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Luis Borreguero (izquierda), Salomé Llorente y Ángel de Pedro posan en la sede de la asociación. Antonio Tanarro
Los pensionistas se quejan de tener que pagar hasta el 50% de los talleres que realizan

Los pensionistas se quejan de tener que pagar hasta el 50% de los talleres que realizan

La federación segoviana cuenta con 15.000 asociados, un 10% de la población de la provincia, critica el copago de sus actividades

luis javier gonzález

Segovia

Lunes, 15 de octubre 2018, 11:34

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En una sociedad cada vez más envejecida, la jubilación se plantea como una etapa a exprimir. El presidente de la Federación de Jubilados y Pensionistas de la provincia, Luis Borreguero, explica que «el reto que tenemos todas las asociaciones es convencer a la gente de que se puede tener ilusión por vivir. Y que sin ella se cae en el aburrimiento y la resignación». La jubilación representa «un corte en la vida», el cambio radical del trabajo a no tener una responsabilidad diaria. «Mucha gente se deja vencer, cae en esa pasividad y lo pasa mal», explica. Su federación, con sede en la calle Baltasar Gracián, una de las principales arterias de Nueva Segovia, supone un impulso para cohesionar muchos hogares solitarios.

Borreguero habla por experiencia propia: «Yo lo pasé mal». Empleado de la extinta Caja Segovia, dirigió en los últimos años de su etapa laboral la Obra Social y Cultural de la entidad. Tras su jubilación, se aferró a proyectos personales como un estudio sobre la repercusión social y económica del Ave en Segovia, que incluyó visitas a ciudades con experiencias previas como Ciudad Real o Zaragoza y desembocó en una publicación. También emprendió unas tertulias con mayores e iba a varios pueblos para explicar a los vecinos los recursos sociales que tenían en la zona; había transmisión de experiencias positivas de personas jubiladas. «Mientras estaba con esa actividad, yo tenía ilusión por hacer cosas, pero eso se terminó y me produjo, no digo una depresión, pero casi».

Un día normal de su época más pasiva consistía en ir al centro de jubilados a leer el periódico y ver mucha televisión. «Yo siempre he hecho algo de deporte y eso me ha salvado», apunta. Quizás eso le aleje de una rutina que para muchos de su generación –tiene 76 años– suele ser inalterable. «Ves por ahí a gente viendo obras o yendo a un parque a hablar, simplemente porque no tienen otra cosa mejor. Cuando no tienes nada que hacer, vas a ver cualquier cosa que te llame la atención. Y las obras son un buen ejemplo». Él encontró en su actual puesto la salida, esa activación necesaria, y el grupo busca acompañar a cada jubilado a dar con su tecla.

La federación fue fundada en los aós 90 del siglo pasado para dar servicio y apoyar a las asociaciones que ya existían en el medio rural. Ángel García Nuño fue el primer presidente. El grupo no tuvo en un principio sede y el Ayuntamiento de Segovia les concedió una temporal en un local de lo que hoy es el Centro Cívico de San Lorenzo, donde estuvieron desde 1999 a 2009. El colectivo aprovechó esa rehabilitación para mudarse a su actual sede, un edificio de la Junta que tienen también cedido por una década. El local, que requirió de una obra de acondicionamiento, actualmente dispone de una recepción con mesas de oficina y una pequeña zona para reuniones.

El número de socios ha ido aumentando gracias a lo que Borreguero define como un «boom» al amparo de actividades y subvenciones que recibían las asociaciones. Casi cada pueblo tenía una; hoy son 167 federadas –aunque no todas están activas–, que congregan a unos 15.000 asociados, lo que representa un 10 % de la población de la provincia y un grueso de la masa de jubilados. «Antes había más posibilidades económicas y se asoció mucha gente. Ahora llevamos tres o cuatro años sin esas subvenciones y hemos caído un poco», apunta el presidente. Las asociaciones abrían centros de jubilados o participaban con los ayuntamientos para crear uno. «Los jubilados de cada pueblo querían un sitio para, fundamentalmente, echar la partida y otras actividades. Y eso también ha ido un poco en decadencia».

Falta de relevo

Borreguero es vecino de Turégano, socio y miembro de la junta directiva de la asociación de jubilados local. «En los últimos años hay dificultades para formar las directivas y hay muchos problemas para renovarlas» Ocurre, por ejemplo, en su pueblo. «La gente se asocia si entiende que va a tener algún tipo de beneficio, pero cuando eso baja, pierde el interés. Hay un problema de participación». En marcha hay un programa para fomentar el asociacionismo, la implicación de los jubilados, de forna que remitan sus propuestas porque lo cierto es que hay programas que no salen adelante por falta de demanda. «Y debería ser al revés, debería haber más asociaciones que posibilidades económicas», señala el presidente de la federación provincial. Se han llevado a cabo recientemente talleres con éxito, como el de la iniciación a la informática o, sobre todo, sobre el uso de móviles –el programa Mayores en Red– porque las familias se encargan de que casi todos tengan un teléfono, más allá del uso que puedan darle. A Borreguero le gustaría poder comunicarse con las asociaciones federadas a través de correo electrónico, lo siguen haciendo por papel porque muchas carecen de ordenador o de alguien que lo use. Mientras tanto, las comunicaciones a través de Whatsapp son una buena alternativa. También promueven el voluntariado para que los jubilados activos puedan echar una mano a los vecinos que lo necesiten; ayudas puntuales en un caso de dependencia o cualquier trámite. «La simple compañía es fundamental. Las relaciones fallan mucho y la televisión ha ayudado a aislar a la gente», dice Borreguero.

