memoria
Las cartelas que la ciudad dedicará próximamente a los arquitectos Pagola y Cáceres engrosan la larga lista de reconocimientos que sus calles albergan
Segovia, ciudad de piedra y memoria, sumará en breve dos nuevas placas conmemorativas a su rico catálogo de homenajes a ilustres que nacieron o trabajaron en ella. El Ayuntamiento ha abierto los respectivos expedientes para distinguir a Silvestre Manuel Pagola Birebén, arquitecto municipal entre 1923 y 1943, y José Miguel Merino de Cáceres, también arquitecto y Maestro Mayor del Alcázar de Segovia fallecido en 2023. El primero contará con una placa en el edificio conocido como El Giorgio, en la calle Gobernador Fernández Jiménez, que el mismo Pagola diseñó en 1941, y el segundo, en la calle Daoiz, donde vivió.
La cuestión Pagola lleva varios años candente. El derribo del chalé de Villa Estrella, diseñado en 1925 por el arquitecto vasco afincado en Segovia, movió a los descendientes a impulsar la concesión del título de Hijo Adoptivo, a fin de divulgar la memoria de un arquitecto que tanta huella dejó en el urbanismo moderno de la ciudad. La iniciativa no prosperó por la falta de consenso en el Ayuntamiento y la colocación de la placa emergió como alternativa. Ante el anuncio de la concesión de esta distinción, la familia de Pagola admite sentir una mezcla de gratitud y resignación. «Estábamos decepcionados porque creíamos que mi abuelo merecía ser Hijo Adoptivo, pero hemos de tener humildad. La colocación de la placa es un pequeño paso para lo que queríamos, pero un gran paso para la ciudad. Estamos infinitamente agradecidos por ello», señala Paloma Prada Pagola, nieta del arquitecto. La familia valora el apoyo recibido por parte de numerosos colectivos de la ciudad: «Segovia nos ha dado mucho más de lo que esperábamos, y seguiremos trabajando desde el cariño para difundir el legado de nuestro abuelo».
Recorrido
Las placas que perpetuarán la memoria de estos dos arquitectos se suman a las cerca de treinta existentes, mosaico de nombres y vidas que reflejan la riqueza de la historia local. De hecho, bien puede trazarse una ruta por cada uno de estos hitos, comenzando, por ejemplo, en la Puerta de San Andrés, donde una placa honra a Francisco de Quevedo (1580-1645), genio del Siglo de Oro y padre de un segoviano inmortal, el Buscón don Pablos. Cerca del Alcázar, la calle Velarde rescata la memoria de Maurice Fromkes (1865-1931), pintor estadounidense enamorado de Segovia, en una placa ya apenas visible, tan deteriorada como la pared que la sustenta, y no muy lejos de este lugar, en la plaza de la Merced, la ciudad rinde tributo a dos escritores sublimes: Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), autor de 'El secreto del Acueducto', y santa Teresa de Jesús (1515-1582), que en este lugar fundó el convento de San José. En las calles Vallejo y Escuderos, el curioso puede detenerse ante los textos que evocan al maestro Martín Chico y Suárez, que impartió su magisterio en la depauperada Segovia de principios del siglo XX; al licenciado Diego de Colmenares (1586-1651), cronista cuya 'Historia de Segovia' constituye todo un pilar del saber local, y al condestable Álvaro de Luna (1390-1453), valido de Juan II y símbolo del poder medieval. En un edificio que hace esquina entre la Plaza Mayor y la calle Marqués del Arco, otra inscripción recuerda que en él nació y vivió el profesor e intelectual Mariano Quintanilla Romero (1896-1969), que también tiene cartela en la antigua iglesia de San Quirce. La cercana calle Doctor Castelo rinde homenaje al médico que le da nombre, el doctor Eusebio Castelo y Sierra (1825-1892), «hábil cirujano y afamado sifiliógrafo».



Las placas conmemorativas abundan en las calles aledañas a la Plaza Mayor. La Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales evoca a Joaquín María de Castellarnau y Lleopart (1848-1943) en la pared de la misma casa donde murió este ingeniero de montes, biólogo y microscopista, situada en Martínez Campos. En Judería Vieja, dos de esas cartelas perpetúan el recuerdo de tres artilleros, los hermanos De la Paz Orduña, Miguel y Federico, fallecidos en el Desastre de Annual (1921), y el aviador José Méndez Parada (1899-1930). Muy cerca, en la misma fachada de la iglesia de San Miguel, un mensaje evoca un personaje histórico que marcó la historia de España: Isabel de Trastámara. Juan de Contreras y López Ayala, marqués de Lozoya (1893-1978), poeta, historiador y defensor del patrimonio, cuenta con una estela propia en relieve junto a la iglesia de la Trinidad. También Carlos de Lecea (1835-1926), jurista y cronista de Segovia, tiene unas palabras dedicadas en la que casa donde vivió y murió, en la plaza de Guevara.
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No muy lejos de este lugar, en la fachada del inmueble de Radio Segovia, una inscripción en letra roja da testimonio de la trayectoria de Cirilo Rodríguez (1929-1980), periodista célebre por haber narrado, para Radio Nacional de España, la llegada del hombre a la Luna. Y ya en la barrio de los Caballeros, dos placas distinguen a Diego de Colmenares, en esta ocasión como párroco de San Juan de los Caballeros, y a Luis Felipe de Peñalosa, vizconde de Altamira de Vivero. No se puede dejar el recinto amurallado sin pasar por la plaza de las Sirenas, donde tres letreros bien visibles evocan al escritor Jerónimo de Alcalá (1571-1632), autor de la novela picaresca 'El donado hablador', a José Diviú Estades (1923-2002), icono del folclore local, y a Ángel Román Allas, el célebre Minutero fallecido en 2023 a los noventa y cinco años. Descendiendo la Calle Real, la artesanía recibe un guiño con el azulejo dedicado a Antonio de Oquendo, platero segoviano del siglo XVI, y en la cercana calle Grabador Espinosa, una frase de María Zambrano (1904-1991), filósofa de la razón poética, conecta Segovia con su obra universal.
Fuera del recinto amurallado hay menos placas, pero destacan tres: la de Antonio Palenzuela, obispo de Segovia entre 1969 y 1995, en la avenida Padre Claret; la del recordado periodista radiofónico Alfredo Matesanz, que da nombre a los jardines de Santo Tomás, y la del escultor Aniceto Marinas (1866-1953), donde estaba su casa natal, ya en San Millán.
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