«Las niñas deben construir una sexualidad que no esté basada en desear ser deseadas»
Mónica Alario, experta en estudios de género: «Nos preguntamos a qué edad estamos preparados para ver porno, pero no nos plantearíamos a qué edad se pueden ver palizas a personas negras»
Mónica Alario Gavilán (28 años), filóloga y experta en estudios de género, analizó en su tesis doctoral la influencia del porno en la construcción de ... la violencia sexual. Intervino en el campus María Zambrano en la jornada 'Violencia de género en comunicación y relaciones de pareja', organizada por la Universidad de Valladolid (UVA) y el Instituto de la Mujer.
–Un reciente estudio de la Universitat de les Illes Balears y la red Jóvenes e Inclusión de Madrid señala que un 25% de los varones accede a contenidos pornográficos antes de los 13 años. ¿Qué interpretación hace de esos datos?
–La mayoría de estudios sitúan la media de edad de inicio en el consumo de pornografía entre 11 y 14 años. Son datos muy relevantes por varios motivos. En primer lugar, porque ahora mismo no hay una buena educación sexual desde la infancia. Y no me refiero a prevenir enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados, sino a una educación que hable de deseo, consentimiento, reciprocidad, comunicación, placer… Como a la edad en que consumen pornografía no han tenido ninguna práctica sexual real, se convierte en el modelo que tienen de lo que es el sexo. Esto es un problema porque lo que hace la pornografía es normalizar y erotizar la violencia.
–¿Qué deben hacer los padres cuando descubren que su hijo ve porno?
–Para esto haría falta una formación hacia padres y madres, pero sería muy interesante explicarle por qué lo que está viendo es sexo violento. Hacer visible la violencia que ese niño ha podido normalizar por no tener una educación sexual previa. Señalarle dónde está.
–Habla de pornografía hegemónica, como la que convierte una negativa de la mujer en un posterior consentimiento. ¿Por qué son tan efectivos esos mensajes?
–Completamente. Son tan efectivos porque responden a construcciones sociales que están muy normalizadas: la desigualdad de género, la cosificación de las mujeres, que sigamos viendo la subordinación de las mujeres como algo sexy… La pornografía no es algo que salga de debajo de una piedra y haga cambiar a la gente su forma de entender, sino que responde a patrones sociales que están integrados en la cultura más 'mainstream' (corriente mayoritaria).
–¿Sería recomendable una pornografía alternativa o toda pornografía es mala?
–Hoy por hoy, cualquier pornografía incluye la cosificación de la mujer. Seguro. Y eso ya es una violencia, porque estás deshumanizando a una persona. Creo que como sociedad no estamos preparados. Y desvía el foco del debate: estamos criticando la pornografía por la violencia contra las mujeres. Hablar de otro tipo de pornografía es dejar de hablar de violencia.
–Desde 2016, año en el que estalló el caso de La Manada de Pamplona, se han denunciado unas noventa agresiones sexuales en grupo. ¿Se puede decir que hay un aumento o es que se ha producido una mayor visibilización?
–Me lo preguntan a menudo y no sé cómo contestar. No sabría decir si ha habido un aumento de los casos, lo dudo. Puede haber habido un aumento de violaciones en grupo por la cultura del porno que normaliza los 'gang bangs'. No hay estudios tan concretos porque gran parte de la violencia sexual queda invisibilizada. Me faltan datos.
–Sostiene que la masculinidad tiende a ser reivindicada entre iguales. ¿Cuál es la incidencia del porno en las violaciones en grupo?
–Es importante entender en la masculinidad la necesidad de reconocimiento entre el grupo de iguales. En la violencia sexual en grupo, hay una intercomunicación masculina, los hombres se confirman unos a otros que son suficientemente hombres para estar dominando a una mujer.
–¿Qué lectura hace de que uno de los miembros de la Manada tuviera un club de fans en Facebook?
–¿Por qué los hombres acaban ensalzando la figura de un violador como un héroe? Porque representa estos valores reaccionarios que el patriarcado sigue esforzándose en vendernos como la masculinidad del machote, del tipo dominante. Es muy explicable del mundo en el que vivimos. Que no se está entiendo como lo que es, una violación de los derechos humanos de la mitad de la población.
–¿De dónde cree que viene la falta de formación sexual?
–Cuando se han intentado implantar programas en centros educativos siempre hay mucha fuerza en contra de posturas muy católicas, de derecha o ultraderecha. Son quienes ponen trabas porque están considerando que esa educación va a incentivar a los menores a tener prácticas sexuales cuando lo que pretende es dar herramientas que permitan a los menores entender un modelo sin violencia. En todo este debate está la distinción entre sexo y violencia. Desde el feminismo, se habla de prevenir la violencia. Estos sectores previenen la educación por todo lo que tiene de sexual.
–¿Qué herramientas daría a los niños?
–En un mundo en el que la educación de niños y niñas es tan desigual, habría que darles herramientas distintas. Creo que hace falta potenciar muchísimo en los niños la empatía y los cuidados, quitarles esta necesidad de mostrar que no son niñas, que están por encima de lo femenino. Y generarles un deseo sexual en el que sea necesario el consentimiento de la otra persona. Que no puedan excitarse con la violencia. En las niñas, sería muy necesario que pudieran construir un deseo sexual desvinculado de la mirada masculina. Ya no por prevenir la violencia, sino de cara a tener una sexualidad sana, que no esté basada en desear ser deseadas.
–¿Tendría que haber una educación específica?
–Un cambio estructural. Se tiene que trabajar en el ámbito familiar, en las instituciones, medios de comunicación… No creo que una asignatura específica pudiera paliar la violencia sexual. ¿Qué sería muy útil? Sí, pero tiene que ir más allá.
–¿Debería controlarse más la distribución de la pornografía?
–Sí, es necesario hacer un filtro sobre qué contenidos queremos que estén en Internet y cuáles no. Y no solo para menores. Nos preguntamos mucho a qué edad están preparados para ver porno, pero pensemos que hubiera millones de páginas que hacen apología de la violencia contra las personas en función de su color de piel. No nos plantearíamos a qué edad se pueden ver palizas a personas negras, sino qué le pasa a una sociedad que pone esos contenidos ahí. Tiene que existir un rechazo desde la sociedad. Que aunque te encuentres pornografía, la veas y digas: «Esto es terrorífico».
–Sostiene entonces que no estamos preparados para ver pornografía a ninguna edad.
–Efectivamente. La apología de la violencia no debe verse en ningún momento de la vida. Esa es mi postura.
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