El espíritu de Salomé Llorente es mucho más joven que los 83 años que cumplirá hoy. Preside el colectivo de jubilados de Abades y aprovecha al máximo sus 650 euros de pensión. Su marido falleció y, aunque tiene hijos, vive sola. Se apunta a cualquier actividad –desde gimnasia a memoria activa o risoterapia– y este mes ha pagado unos 80 euros por los talleres del curso. No perdona la partida diaria a la brisca o al bingo en la sede del colectivo; a los bolos, en un pueblo donde ese deporte autóctono es imprescindible, juega una hora y media durante cuatro días a la semana. En su grupo de bolos hay diecinueve mujeres con más de 65 años. Ella es la veterana. Su pueblo es pionero en ese asociacionismo: «Está funcionado porque sí que va gente a las cosas que proponemos. Cuesta moverles si hay que pagar, pero en Abades hacemos cosas y las pagamos todas», añade Salomé. En su localidad hay más de setenta jubilados asociados.

Hasta un 50%

Los talleres tienen el problema añadido del copago, pues la subvención pública no es completa. La federación contrata las actividades, pero el asociado debe pagar en torno a un 30% o un 50% de la actividad, desde un mínimo de cinco euros .«Eso es un inconveniente para mucha gente, porque los mayores somos un poquito agarrados», sonríe Borreguero. Los viajes son una parte estrella; cada asociación organiza al menos uno al año y la federación propone unos cuatro, el último a País Vasco este mismo mes. El presidente de la federación segoviana tiene una propuesta que va a llevar a la red regional: viajes para conocer la Comunidad. Plantea uno por semestre y que cada federación se encargue de dar a conocer su provincia. Otro plato fuerte son las actividades para desarrollar la memoria, un clásico junto a la rutina diaria de las cartas.

La edad no es un impedimento. Hace tiempo era indispensable ser jubilado o tener más de 65 años, pero ese límite se ha abierto progresivamente, en parte porque hay más casos de jubilaciones tempranas. En ese reto intergeneracional, Villoslada es referente, un pueblo con más asociados (unos 70) que vecinos censados. Preside su asociación Ángel de Pedro, de 81 años, un constructor de carros que se ganó la vida en el sector agrícola. Tras la jubilación, se pasó a las manualidades; lo que antes hacía a gran escala ahora lo reproduce en miniatura. En el pueblo son una veintena de vecinos fijos, pero el grupo está muy unido a la comisión municipal de festejos y van de la mano en ambas asociaciones. «A lo mejor es porque somos pocos, pero hay una gran voluntad en el pueblo, si hay que hacer cualquier arreglo estamos todos».

Segovia no ha sido una provincia especialmente activa en las movilizaciones por las pensiones dignas de los últimos meses, pero ello no matiza la reivindicación.«Hay un problema más grave que en otros sitios porque estamos entre las pensiones más bajas de Castilla y León [en torno a los 900 euros de media]», incide Borreguero, que pide un esfuerzo con tres colectivos: viudas, agricultores y autónomos. Salomé Llorente subraya que el problema existe más en la capital que en los pueblos. «Allí se gasta menos, solo compras lo necesario; aquí en la capital hay que salir con el bolsillo abierto y ves muchos escaparates». De Pedro, autónomo, apenas supera los 700 euros de pensión. Tiene un hijo y un yerno en paro con tres hijas, así que le toca arrimar el hombro siempre que puede. «No es solamente mi caso, hay muchos. Y la pensión me da muy justita, entre la calefacción, luz…». Y añade un gasto extra en los pueblos pequeños: «No tienes ni tienda ni supermercado, si quieres comprar tienes que salir al pueblo de al lado [en su caso, Marugán o Santa María]».

La comunidad de jubilados de la capital tiene una dinámica algo distinta. Los CEAS del Ayuntamiento para cada barrio canalizan la mayor parte de las actividades para los mayores y organizan otros servicios como la ayuda a domicilio o la teleasistencia. El grupo ha participado recientemente en talleres municipales de sede eletrónica o redes sociales. Además, hay varios centros de jubilados. Por eso no hay ninguna asociación federada. «En la capital ya hay varias entidades que prestan servicios a la población jubilada y, para no duplicar, debemos ir a los sitios donde no se prestan esos servicios», apunta el presidente.

Borreguero define la calle Baltasar Gracián, en honor del escritor y filósofo del Siglo de Oro autor de una obra de culto como 'El Criticón'como una de las más activas de Nueva Segovia. En la intersección con Dámaso Alonso está en pabellón Pedro Delgado y todas las zonas deportivas, junto a los cines y otros bares o restaurantes con afluencia de público. Entre gimnasios, supermercados, la bolera, una guardería y locales más exóticos como una peluquería canina, no hay tiempo para el aburrimiento. El local de la federación está en una comunidad de vecinos de protección oficial y el colectivo es una parte más de ella.

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